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Jugar con muñecas, desde la antigüedad hasta el presente

Las muñecas cuentan con una historia milenaria. Te proponemos un itinerario que parte de los modelos más antiguos para llegar a los modelos contemporáneos.

Erica Couto

De trapo o porcelana, rígidas o articuladas, con traje de época o bata de doctora: desde hace milenios, las muñecas han formado parte de la infancia de generaciones enteras de infantes. ¿Cómo han cambiado a lo largo del tiempo? ¿Seguimos jugando con muñecas de la misma forma que lo hacían nuestras madres y abuelas? ¿Y hasta qué punto una muñeca refleja el momento histórico y el contexto cultural en el que nace?

Las muñecas y muñecos se diferencian de otros juguetes por el hecho de representar un perfil antropomorfo. Al reproducir las formas características de los seres humanos, estos juguetes permiten una identificación entre el objeto y el individuo. Por esto, las muñecas alientan juegos caracterizados por la asunción de roles, la narración de historias y la interacción interpersonal, y ayudan a formar al infante para que pueda asumir los roles sociales que el grupo le tiene reservado. Los primeros ejemplos de muñecas atestados en el registro arqueológico proceden de la antigüedad. Se han encontrado muñecas hechas de papiro, lino y marfil en lugares como Egipto, Roma y Grecia, y algunos de los modelos más sofisticados incluso eran articulados para que el niño o la niña pudiese moverlos a placer.

Imagen: Wikicommons

Muñeca vudúImagen: Wikicommons

De todas maneras, las muñecas no poseyeron un rol lúdico de manera exclusiva. Aunque la función que se le atribuía en el pasado permanezca envuelta en la oscuridad, a muchas de estas representaciones antropomorfas se le atribuyen funciones votivas, religiosas y funerarias. Las estatuillas con forma humana procedentes de los sitios arqueológicos de época cicládica (ca. 3200-2000 a.C.), por ejemplo, se han interpretado como objetos ligados a la fertilidad, como representaciones de los difuntos de la familia e incluso como sustitutos de víctimas sacrificiales. Por otro lado, muñecas vudú como la encontrada en Egipto y conservada actualmente en el Museo del Louvre de París apuntan que las efigies podían usarse para lanzar maldiciones o vengarse de los enemigos.

Si en la Edad Moderna las muñecas más fieles a la forma humana eran objetos de lujo al alcance solo de los más ricos, la industrialización hizo que la muñeca se convirtiese en un juguete popular. La producción en cadena y el uso de materiales baratos como el plástico le permitieron introducirse en las casas de todas las clases sociales y transformarse en un objeto de consumo. Repasemos algunos de los ejemplos que muestran la evolución de este clásico.

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