Luces y sombras de Yasser Arafat
El político y guerrillero palestino murió el 11 de noviembre de 2004. Recibió el Nobel de la Paz en 1993 por sus esfuerzos en poner fin al conflicto con Israel.
Admirado y odiado, héroe y villano. Pocos personajes de la historia reciente pueden llegar a resultar tan polémicos como lo fue Yasser Arafat, líder político y símbolo indiscutible de la causa palestina. Su pasado como guerrillero y su posterior intento de alcanzar una paz y convivencia duradera entre los estados palestino e israelí hacen que, dependiendo qué época de su vida se trate o a través de qué ojos se mire el problema, se apreciarán más sus luces o sus sombras.
Nacido en Jerusalén en 1929, se encontraba realizando sus estudios de ingeniería civil en El Cairo cuando estalló la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948) y decidió viajar a Gaza para combatir junto a los Hermanos Musulmanes egipcios. Su implicación en la causa política palestina se manifestó muy pronto, siendo nombrado presidente de la Liga de Estudiantes Palestinos entre 1952 y 1956 y a los pocos años, exiliado en Kuwait, fundó la asociación político-militar Al Fatah. Esta asociación comenzaría constituyendo uno de los principales organismos de resistencia palestinos y formando a sus fedayines (comandos de combate palestinos) para enfrentarse a Israel por la vía armada y a través de acciones terroristas y técnicas guerrilleras.
En 1967 surgiría la Organización por la Liberación de Palestina (OLP) de la cual Yasser Arafat se convertiría en líder absoluto y representante de la lucha por la creación de un estado independiente para los palestinos. La institucionalización del movimiento no limitó las tensiones y enfrentamientos entre ambos países, los cuales acabarían por enmarcarse en luchas de poder todavía mayores dentro del contexto de la Guerra Fría. Durante los 70 y 80, la figura de Arafat fue ganando prestigio internacional y muchos países comenzaron a limitar su apoyo a Israel y a pedir un final justo para la guerra. Hay que destacar el aclamado discurso que el líder palestino pronunció ante la ONU en 1974.
La década de los 90, con el desmoronamiento de la URSS y el fin de la Guerra Fría, supuso una oportunidad sin precedentes para que ambos países llegaran a un acuerdo y Yasser Arafat prefirió redirigir sus esfuerzos al diálogo antes que al uso de las armas. Con críticas tanto internas como externas, el líder palestino inició unas negociaciones que incluirían la Conferencia de Paz de Madrid, los acuerdos de Camp David y la firma del Tratado de Oslo. En 1993, Arafat, Shimon Peres y Isaac Rabin recibieron el Nobel de la Paz por esto.
Aun con todas las buenas intenciones de las que hicieron gala, la Segunda Intifada (rebelión popular ocurrida en el 2000 contra las fuerzas de ocupación israelíes) devolvió el papel de terrorista a Arafat a ojos de Estados Unidos e Israel, quienes decidieron sitiar la sede de la Autoridad Nacional Palestina (el Mukata) en Ramala durante dos años. Cuando el cerco se levantó, Arafat se encontraba enfermo y fue trasladado rápidamente al hospital militar de Percy, Francia. Allí moriría, según la teoría por enfermedades, causas naturales o envenenamiento; el 11 de noviembre de 2004.