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El monte Fuji, símbolo nipón

Símbolo religioso japonés representado en numerosas pinturas, fue fuente de inspiración para artistas europeos del S. XIX.

Iria Pena

El monte Fuji es el más alto de Japón, situado al oeste de Tokio, se ha convertido con el paso de los años en un auténtico símbolo del país nipón.

Este volcán se considera sagrado desde el siglo VII, y son diversas las religiones que le han otorgado carácter religioso, entre ellas, el budismo o el sintoísmo. Hasta finales del s. XIX, las mujeres tenían prohibido acceder a esta montaña sagrada.

Pero no sólo la religión se ha hecho eco de la belleza de este lugar; también lo hizo la cultura popular, que le dio la importancia que merecía retratándolo en numerosas ocasiones, como en la famosísima Gran ola de Kanagawa, que forma parte de la colección de grabados Treinta y seis vistas del monte Fuji que realizó en el S. XIX el artista Katsushika Hokusai (1760-1849).

Esta estampa japonesa de estilo ukiyo-e (técnica de estampa japonesa característica del período Edo) se hizo muy popular en el S. XIX entre los pintores europeos, que comenzaron a coleccionar este tipo de dibujos. Van Gogh, Degas, Climt, Renoir o Monet se verían muy influenciados por este arte oriental.

Esta gran ola llegaría también a la música, ya que el compositor francés Claude Debussy se vería inspirado por esta mientras componía La mer, una obra para orquesta que llevaría este dibujo en la portada de la partitura.

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