Técnicas de datación arqueológica
Hasta los años cincuenta del siglo pasado, los precarios medios tecnológicos casaban mal con las incontables lagunas de un escenario arqueológico estándar.
Desde el final de la II Guerra Mundial la Arqueología ha alcanzado la mayoría de edad, y cada vez tenemos más instrumentos para ubicar un hallazgo en el tiempo, con el uso combinado de los métodos tradicionales de datación relativa y los más modernos orientados a la datación absoluta.
Ahora bien, para interpretar el “cuándo” de un yacimiento, el arqueólogo está obligado a sumergirse en un sinfín de ciencias auxiliares tales como la geología, la antropología, la física o genética, encarnando como nadie la figura de un científico multidisciplinar en pos de descifrar el enigma del tiempo.
Hasta los años cincuenta del siglo pasado, los precarios medios tecnológicos casaban mal con las incontables lagunas de un escenario arqueológico estándar. Para sortear estas limitaciones e ir más allá del silencio cronológico de la mayoría de hallazgos arqueológicos, se perfeccionó el arte de leer el contexto y de establecer principios asociativos.
Frente a la imposibilidad de definir mecanismos para determinar una cronología absoluta, se apostó por desarrollar estrategias de datación relativa para plantear criterios objetivos y sistemáticos que pudieran establecer si un objeto es más antiguo o más reciente en relación a otro dentro de un determinado contexto arqueológico.
Más información en el artículo El túnel del tiempo, escrito por Roberto Piorno. Puedes leerlo completo en el último número de Muy Historia, dedicado a Grandes Hallazgos Arqueológicos.
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