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Las estatuas del Partenón

Las estatuas del Partenón constituyen unos de los grupos escultóricos más significativos de la antigüedad.

Se cuentan entre los objetos arqueológicos que reciben más visitas turísticas y son uno de los conjuntos patrimoniales de mayor relevancia de la Grecia antigua. Las estatuas del Partenón están constituidas por una serie de mármoles que decoraban el famoso templo de la acrópolis dedicado a la diosa Atenea Pártenos, patrona de Atenas. Fueron elaboradas en el taller del escultor Fidias, según testimonia Plutarco en Vida de Pericles, durante el siglo V a.C., período de máximo esplendor y poder del político ateniense en la ciudad. En origen, las figuras esculpidas se colocaron a lo largo del friso, de unos 160 metros de longitud, así como en los frontones y las metopas del monumento original.
Los mármoles del Partenón, sin embargo, no permanecieron en el contexto para el que había sido creados. El edificio del Partenón se reconvirtió en iglesia durante el siglo VI d.C., momento en el que algunas de las estatuas clásicas se dañaron o se destruyeron. Una explosión en el edificio ocurrida durante los enfrentamientos entre griegos y venecianos a finales del siglo XVII, por otro lado, también produjo destrozos irreparables en la estatuaria del edificio. Pero esto no es todo.
A principios del siglo XIX, el séptimo conde de Elgin, Thomas Bruce, se apropió de aproximadamente la mitad de las estatuas y las llevó a Gran Bretaña, de ahí que el conjunto se conozca también como los Mármoles de Elgin. Grecia estaba entonces bajo el dominio otomano y el gobierno turco había dado autorización a los ingleses para que tomasen estos bienes arqueológicos. Bruce se encargó de transportar las estatuas por mar hasta las islas británicas y, si bien algunos sectores vitorearon el acto, otros muchos criticaron la apropiación de los mármoles. El propio Lord Byron lo definió como un acto de vandalismo y Thomas Bruce acabó vendiendo las estatuas al Museo Británico de Londres, donde se han expuesto durante más de dos siglos. Otra parte de las estatuas originales del Partenón se conservan en el Museo de la Acrópolis de Atenas, mientras algunos fragmentos se encuentran en instituciones museales de ciudades como París y el Vaticano.
El friso, que se situaba en el interior de la columnada, se disponía a lo largo de las cuatro paredes del edificio. En él se representa una procesión religiosa constituida por un gran número de jinetes a caballo, carrozas y distintas figuras de poder como los arcontes y los ancianos de Atenas. También aparecen representadas categorías profesionales como las tejedoras y los músicos, y miembros del personal religioso como sacerdotisas que portan objetos del culto. En el friso se incluyen, igualmente, divinidades del panteón griego entre las que destaca Zeus, cabeza del Olimpo.
En los frontones (los remates triangulares de la fachada) y las metopas (los paneles rectangulares que se sitúan entre los triglifos del friso) se posicionan escenas tomadas de los mitos griegos. Los habitantes de la antigua ciudad de Atenas, al recorrer la acrópolis, habrían podido observar la famosa cabeza del caballo de la diosa lunar Selene, así como las amazonomaquias (luchas entre griegos y amazonas), las gigantomaquias y las batallas entre los centauros y los lápitas.
¿Qué función tenían las estatuas del Partenón? Se considera que el programa iconográfico del templo buscaba transmitir un mensaje de unión y armonía. El interés por representar luchas y batallas en las metopas se ha interpretado como una manera de celebrar la victoria de Atenas y la Liga de Delos sobre los persas tras las Guerras Médicas que se desarrollaron durante la primera mitad del siglo V a.C. Se expresaría así la victoria del orden ciudadano sobre el caos que, desde la perspectiva griega, representaban los centauros, los gigantes y las mujeres combatientes. Las escenas del friso, por su parte, se han entendido de distintas formas. Se han tomado como representaciones de competiciones deportivas, como alusiones al mito de la fundación de la ciudad de Atenas y también como un acto de conmemoración tanto de las batallas como de la victoria final en la guerra contra los persas.

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