Las representaciones en el arte del nacimiento de Cristo, así como de la adoración de los Reyes Magos, cuenta con una historia de más de 15 siglos. Cuando, bajo el auspicio del emperador Constantino, se fijó el 25 de diciembre como la fecha de la natividad de Jesús, las narraciones vinculadas a su nacimiento cobraron una mayor relevancia en el pensamiento teológico, la liturgia y el calendario de festividades religiosas. También las artes plásticas reflejaron este interés por dar forma, a través de la pintura, la escultura y las artes decorativas, a los primeros momentos de vida del Mesías cristiano.
Las primeras expresiones artísticas de este tipo se produjeron en época paleocristiana en las catacumbas que sirvieron a los primeros fieles de la nueva religión como refugio. Junto a escenas del nacimiento centradas, sobre todo, en las figuras de la virgen con el niño, cobraron una relevancia pareja las escenas de la epifanía, la adoración de los Magos con la que la tríada real culminó el viaje desde Oriente siguiendo la estrella. El pasaje que narra la llegada de los magos al pesebre en el que yace Jesús, y que está contenido en el Evangelio de San Mateo, inspiró numerosas obras de arte y se convirtió en una de las escenas bíblicas más representadas.
Frescos e iluminaciones miniadas, vidrieras y relicarios, óleos y tapices se convirtieron en soportes aptos para representar las figuras de Melchor, Gaspar y Baltasar en el acto de honrar al recién nacido a su llegada a Belén. La centralidad de la escena de la adoración ganó especial fuerza a partir del siglo XIII, aproximadamente, en el momento en el que se empezaron a colocar pesebres y nacimientos en las iglesias como parte de las celebraciones religiosas navideñas. La proliferación de funciones de teatro sacro durante las Navidades en las que se ponían en acto la natividad, la anunciación a los pastores, la epifanía y otras escenas significativas contribuyeron a popularizar el motivo de la adoración. A través de la epifanía en el arte, se observan las variaciones temáticas de la escena, los cambios en el uso de la perspectiva y del color, y el nacimiento de nuevas técnicas pictóricas. Te proponemos un repaso a través de los siglos.
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Adoración en sarcófago romano
En este sarcófago infantil paleocristiano del siglo IV se observa una de las primeras representaciones de la adoración de los Magos. Se conserva en el Museo Pio Cristiano del Vaticano.
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Mosaico de Rávena
En este mosaico de la basílica de San Apolinar el Nuevo que se realizó durante el dominio bizantino de Rávena, los tres Reyes Magos cierran un cortejo que conduce a un trono en el que se sientan la virgen con el niño, flanqueados por ángeles. Un gusto por las teselas doradas convierte esta escena en una obra excepcionalmente luminosa.
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Salterio de San Albano
Este manuscrito románico ricamente iluminado se compuso durante el primer tercio del siglo XII en Inglaterra. Contiene, además de himnos, oraciones y una vida de San Alejo, una serie de imágenes de la vida de Cristo entre las que se cuenta esta escena de los Magos.
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La «Adoración de los Reyes Magos», de Gentile de Fabriano
Gentile de Fabriano terminó este retablo en 1423, una obra grandiosa de tres metros de altura comisionada por el banquero Palla Strozzi. Ejemplo de la pintura gótica italiana, se colocó en origen en la capilla Strozzi de la iglesia de Santa Trinità en Florencia. La abundancia de dorados ponía de manifiesto la riqueza del mecenas.
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La epifanía en un relicario
Ejemplo de la pericia de los artesanos medievales de Limoges, en este relicario conservado en el Museo de Cluny los tres reyes se representan montados a caballo en la franja superior, mientras en la parte inferior las tres figuras ya han llegado a su destino y ofrecen sus regalos al niño.
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La versión de El Bosco
Este tríptico, pintado en algún momento entre 1485 y 1500, se conserva en el Museo del Prado y muestra a los magos inclinándose ante la virgen y el niño, que se han refugiado en un establo destartalado. La adoración se inscribe en una escena panorámica más amplia, muy del gusto del autor, en la que abundan los detalles de la vida cotidiana y los elementos exóticos que rozan lo fantástico.
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La adoración según Murillo
Bartolomé Esteban Murillo pintó esta escena de adoración en la segunda mitad del siglo XVII, haciendo uso de influencias flamencas e italianas. La obra, que se conserva en el Museo de Arte de Toledo, destaca su atención por el realismo y la naturalidad de los gestos de las figuras.
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Burne-Jones y la epifanía prerrafaelita
En 1887, el artista prerrafaelita Edward Burne-Jones realizó un cartón para tapiz con la escena de adoración. Versiones tejidas de la imagen se encuentran en la capilla del Exeter College de Oxford, la capilla del Eton College y en el Museo de Artes y Oficios de Hamburgo.
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