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La Orquesta Roja, espías soviéticos en el corazón del Reich

La Orquesta Roja fue una red de espionaje organizada por un agente soviético que operó en Alemania y otros territorios europeos ocupados por los nazis.

Desde hace siglos, las guerras se libran en dos frentes: el de batalla y el de casa. En uno tienes al enemigo cara a cara, lo distingues por el uniforme y sabes que tienes que vencerlo antes de que te venza a ti. En el otro tus armas son la economía, la inestabilidad social y la valiosa información que puedas obtener entre susurros y engaños. La Segunda Guerra Mundialno fue diferente y mientras los soldados de ambos bandos se mataban mutuamente en el barro, los espías sonreían a su objetivo con la esperanza de sonsacarle esa pieza del rompecabezas que les faltaba. En ese submundo de informadores e identidades falsas hubo un grupo que, bajo bandera soviética, logró infiltrarse en el mismísimo corazón del Tercer Reich. Esta es la historia de la Orquesta Roja.

La Rote Kapelle (Orquesta Roja o Capilla Roja en alemán) fue bautizada así por los agentes de la Gestapo que la investigaban debido a que sus integrantes trabajaban con gran coordinación y meticulosidad. Esta red nació en Bélgica en el año 1939 de la mano de Leopold Trepper (se desconoce su auténtico nombre), agente del NKVD soviético que llegó al país con un pasaporte canadiense y la identidad falsa de un empresario exitoso. Este método sería muy habitual para lograr infiltrar a agentes de campo en otros países y poco a poco Trepper construiría una red de espionaje que se extendía por Francia, Bélgica, Suiza y la mismísima Alemania. Hay que señalar que, aunque muchos miembros de la Orquesta Roja eran agentes soviéticos, la organización incluía  a gente de toda clase e ideología (judíos, católicos, conservadores e incluso algún oficial nazi) cuyo objetivo común era lograr la caída del Tercer Reich y la derrota de Hitler.

Imagen: Wikimedia Commons.

Orquesta RojaImagen: Wikimedia Commons.

Las distintas divisiones de la Orquesta Roja trabajaban en campos y aspectos muy variados. Mientras que unos se centraban en colarse dentro de la jerarquía nazi y obtener información clave (por ejemplo en Suiza, donde el acoso de la Gestapo era menor), otros se conformaban con llevar a cabo acciones de sabotaje y subversivas colocando carteles contrarios a la ocupación. Sin duda, el gran éxito de la Orquesta Roja fue descubrir las intenciones alemanas de invadir la URSS en la Operación Barbarroja. Lo curioso es que esta información fue ignorada por las autoridades soviéticas y eso permitió a Hitler iniciar una exitosa campaña en el frente oriental. En 1941 los espías avisaron de que el objetivo principal de Hitler sería Stalingrado y, en esta ocasión, el chivatazo permitió a los soviéticos preparar las defensas de la ciudad y cambiar las tornas de la guerra.

A finales de 1941, la Gestapo detuvo a algunos miembros de la Orquesta Roja entre los que se encontraba el propio Tepper. El gobierno del Reich le ofreció actuar como agente doble y él aceptó, aunque existe la teoría de que logró alertar a la URSS de su situación, por lo que eran conscientes del doble juego que estaba llevando a cabo. Para 1944 la red de espionaje conocida como la Orquesta Roja había sido prácticamente desmantelada. Muchos de sus integrantes fueron detenidos y torturados para extraerles información y se estima que más de 150 de ellos fueron ejecutados. Otros, como Tepper, lograron ocultar su rastro y sobrevivir hasta el final de la guerra.

Cuando terminó la contienda, los agentes soviéticos que habían formado parte de la Orquesta Roja fueron reasignados a nuevos destinos o volvieron a la URSS, probablemente confiando en ser recibidos como héroes que habían cumplido con su deber. La realidad fue bien distinta. Durante los años de la guerra, muchos espías habían tenido que pasar información a ingleses y estadounidenses o habían sido capturados por los alemanes, generando una duda de traición sobre ellos. Las autoridades soviéticas y su paranoico líder, Iósif Stalin, arrestaron a muchos de sus espías y los encerraron o los mandaron a campos de trabajos forzados. El proceso de desestalinización iniciado en 1955 tras la muerte del hombre de acero les devolvería la libertad.

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