Muy Interesante

El poder del Imperio Británico

Historia de un imperio.

Estos mecanismos de dominio, que evitaban los costes de la gravosa instauración de una hegemonía política, convivían a su vez con otros ciertamente más laxos, los de aquellos territorios vinculados a la metrópoli por lazos de imperialismo informal, cuyo único propósito era garantizar las mejores condiciones para la penetración comercial británica en esos mercados, con la negociación de tratados comerciales que facilitasen estas dinámicas con el apoyo de élites locales partidarias del libre comercio; negociación con frecuencia sustentada en la presión de una amenaza militar más o menos explícita e inmediata. América Latina, la decadente Turquía otomana y la propia China, cuya obstinación proteccionista impulsó a Reino Unido a imponer el libre comercio por la fuerza en un proceso que desencadenaría las guerras del opio, libradas entre 1839-1842 y 1856-1860 con resultados nefastos para China, son los mejores exponentes de este sistema de imperialismo “indirecto”. El conflicto con las autoridades chinas no fue, ni mucho menos, el único al que tuvo que hacer frente la metrópoli durante todo este período. Hasta nueve guerras coloniales de envergadura tuvieron que librar las armas británicas en esta época, imponiendo su poder por la fuerza.

En 1857, la Gran Rebelión en India pudo ser sofocada gracias a la falta de liderazgo y cohesión en los focos del levantamiento, pero puso a los británicos sobre aviso de la magnitud del polvorín. La suavización de las políticas agresivamente imperialistas llevadas a cabo hasta entonces, la tímida apertura reformista y la salida definitiva del subcontinente de la Compañía de las Indias Orientales abrieron una nueva etapa en esta colonia británica. Los conflictos con los bóers en Sudáfrica, en torno a Natal, Transvaal y Orange, o las guerras maoríes, que se prolongaron casi tres décadas en Nueva Zelanda, exigieron a la Corona británica una importante y gravosa movilización de recursos humanos y económicos.

Pero hacia 1870 el mundo estaba cambiando, y el Imperio, en consecuencia, se enfrentó a una importante transformación con implicaciones políticas, económicas e ideológicas. John A. Hobson sintetizó a principios del siglo XX los entresijos del auge de este “nuevo imperialismo” definido por una crisis interna, provocada por la desaceleración del crecimiento y la pérdida de competitividad industrial, así como por las resistencias cada vez mayores de las posiciones proteccionistas, que comenzaron a poner en peligro el acceso de Reino Unido a materias primas básicas para su subsistencia. El monopolio británico de los mares y la incontestada hegemonía política y militar del período precedente eran historia en una Europa cada vez más multipolar, frente a la recuperación francesa y el auge imparable de nuevas potencias: Alemania e Italia en primera instancia, y Estados Unidos y Japón posteriormente.

Remite al artículo Las joyas de la Corona, de José Luis Hernández Garvi, en la revista Muy Historia número 71.

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