El arzobispo de Canterbury, Tomás Becket, es asesinado
El 29 de diciembre de 1170 es asesinado Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, por cuatro caballeros y por mandato del Enrique II de Inglaterra.
El 29 de diciembre de 1170 es asesinado Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, por cuatro caballeros y por mandato del Enrique II de Inglaterra.
¿Cómo surgió este sorprendente crimen? ¿Y qué papel jugó el rey Enrique II, intencionalmente o no?
Durante la década de 1150, Enrique II Plantagenet, adquirió un vasto conglomerado de tierras antes de su coronación como rey Enrique II en 1154. Enrique II tuvo un largo reinado de 35 años hasta la fecha de su muerte en 1189 y fue, en ciertos aspectos, un gobernante bastante exitoso. Llegó al trono después de casi 20 años de guerra civil entre su madre, Matilda y el rey Esteban de Inglaterra, y logró deshacer gran parte del daño que había sufrido Inglaterra durante la guerra. Sus innovaciones en la justicia real sentaron las bases para el derecho consuetudinario inglés, en muchos aspectos. Pero su largo reinado no estuvo exento de grandes problemas. Uno de ellos, el asesinato del arzobispo de Canterbury, Tomás Becket.
Becket fue un hombre de extremos: hijo de un comerciante de Londres, en su juventud, fue un joven exuberante, orgulloso, egoísta y arrogante, vanidoso y ansioso por ser complacido, pero posteriormente se convirtió en uno de los arzobispos más piadosos y devotos del siglo XII.
A pesar de sus diferencias de estatus, el mejor amigo de Becket era Enrique, quien posteriormente fue coronado rey. Cazaban y jugaban al ajedrez juntos; eran tan cercanos que decían que los dos hombres "tenían solo un corazón y una mente".
Cuando a la edad de 21 años Enrique se convirtió en rey, Becket se convirtió en su canciller. Ambos trabajaron incansablemente para llevar la ley y el orden al reino de Inglaterra.
Una vez que Becket fue nombrado arzobispo de Canterbury, la buena relación entre Tomás y Enrique parecía haber llegado a su fin. El arzobispo fue convocado a juicio por el rey: en el Consejo de Northampton (6 al 13 de octubre de 1164), estaba claro que Enrique tenía la intención de arruinar y encarcelar o forzar la renuncia del arzobispo (alentado por algunos obispos, entre ellos Gilbert Foliot, obispo de Londres. Becket consiguió huir gracias a que iba disfrazado y se refugió con Luis VII de Francia. El papa Alejandro III lo recibió con honor, pero dudó en actuar decisivamente a su favor por temor a arrojar a Enrique a los brazos del emperador del Sacro Imperio Romano Federico I y su antipapa, Pascual III.
Su exilio duró seis años.
En 1170, se le permitió a Becket regresar a Inglaterra, pues el rey creía que los problemas entre los dos habían quedado atrás, pero no fue así. Casi desde el mismo momento en que Becket pisó suelo inglés, reanudó sus ataques contra Enrique II y continuó denunciando las formas en que Enrique II interfirió en asuntos que pertenecían únicamente a la iglesia.
La leyenda cuenta dice que Enrique II se exasperó tanto por Thomas Becket que un día, en público, vociferó: "¿Nadie me librará de este turbulento sacerdote?". Cuatro de sus caballeros recogieron el testigo; viajaron a Canterbury y asesinaron a Thomas Becket en la catedral, el 29 de diciembre de 1170.
Los eclesiásticos convirtieron la tragedia en una ventaja. Aclamando a Becket como mártir que había muerto defendiendo la iglesia y las prerrogativas eclesiásticas contra los entrometidos gobernantes seculares. Fue canonizado como santo en un tiempo récord, y la catedral de Canterbury se convirtió rápidamente en uno de los santuarios más populares de Europa.
El 29 de diciembre de 1800 nacía en New Haven, Connecticut (EE. U.U.), Charles Goodyear, conocido en nuestros días por ser el inventor del látex. Goodyear descubrió la vulcanización del caucho tras cinco años de investigación. Este proceso conduciría al desarrollo de un nuevo material, el caucho vulcanizado, con el se fabrican objetos que usamos a diario como los neumáticos o los preservativos.
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