Francisco Javier Ayala-Carcedo: "España se quedó atrás por su clima y situación geográfica"
"España se quedó atrás por su clima y situación geográfica"Este geólogo burgalés de 53 años, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York, cree que apoyando la investigación superaremos nuestro retraso tecnológico.
Es un ilustrado del siglo XXI que en sus paseos por la Sierra de Guadarrama de Madrid relee el Ser y Tiempo de Heidegger y recoge setas. "Soy un incansable recolector desde hace muchos años. La micología me fascina", cuenta con un hablar claro. "Todo es naturaleza. Si nos diéramos cuenta, evitaríamos muchos problemas", añade con emoción contenida. Además de numerosos artículos en publicaciones especializadas españolas y extranjeras, y de escribir diversas obras sobre geología, ambiente y clima, ha coordinado la Historia de la tecnología en España, un magnífico trabajo en el que han participado más de cincuenta expertos de diferentes disciplinas.
-¿Por qué es tan importante la geografía o el clima, en definitiva, la naturaleza, para la comprensión de la Historia de la tecnología?
-El ambiente selecciona de forma no aleatoria, es decir, conserva lo que sirve para sobrevivir. No han sido los factores psicológicos ni la raza, como creen algunos, los que influyen en el desarrollo de la humanidad, sino la geografía, el clima o las otras comunidades. Los humanos somos básicamente iguales. Son las diversas oportunidades ambientales las que nos hacen diferentes frente al desarrollo.
-En la actualidad, no se da un desarrollo sostenible del suelo pese a su importancia. ¿Por qué existe tan poca conciencia de su valor?
-La agricultura es una actividad que ha roto los equilibrios naturales y que ha hecho retroceder los ecosistemas forestales. En España, por ejemplo, en el año 1900 casi dos tercios de la población vivían en el campo. Y ésta ha sido una realidad histórica en casi todo el mundo durante cinco milenios. Cualquier cuestión que tuviera relación con el rendimiento agrario adquiría una enorme importancia social y económica y una gran relevancia desde el punto de vista de la ciencia y de la tecnología. Así, para que se diera la Primera Revolución Industrial era necesaria la existencia de la Revolución agraria que tuvo lugar en el siglo XVIII. Ésta sólo se podía realizar en países con un clima templado. En España intentaron promoverla los ilustrados, pero el clima no permitía que prosperase. Fallaba además otro factor: en España no hay carbón de calidad barato. Y la revolución industrial no se podía hacer sin carbón.
-Tal como se dice en su libro, parece que no hay desarrollo tecnológico sin prosperidad económica.
-La ciencia moderna se desarrolla a partir del siglo XVII, a partir de lo que se llama la Revolución científica, y no es casual que suceda en los países más avanzados de Europa: Francia e Inglaterra. Sólo sobre una base de carácter geográfico y económico se construye una cultura, una ciencia y una técnica.
-¿Qué innovaciones tecnológicas han contribuido más a transformar nuestras costumbres?
-En la Primera Revolución Industrial, la máquina de vapor, que fue utilizada en el desarrollo de la minería, los textiles, el ferrocarril y el transporte. La Segunda Revolución Industrial, entre 1885 y 1960, tiene una base energética nueva. Se deja el carbón y se comienza a utilizar el petróleo. La aplicación de este combustible posibilita la aparición de los aviones, el automóvil o las carreteras modernas. La electricidad es la otra gran innovación de esta revolución.
-¿Por qué se habla de un desarrollo insostenible del territorio español o europeo pese a las innumerables subvenciones agrícolas?
-Son precisamente las excesivas subvenciones las que contribuyen a la larga al empobrecimiento de los suelos. Además, los malos regadíos provocan indirectamente el deterioro de nuestros ríos. Si Europa dedicara sólo la mitad de estas subvenciones a la investigación, reduciríamos la distancia con EEUU y contribuiríamos al desarrollo de los países pobres abriendo más nuestros mercados agrícolas.
-¿Está España preparada para entrar en la Revolución digital?
-La debilidad en investigación es una amenaza para el futuro estratégico del país. En los últimos años, el elemento más importante de cara a la investigación científica fue la Ley de la Ciencia de 1986. Desde que se puso en marcha, los indicadores de producción científica han mejorado espectacularmente. De hecho, se han duplicado las aportaciones presupuestarias. Mientras en 1985 se invertía un 0,45 por 100 del PIB en I+D, en 1991 se dedicaba un 0,85 por 100. Pero los años 90 fueron una década perdida, porque no se aumentó la inversión, que hoy sigue en el 0,9 por 100 frente al 2 por 100 de media en la Unión Europea. En estos años sólo ha habido un elemento esperanzador: la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología en 2000. El problema no es sólo de presupuestos, sino también de reestructuración.
-¿Y cuáles son las causas históricas de nuestro atraso tecnológico?
-Desde el siglo XVII, España lleva retraso en lo científico y tecnológico debido a su clima, relieve, acceso a los combustibles y su carácter periférico, que la apartan de la Revolución agrícola y de la Primera Revolución Industrial. Además, España y Portugal han sido una singularidad en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. La gente, deslumbrada por el desarrollo de los años 60, no se da cuenta de los costos que tuvo el franquismo. La Guerra Civil supuso una pérdida del 30 por 100 del PIB. Además, España se quedó al margen del proceso de reconstrucción europea nacido a partir de 1947, no se benefició del Plan Marshall por haber simpatizado con Alemania y se quedó fuera de la CEE durante 30 años.
-Sin embargo, tal como se indica en la Historia de la Tecnología en España, a principios del siglo XX hubo figuras innovadoras, como Torres Quevedo, que diseñó el dirigible semirrígido, o Juan de la Cierva, que inventó el autogiro.
-Aun sí la Guerra Civil y el franquismo cortan ese posible avance y aunque hoy España es un país desarrollado, está atrasado científica y tecnológicamente. No obstante, también es bueno reconocer los logros: Jerónimo de Ayanz, administrador general de Minas en la época de Felipe III, fue el primer inventor de una bomba de vapor práctica y el primero que ideó un aparato de aire acondicionado; Jorge Juan incorporó la mecánica newtoniana al diseño de buques; Lanza y Betancurt escribieron el primer gran tratado de diseño de máquinas publicado en la Escuela Imperial Francesa... Pero también es nuestro deber asumir la realidad. Nuestro compromiso como científicos sólo puede ser con la verdad, con sus luces y sombras.
-Hoy los investigadores españoles producen individualmente más que la media de los europeos. ¿Qué es, pues, lo que falla?
-Falla el sistema. No es lo mismo tener un retraso hoy que hace 50 años. Los empresarios suelen tomar sus decisiones considerando el mercado mundial de patentes, en el que España representa sólo un 18 por 100, veinte veces menos que Alemania o seis veces menos que Francia, así que elige la opción extranjera porque le es más barata.
-Más barata a corto plazo.
-Desde luego. Producir con investigación propia permite una gran ventaja competitiva. Sin embargo, todos pueden comprar una licencia. Por eso es necesario que se tome conciencia de la importancia de invertir en investigación.
-¿Qué transformaría en las estructuras de las actuales instituciones científicas de España?
-Lo fundamental es lograr un pacto social por la convergencia científica y tecnológica que comprometa a Gobierno, empresarios y sindicatos a aumentar hasta el 2 por 100 la inversión en investigación y desarrollo en diez años para equipararnos con la media de la Unión Europea.
-Sin embargo, algunas Comunidades Autónomas, como la de Madrid, invierten hasta un 1,65 por 100 en I+D.
-Sí, pero ese hecho se debe más al centralismo que a una tradición empresarial concienciada del valor de la investigación. En Cataluña, sin embargo, hay un mayor equilibrio entre lo científico y lo empresarial. En el País Vasco, que está por delante de Cataluña en lo que se refiere a inversión en I+D, el 70 por 100 de los fondos de investigación son fondos empresariales. El País Vasco tiene una estructura de la inversión en investigación homologable a la de EE UU.
-¿Cuál es el papel de la educación en el cambio de mentalidad de empresarios, políticos y científicos?
-Muy importante. Es preciso introducir más Ética, Historia, Humanismo y Filosofía en los programas de formación. En lo que se refiere al colectivo de científicos e ingenieros sería bueno que la Historia y la filosofía de la Ciencia y de la Técnica formase parte de sus programas de estudios, ya que hoy ejercen un poder mayor en nuestra sociedad.
-¿En qué campo de la tecnología podría convertirse España en potencia en el siglo XXI?
-En la tecnología de la desalación, por ejemplo. Pero no lo conseguiremos si entra en vigor el Plan Hidrológico Nacional. El trasvase Ebro-Levante es económica y ecológicamente insostenible y priva a este país de la posibilidad de ser la potencia mundial en tecnología de desalación ecológica. Además, las obras hidráulicas tienen unas enormes desviaciones presupuestarias. Por ejemplo, 60 pesetas por metro cúbico de agua trasvasada se convertirían en 100 en Almería y si a esto añadimos las previsibles desviaciones presupuestarias, se alcanzarían las 150 pesetas por metro cúbico. La desalación, por su parte, es más barata, ya que se puede hacer a 90 pesetas por metro cúbico y es modulable, esto es, las plantas se construyen según se van necesitando y se hacen funcionar con energía solar y eólica. El Plan Hidrológico es, sin embargo, una oportunidad para la tecnología de riego.
-La Inteligencia Artificial es uno de los campos de investigación con más empuje. ¿Cómo afectará esta tecnología a nuestro desarrollo?
-Quienes trabajan en IA creen que el futuro será de esta inteligencia inorgánica. Así será si seguimos como hasta ahora. ¿Es más inteligente el ser humano actual que un ateniense de la era de Pericles? No. ¿Es más inteligente un ordenador actual que los de hace 10 años? Sí. Es muy posible que en el año 2030 haya sistemas tan inteligentes como nosotros. ¿Cómo podremos controlar y pretender ser superiores a una inteligencia superior a la nuestra?
-Quizá no deberíamos haber probado la fruta del Árbol de la Ciencia...
-Aunque hiera nuestro orgullo, somos fruto más de la necesidad que de la elección. Es la evolución orgánica la que nos ha puesto aquí, y la Revolución informática es necesaria para el aparato productivo. Quizá haya que pensar en introducir regulaciones que limiten el desarrollo de la IA como hoy regulamos el comercio. Por otro lado, debemos tratar de afianzar las instituciones universales, como la ONU. ¿Cómo evolucionará este siglo XXI? ¿Hacia el fortalecimiento de sus instituciones universales o hacia un retorno al sistema político de potencias, con el que se rompería la incipiente vertebración universal que ha constituido la mayor aportación del hombre a la política desde la Segunda Guerra Mundial? Todo indica que tomará el segundo camino.
-¿Cuál será el papel de la Filosofía de la Ciencia en este delicado periodo histórico?
-Será cada vez más importante, porque hoy afloran problemas conceptuales con un gran componente filosófico. Ahí está la teoría de las supercuerdas y la mecánica cuántica. Estos dos conceptos significan una ruptura de las concepciones de sentido común del mundo. Pienso que el pensamiento filosófico ha de reflexionar sobre el ser y el tiempo que tanto preocuparon a Heidegger. Ambos están relacionados. Uno no puede existir sin el otro.
Juana Vera
Esta entrevista fue publicada en noviembre de 2001, en el número 246 de MUY Interesante.