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La ambición faraónica del Imperio Nuevo

En nombre de su hijastro Tutmosis III, con el que contrajo matrimonio siendo éste un niño, Hatshepsut gobernó Egipto.

La corte había dado por supuesto que, cuando su pequeño marido alcanzara la edad adulta, ella pasaría a un papel secundario. Sin embargo, durante los años de corregencia, Hatshepsut adquirió gran popularidad, ofreciendo cargos importantes a los hombres que la respaldaban. Su posición en la corte quedó tan reforzada que cuando decidió adoptar el papel de faraón encontró poca resistencia. Poco después hizo suyos los cinco títulos completos de los monarcas del valle del Nilo, y a partir de entonces las imágenes que la representaban la mostraban con ropas masculinas y una barba falsa.

Entre los funcionarios que la apoyaban se encontraba el sumo sacerdote de Amón, Hapuseneb, responsable de construir su tumba en el Valle de los Reyes. Pero el más poderoso de sus protegidos fue Senenmut, que además de administrador en jefe era el gestor de las fincas de Amón y supervisor de todas las obras reales. Fue el organizador de los dos grandes logros de Hatshepsut: la expedición a las tierras de Punt y el transporte de obeliscos de Asuán a Tebas por medio de balsas de cien metros de largo por treinta de ancho. En el Antiguo Egipto se denominaba Punt a “la tierra de Dios” (probablemente Etiopía o Eritrea), una región que proporcionaba a Egipto maderas exóticas, mirra y oro.

A la muerte de la mujer-faraón, su hijastro, Tutmosis III, tuvo que enfrentarse a una coalición de príncipes de Siria y Palestina encabezada por la ciudad de Kadesh, que a su vez recibía el apoyo del reino de Mitani. Tutmosis derrotó al enemigo en la batalla de Meggido (Palestina), haciéndose con un fabuloso botín de casi 900 carros de batalla, dos mil caballos, pertrechos y armas. La victoria lo animó a continuar la guerra hacia Siria, a la que derrotó, convirtiendo a Egipto en la potencia más poderosa del momento.

El papel preponderante de Egipto en el complejo tablero estratégico de Oriente Próximo se mantuvo durante tres generaciones, una vez alcanzado su apogeo con Tutmosis IV, que llegó a una alianza diplomática con Mitani, casándose con una hija del monarca de ese reino. Los historiadores afirman que fue el primer pacto internacional documentado de la Historia. Su objetivo fue garantizar la supervivencia de ambas potencias frente a otros enemigos, como el reino hitita, que volvía a dar muestras de gran vitalidad en Anatolia.

Esa política exterior fue seguida por Amenofis III, que supo mantener el complejo equilibrio internacional que puso en marcha Tutmosis IV. En cuanto a la política doméstica, el faraón frenó el poder que detentaban los sacerdotes de Amón en la ciudad de Tebas, que competía con el de la casa real. Su primera medida fue fusionar a los dioses Amón y Ra en una sola figura, la de Amón-Ra, lo que incrementó la independencia teológica del faraón respecto del clero.

Remite al dossier Crónica del Egipto faraónico, de Fernando Cohnen. en la revista Muy Historia número 69.

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