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Juguetes del mundo romano

El juego siempre ha ejercido una función esencial en la formación de la mente y del cuerpo de los más pequeños. Repasamos algunos de los juegos y los juguetes con los que se entretuvieron los infantes de la Roma antigua.

En el pasado y el presente, el juego ha servido a los niños y las niñas para divertirse, relacionarse y adquirir habilidades técnicas y sociales. Muñecas, pelotas y espadas ayudaron a los más pequeños de la Roma antigua a imaginar mundos y recrear escenas de la cotidianidad de los adultos. Las excavaciones arqueológicas han revelado que, junto a juguetes elaborados de gran sofisticación como los modelos de carros de guerra, los infantes romanos también se entretenían con objetos de la vida cotidiana como piñas, piedras o barro. Muchos juegos tradicionales y otros clásicos de la juguetería contemporánea ya eran utilizados hace 2000 años.
Los bebés disponían de sonajeros. Solían tener la forma de una esfera, unida a una varilla, en la que introducían piedras o monedas que sonaban al agitar el artefacto. También podían confeccionarse con una cadena o una tira de cuero o tela de la que se colgaban piezas metálicas que tintineaban al chocar entre sí. Eran comunes los juguetes con ruedas, como los carros tirados por caballos y los jinetes, de los que se podía tirar mediante una cuerda para arrastrarlos por el suelo.
Algunos juguetes estaban pensados para los niños y otros para las niñas. Los niños tenían a su disposición espadas y escudos de madera con los que podían recrear batallas famosas y enfrentamientos entre gladiadores. Los tirachinas y las hondas se usaban en la caza de pequeños animales y en juegos consistentes en centrar un objetivo.
En la Roma antigua, las muñecas podían fabricarse en casa con tiras de trapo que se ataban entre sí o ser creadas por artesanos con materiales como el barro, la cera, la madera o incluso el marfil. Algunos ejemplares utilizados por las elites incluso estaban dotados de partes articuladas. En este caso, los brazos y las piernas se unían al tronco de la muñeca mediante pernios que permitían moverlos. La mayoría de las muñecas halladas en contextos arqueológicos romanos representan figuras femeninas adultas que remarcan rasgos identificativos de género como el pecho y las caderas. Las figurillas de animales tallados en madera o realizados en bronce, como perros y ratones, eran igualmente populares.
Los juegos en la calle y al aire libre ocupaban un lugar de relieve en la vida de los infantes romanos. Se lanzaban, unos a otros, pelotas hechas de trapo, caña o a partir de la vejiga inflada de un cerdo, y se disputaban partidos que consistían en golpear una bola con una maza. Otros juegos y divertimentos prescindían del uso de juguetes, como en el caso de escondite, o en su ejecución se recurrían a objetos cotidianos. Los niños se entretenían lanzando nueces al aire o disponiéndolas con habilidad para que se mantuviesen en equilibrio unas sobre otras. También eran populares las cuerdas, los yo-yos, las peonzas y las cometas, así como el juego del aro, que consistía en hacer rodar un círculo de bronce con la ayuda de un palo.
Los niños y las niñas compartían con los adultos romanos el interés por los juegos de tablero. Los tableros o tabulae solían estar esculpidos en las losas de los empedrados de plazas y mercados, en los baños y otras áreas y edificios de encuentro, lo que convertía al juego en una práctica social cotidiana y dinámica. Con mecánicas similares al tres en raya o a las damas, se utilizaban piedras o pequeñas piezas de vidrio colorado como fichas que se desplazaban a lo largo de las líneas y las casillas. Todavía hoy pueden observarse estas tabulae en la Basílica Julia del Foro Romano.
Las tabas se jugaban con los astrágalos de oveja o carnero y era un pasatiempo practicado por niños y adultos de ambos géneros. Las tabas podían utilizarse con distintos mecanismos lúdicos: se realizaban tiradas y se establecía una puntuación en base a la posición de cada una de las piezas, o se lanzaba una taba al aire mientras se intentaba coger con la mano las piezas que quedaban en el suelo. Entre los adultos romanos, las tabas y los juegos de dados tomaban la forma de juegos de azar mirados a hacer apuestas y obtener beneficios.
El juego, en cuanto imitación de la vida y área que permitía la asunción de roles, proporcionaba un aprendizaje que preparaba a los infantes para asumir roles de género y responsabilidades sociales de acuerdo con su clase social. Las particularidades de la gestión doméstica y la vida pública, de los cuidados y la guerra, de la gestión de las relaciones interpersonales y el autoconocimiento se abrían paso en la vida de los infantes a través de estas prácticas lúdicas.

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