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Kati Horna, fotorreportera de guerra

La fotógrafa húngara retrató la vida cotidiana durante la Guerra Civil Española.

Iria Pena

Natural de Hungría, a los 19 años decide viajar a Berlín para conocer al escritor Bertolt Brecht, integrándose en su círculo en 1931. Además, fue en Alemania donde frecuentaría a László Moholi-Nagy, conociendo de primera mano los entresijos de la considerada fotografía moderna. A su regreso a Budapest aprendería el oficio de fotógrafa de József Pécsi, forjándose desde ese momento una carrera imparable y una mirada amable y melancólica hacia lo cotidiano.

En 1932 huye a París, y será aquí donde su carrera despegue. Conseguirá realizar sus primeros reportajes gráficos para Agence Photo: “El mercado de las pulgas” (1933) y “Los Cafés de París” (1934). En estas series se verá ya una de las claves de la fotografía de Horna, el objeto como protagonista, estando éste al mismo nivel que las personas.

En París entrará en contacto con los surrealistas de donde surgirán colaboraciones muy interesantes. Así, junto al dibujante alemán Wolfgang Burger, crea una serie de historietas con verduras y huevos. Burger se encargaba de humanizar dichos objetos dibujándoles caras, poniéndoles brazos y piernas con alambres, mientras que Horna fotografiaba. De ahí saldrá la serie “Hitlerei” (1937), en la que ambos artistas realizaban una caricatura de la figura de Hitler, representado por un huevo dando un discurso, que en un momento dado es aplastado por un dedo índice.

A principios de 1937, durante la Guerra Civil española, el gobierno republicano le encarga a Kati Horna la realización de un álbum para el Comité de Propaganda Exterior, por lo que la fotógrafa se trasladará a Barcelona. Entre marzo y abril de 1937 retrató para la CNT-FAI la División de Ascaso, al Frente de Aragón y los pueblos colectivizados. Comprometida con la causa anarquista, en junio ingresó como redactora de la revista Umbral y a partir de entonces participó activamente en la revista de acción cultural al servicio de la CNT: Libre Studio, así como en Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Mujeres Libres.

Horna, a pesar de realizar un trabajo de fotorreportera, no retrató la guerra de manera clásica. No buscaba la muerte ni el combate, tampoco al miliciano de Capa. La húngara perseguía la vida, la humanidad, la sensibilidad y la supervivencia de un pueblo en guerra. Así, retrató a civiles y a milicianos en los momentos de calma y tranquilidad, cuando las pequeñas treguas que daban las armas dejaban salir la vida cotidiana.

De su trabajo en España destaca además toda una serie de fotografías a las “madres combatientes”, una colección de imágenes para un artículo de la revista Umbral escrito por Lucía Sánchez Saornil.

La Revista Umbral no sólo le dio una importante experiencia como editora gráfica a Horna, si no que además fue el lugar donde conocería a su pareja, el pintor José Horna. Con la derrota republicana ambos huirán a México, donde se asentarán definitivamente. Allí se unirán a los surrealistas mexicanos, formando parte indispensable de la vanguardia mexicana junto con otros artistas como Leonora Carrington o Remedios Varo.

México le permitió a Horna desarrollarse como fotógrafa participando en numerosas publicaciones (Nosotros; Mujeres; México This Month; S.nob; Diseño…) e impartiendo clases de fotografía en la Escuela de Diseño de La Universidad Iberoamericana o en la Escuela de Diseño y Artesanías, en la Antigua Academia de San Carlos. Fue al otro lado del atlántico donde Horna desenvolvería un prolífico trabajo, realizando tanto reportajes como trabajos más personales, destacando, entre otros: La Castañeda (1945), Fetiches de S.nob (1962), Sucedió en Coyoacán (1962), Mujer y Máscara (1963) o Una noche en el sanatorio de muñecas (1963).

Kati Horna falleció en México en el año 2000, dejando un legado bastísimo impregnado por una sensibilidad infinita. Poco a poco, en este lado del atlántico, su figura va adquiriendo importancia. En España, tenemos la suerte de contar con las fotografías de la guerra civil que realizó Kati Horna, adquiridas por el estado en 1983, en la actualidad pertenecen al Archivo General de la Guerra Civil Española.

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