¿Qué personalidad tenía Isabel la Católica?
La culta, sufrida y devota Isabel parecía tener muy claro lo que quería y lo que no quería. Ya se sabe: así llega uno a donde le place, aun a costa del agravio de los demás. Cuando se trataba de poner o imponer el orden que ella consideraba justo, su católica clemencia daba paso a una férrea inflexibilidad, y entonces no atendía ni a sus propios escrúpulos ideológicos ni al potencial sufrimiento de los otros. Su dureza en algunas ocasiones sorprendió e incluso llegó a alarmar.
La culta, sufrida y devota reina Isabel parecía tener muy claro lo que quería y lo que no quería. Ya se sabe: así llega uno a donde le place, aun a costa del agravio de los demás. Cuando se trataba de poner o imponer el orden que ella consideraba justo, su católica clemencia daba paso a una férrea inflexibilidad, y entonces no atendía ni a sus propios escrúpulos ideológicos ni al potencial sufrimiento de los otros. Su dureza en algunas ocasiones sorprendió e incluso llegó a alarmar. Fue así en Sevilla, donde acudió con anterioridad a Fernando para dejar clara la supremacía monárquica en el sur. La maquinaria entró ya en funcionamiento a su llegada: un elegante y ostentoso cortejo la condujo desde el Guadalquivir hasta los Reales Alcázares en una procesión que dejó a todos boquiabiertos y que duró cuatro horas.
Los desmanes de autoridad debidos al enfrentamiento entre los dos grandes linajes de la ciudad, los Medina Sidonia y los Ponce de León, fueron acallados con una represión en la que no cupo miramiento alguno. Tanto así que algunos consejeros y el mismo Fernando, cuyo cortejo de llegada también tardó cuatro horas en cruzar la ciudad, tuvieron que aconsejarle que se refrenase.
Miguel Mañueco