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Asesinos en serie: el placer de matar

En el vídeo de hoy, Eva Domínguez nos habla de algunos de los asesinos en serie más sanguinarios de todos los tiempos.

Guilles de Rais

El protagonista del famoso cuento de Charles Perrault ‘Barba Azul’ es un sádico que tiene escondidos en una habitación los cadáveres de sus esposas. Se cree que su historia esta basada en la de Guilles de Rais, quien también cometió aberrantes crímenes.

Guilles destacó por su temeridad en el campo de batalla y fue nombrado Mariscal de Francia. Además, luchó junto a Juana de Arco en la guerra, pero no pudo salvarla de su muerte, lo que le llevó a perder apoyos y esto a recluirse en el castillo de Tiffauges, donde afloraron sus instintos más perversos.

Comenzaron a desaparecer niños en la comarca y las pistas siempre llevaban a los investigadores al castillo del Mariscal, quien siempre lo negaba. La realidad es que Guilles, mantenía orgías con los niños raptados, los violaba y los torturaba hasta la muerte. Después, los decapitaba y descuartizaba, pues disfrutaba viendo los órganos de sus víctimas y besando los trozos de sus cuerpos. Fue descubierto tras raptar a un joven sacerdote, un hecho que llamó la atención del obispo de Nantes, que hizo aflorar los crímenes anteriores, lo que llevó al Mariscal a la horca en 1440.

Tomás de Torquemada

El tribunal de la Santa Inquisición se conformó en España en 1478 para preservar la ortodoxia religiosa en los reinos de los Reyes Católicos. Pasado un tiempo, como los resultados con los insurgentes no estaban siendo los esperados, se puso al frente de la organización a Tomás de Torquemada.

Una crónica de la época hablaba de él como “el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país y el honor de su orden”. Estas palabras las ganó a consecuencia de llevar a miles de personas a salas de tortura y a la hoguera.

La leyenda dice que hasta 10.000 personas fueron “purificadas” por el fuego.

Torquemada fue también uno de los impulsores de la expulsión de los judíos de 1492.

Martin Dumollard

El primer asesino en serie registrado en Francia como tal fue Martin Dumollard.  Nació en 1810, y su padre fue ejecutado cuando él tenía 8 años. Se casó con Marie-Anne Martinet y juntos se dedicaban a captar a jóvenes campesinas engañándolas con un falso trabajo de sirvientas, para posteriormente matarlas de manera violenta. Una de esas jóvenes consiguió escapar y pudo relatar a las autoridades lo ocurrido.

Durante el juicio celebrado en 1862, Martin Dumollard negó los hechos con una frialdad absoluta, pero no logró engañar al tribunal y fue condenado a muerte.  Nunca se llegó a demostrar, pero existe la leyenda de que se bebía la sangre de sus victimas, por lo que también se le conoce como el vampiro de Lyon.

Jack el destripador

Uno de los más famosos de los asesinos de todos los tiempos es Jack, y el misterio sobre la identidad de quien sembró el terror entre la niebla de Londres persiste aún en día.

Entre abril de 1888 y febrero de 1891 se cometieron once homicidios de mujeres en el barrio de Whitechapel en Londres, y cinco de los cuales tenían características muy similares: fin de semana, de noche y a final de mes. El asesino acababa con las víctimas a través de cortes en la garganta, mutilaciones en la zona genital, extirpación de órganos y desfiguración del rostro.

Las conjeturas sobre el asesino son varias, pero en 2014, el análisis de muestras de ADN encontrado en un chaleco de una supuesta víctima apuntaron a Aaron Kosminski, un peluquero polaco que padecía esquizofrenia y que fue vigilado por la policía en su tiempo. Kosminski había muerto en 1919 en un psiquiátrico.

Josef Mengele

Fue el criminal nazi por antonomasia. Era un apasionado de la genética y se aprovechó de su cargo como médico de Auschwitz para realizar experimentos con humanos, especialmente con niños, gemelos o enanos.

Algunas de sus prácticas más comunes incluían amputaciones e inoculación de enfermedades para comprobar sus efectos. Al concluir con sus sádicos experimentos, asesinaba a esas personas mediante inyecciones de cloroformo.

Tras la guerra fue prisionero de los norteamericanos, pero debido a un error burocrático quedó libre y se instaló en Buenos Aires con identidad falsa.

Algunos cazadores de nazis le siguieron la pista, lo que le llevo a vivir con temor el resto de sus días pero, finalmente, falleció de un paro cardiaco en la playa de Bertioga en 1979, logrando escapar de la acción de la justicia.

Ted Bundy

Por último, un prolífico asesino en serie americano. Ted Bundy era un ser carismático y perverso que en 1974 inició sus fechorías criminales, cometiendo violaciones y asesinatos de más de una treintena de mujeres jóvenes, principalmente universitarias. Secuestraba a sus víctimas, las violaba y maltrataba, y posteriormente terminaba con su vida.

Fue juzgado y condenado a muerte, y tras numerosos juicios prescindió de abogados y pasó a defenderse a sí mismo.

Gracias a  su carácter carismático consiguió que aplazasen su ejecución en numerosas ocasiones, una de ellas justo quince minutos antes de que se llevase a cabo. Finalmente, fue ejecutado en la silla eléctrica en enero de 1989.

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