Rafael Alberti, con el puño cerrado y la mano abierta
El poeta español, miembro de la Generación del 27, pasó gran parte de su vida en el exilio y volvió a España en 1977.
Rafael Alberti Merello nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, el 16 de diciembre de 1902. Recibió sus primeros años de educación en un colegio jesuita pero en 1917 se trasladó con su familia a Madrid, ciudad en la que despertaría su vena artística y en la que presentó sus primeros trabajos, tanto pictóricos como literarios. En 1920 ya participó en el Salón Nacional de Otoño con su pintura pero es a partir de 1922, año en que publica sus primeros versos en la revista Horizonte, cuando la poesía toma fuerza y ocupa cada vez más tiempo en su vida.
Escribe su primer libro, Mar y tierra, en 1923 y al año siguiente gana el Premio Nacional de Literatura con esta misma obra pero titulándola Marinero en tierra. En la residencia de estudiantes entabla amistad con intelectuales del momento como García Lorca, Salinas, Dalí, Buñuel, Aleixandre, Gerardo Diego o Dámaso Alonso y en 1927, ya como autor reconocido y colaborador habitual de la Revista de Occidente, participa en el homenaje que se hizo a Góngora en el tricentenario de su muerte (acontecimiento que vería nacer a la llamada Generación del 27). En estos años se produce el momento de mayor esplendor en la obra poética de Alberti ya que publica La Amante (1925), Cal y canto (1926) o Sobre los ángeles (1927).
La obra de Alberti sufrió de numerosos cambios conforme el autor gaditano maduraba como poeta. En sus primeros textos se puede apreciar con relativa facilidad la influencia de autores clásicos como Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora o Gustavo Adolfo Bécquer y de otros más próximos a él como Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Su afiliación al Partido Comunista genera en el poeta una concienciación y le lleva a convertir su obra en un arma de denuncia social llegando a considerar sus trabajos anteriores como “una contribución irremediable a la poesía burguesa”. Casi al mismo tiempo empezaría a incorporar a sus poemas un tono irónico y ácido.
Durante la guerra, participa en la Alianza de Intelectuales Antifascistas y colabora con María Teresa León y otros intelectuales en el salvamento de las obras de arte como Las Meninas o el Carlos V de Tiziano de instituciones como el Museo del Prado. En 1939, con la derrota de los republicanos en la Guerra Civil, se exilia a Argentina y permanece allí hasta 1962, cuando marcha a Roma. Durante estos años sigue publicando sus poemas y en sus viajes adquiere una gran fama y reconocimiento internacional.
Alberti pudo regresar a España en 1977 y sus primeras palabras al descender del avión fueron “me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles”. Participó activamente en causas sociales y políticas y continuó su labor literaria hasta su muerte el 28 de octubre de 1999.