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El origen del boxeo, el deporte de la mariposa y la abeja

El deporte pugilístico vivió su auge entre los siglos XVII y XIX, pero el boxeo existía antes incluso que la Grecia de Homero.

Hay quien ve en el boxeo un deporte de caballeros. El enfrentamiento con las manos desnudas (bueno, con guantes) de dos rivales que buscan imponer su fuerza y su estrategia de una forma honorable y controlada en la que el mejor de ambos será recompensado con el dulce sabor de la victoria. Otros lo perciben como un fenómeno violento y salvaje que preserva unos valores caducos y pasados como la agresividad o el empleo de la fuerza bruta. Para gustos colores. Lo que no se puede negar es que el boxeo es un deporte célebre y, además, uno muy antiguo.

La rivalidad y el enfrentamiento físico entre personas son cosas tan antiguas como nosotros mismos pero hemos de aclarar a qué nos referimos con boxeo, incluso cuando hablamos de sus primerísimos momentos. Entendamos el boxeo como una competición mínimamente regulada o controlada en la que dos personas pelean a puñetazo limpio. Según el momento histórico y el lugar habrá más o menos normas que incluirán el uso de guantes protectores u otra clase de técnicas de combate y golpes más allá de los puñetazos.

El primer vestigio que se conserva de la existencia del boxeo es un relieve sumerio del tercer milenio antes de nuestra era. También existen esculturas e ilustraciones en Tebas (Egipto) o en Akrotiri (conocida como la Pompeya minoica), la mítica estatua del boxeador descansando (siglo I a.C.) que se conserva en el Museo Nacional Romano e incluso es mencionado en la Ilíada de Homero y en crónicas de los tiempos de Roma. El boxeo fue uno de los deportes en los que se compitió durante las Olimpiadas del año 688 a.C. y en Roma era uno de los grandes entretenimientos junto a los combates de gladiadores.

Representación de dos boxeadores luchando en el yacimiento arqueológico de Akrotiri. Imagen: Wikimedia Commons.

Boxeadores en AkrotiriRepresentación de dos boxeadores luchando en el yacimiento arqueológico de Akrotiri. Imagen: Wikimedia Commons.

Se cree que el boxeo perdió peso como deporte y pasatiempo a partir del siglo V, con la caída del Imperio Romano de Occidente y la difusión de los restrictivos valores promovidos por la Iglesia en la Europa medieval. Su resurgimiento se produjo ya en el siglo XVII y principalmente en las islas británicas y en Francia. En estos momentos las normas eran escasas y no existía una estructura clara que pudiera poner orden en este deporte, pero eso no impedía que cada combate reuniera a un más que considerable grupo de aficionados y curiosos. En 1743 el boxeador Jack Broughton, discípulo del campeón de Inglaterra James Figg, creó el primer reglamento del boxeo que incluía detalles como prohibir técnicas de lucha libre o agarres por debajo de la cintura y establecer que los asaltos duraban hasta que uno de los participantes cayera. También estableció el uso obligatorio de guantes como protección, pero estudios posteriores apuntan a que, cuando lleva guantes, un boxeador tiene una mayor tendencia a golpear en la cabeza a su rival por lo que la probabilidad de causarle daños graves es más alta.

Estas primeras normas hicieron que la popularidad del boxeo creciera, dando lugar a más luchadores que fueron probando nuevas técnicas y trasladaron la clave del boxeo de la fuerza bruta a una combinación de fuerza, velocidad y estrategia. Durante el siglo XIX los aristócratas empezaron a practicarlo y su imagen mejoró de cara a la “sociedad bienpensante”. En algunos casos, el boxeo llegó a ejercer un papel similar al de los duelos para resolver disputas o afrentas al honor. En este siglo, Europa y Estados Unidos (había llegado allí llevado por los emigrantes ingleses e irlandeses) vivieron una fiebre por el deporte pugilístico que hizo que, aun siendo ilegal en muchos casos, los combates se consintieran y no pocos se enriquecieran con ellos. Debido a lo completo que resulta físicamente, cada vez más gente lo consideraba un deporte digno y su profesionalización llegó definitivamente poco después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, el boxeo ha sufrido el mismo proceso que cualquier otro deporte en su situación: se ha regulado y ha crecido de forma estructurada y bajo la atenta mirada de asociaciones y normativas que establecían, por ejemplo, la separación de contrincantes en distintas categorías según su peso.

Combate entre Muhammad Ali y Sonny Linston por el título de campeón. Imagen: Getty Images.

Combate de Muhammad Ali contra Sonny LinstonCombate entre Muhammad Ali y Sonny Linston por el título de campeón. Imagen: Getty Images.

Personajes como el presidente Theodore Roosevelt,  el escritor Ernest Hemingway y (según su autor, Arthur Conan Doyle) el detective Sherlock Holmes eran asiduos practicantes de este deporte. En el panorama profesional, algunos de los boxeadores más destacados han sido Terry McGovern, Jack Johnson (primer campeón de los pesos pesados de color), Joe Louis, Sandy Saddler, Sonny Linston, Mike Tyson, George Foreman o, más recientemente, Floyd Mayweather, Jr. Pero el nombre por excelencia en el boxeo es el de Muhammad Ali (Cassius Clay), campeón de los pesos pesados que ganó una inmensa fama por su habilidad y por, a pesar de su tamaño, la importancia que daba a la velocidad y al moverse en el ring durante los combates. Él mismo definió su estilo de lucha como “volar como una mariposa, picar como una abeja”.

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