La experimentación humana a lo largo de los años no es un tema en el que solamos pensar habitualmente. Los logros obtenidos en campos como la biomedicina y la psicología evidencian que ya no tenemos que preocuparnos de que la masturbación sea tratada como una forma de locura. Recordemos también la posterior aparición del primer vibrador eléctrico durante la Inglaterra victoriana del siglo XIX, tan bien retratado en la películaHysteria con Maggie Gyllenhaal, Hugh Dancy y Jonathan Pryce, o de enfermedades mortales más frecuentes de antes de la modernización de la medicina (difteria, fiebre amarilla, sarampión, tuberculosis...) y la aparición, entre otras cosas, de la penicilina en 1928 gracias a Alexander Flemingy la invención de los antibióticos.
Para bien o para mal, hemos desarrollado formas más efectivas de recopilar información, tratar las anomalías del organismo y muchas otras cosas más. Pero lo que no se nos recuerda constantemente son las vidas humanas que se perdieron en nombre de este progreso.
El progreso médico salva vidas, pero a veces los científicos dejan que la esperanza de un gran avance se interponga en el camino de la ética. Por ejemplo, el gobierno de los EE. UU. emitió en su momento una disculpa formal a Guatemala por los experimentos realizados allí en la década de 1940 que involucraban la infección de prisioneros y personas con enfermedades mentales con sífilis (que puede provocar problemas para coordinar los movimientos musculares, parálisis, ceguera, demencia e incluso puede llegar a causar la muerte).
Hoy hablaremos de los experimentos humanos más crueles y dramáticos de la historia; intervenciones biomédicas en seres humanos y, en particular, las de carácter experimental que se topaban frente a frente con la ética médica, en particular los relacionados con la reproducción humana, como el aborto inducido, la esterilización y la inseminación artificial de un donante.
Sin embargo, para el tema cada vez más importante de la experimentación biomédica con seres humanos, bien podría ser posible llegar a un consenso internacional, como ya lo hizo en términos muy amplios la Asociación Médica Mundial en la revisión de Tokio (1975) de la Declaración de Helsinki (Helsinki II).
Experimentos médicos nazis
Quizás los experimentos más infames de todos los tiempos fueron los llevados a cabo por Josef Mengele, un médico de las SS en Auschwitz. Primero, buscó gemelos con los que experimentar, con la esperanza de probar sus teorías sobre la supremacía racial de los arios. Muchos murieron en el proceso. Los nazis utilizaron prisioneros para probar tratamientos para enfermedades infecciosas y la guerra química. Otros fueron forzados a temperaturas bajo cero y cámaras de baja presión para experimentos de aviación; muchos fueron sometidos a procedimientos experimentales de esterilización. Algunos de los médicos responsables de estas atrocidades fueron juzgados como criminales de guerra, pero Mengele escapó a Sudamérica y murió en Brasil en 1979 a causa de un derrame cerebral.
Escuadrón 731 de Japón
Los experimentos inhumanos de los nazis no fueron los únicos. La Unidad 731 del Ejército Imperial Japonés llevó a cabo atrocidades en nombre de experimentos científicos con la intención de prepararse para la guerra bacteriológica. Iniciada en 1938, el objetivo de la Unidad 731 era desarrollar armas biológicas con el apoyo de universidades y escuelas de medicina japonesas que proporcionaron médicos y personal de investigación para llevar a cabo experimentos insólitos. La unidad utilizó a miles de prisioneros chinos y civiles asiáticos como conejillos de indias para desarrollar enfermedades mortales: infectaban a los prisioneros con cólera, ántrax, peste y otros patógenos. Algunos experimentos incluían vivisección sin anestesia y cámaras de presión para determinar cuánto podría aguantar un cuerpo humano antes de estallar. Este programa encubierto de investigación finalizó sus operaciones en 1945, saldándose con unos 10.000-40.000 muertos dentro de las clínicas; y entre 200 000 y 400 000 en exteriores.
Materiales radiactivos en mujeres embarazadas
A pesar de conocer las consecuencias de este experimento, 829 mujeres embarazadas fueron engañadas para participar en este estudio llevado a cabo durante la década de 1940 con graves consecuencias para tanto para los bebés como para las madres. Los investigadores les ofrecieron "bebidas vitamínicas" que supuestamente contenían trazas de hierro radiactivo (sí, pastillas radioactivas). Querían averiguar la rapidez con la que el radioisótopo atravesaría la placenta. Poco después del estudio, a muchas mujeres se les diagnosticó cáncer y hasta 7 bebés murieron de leucemia.Crédito: National Cancer Institute, National Institutes of Health.
Proyecto MKUltra
Hablamos ahora del proyecto de control de la mente de la CIA. Se trataba del nombre en clave de un programa secreto e ilegal autorizada oficialmente en 1953 con la intención de examinar los efectos del control mental, con métodos como la hipnosis, las drogas, el aislamiento y la privación sensorial. La CIA contó con la ayuda de prisiones, hospitales y más de 40 universidades para realizar experimentos en sujetos sin su conocimiento. En uno de los subproyectos, Operation Midnight Climax, las prostitutas que trabajaban en secreto para la CIA facilitaban LSD a los clientes, y mientras estos hombres estaban bajo la influencia de la droga, eran espiados a través de un espejo.
La Cámara en la Guerra Fría
El Laboratorio de veneno de los servicios secretos soviéticos era una instalación encubierta de investigación y desarrollo de las agencias de policía secreta soviéticas. El laboratorio fabricó y probó venenos en humanos (prisioneros) durante la era de la Guerra Fría con la esperanza de desarrollar un veneno mortal que no tuviera sabor ni olor. Así, a los presos se les proporcionaban mezclas de gas mostaza, ricina, digitoxina y otras sustancias escondidas en las comidas, o incluso como medicación. Ninguno sabía qué le estaban administrando. Además de la experimentación humana, también realizaron ejecuciones con venenos.
Proyecto Aversión
El Proyecto de Aversión de Sudáfrica fue un experimento psicológico poco ético también probado en seres humanos. Durante el apartheid de Sudáfrica, el gobierno tenía leyes abominables contra los homosexuales. Ser gay fue definido como anormal y la homosexualidad se consideró una enfermedad mental. Como resultado, se aplicaron terapias y técnicas de aversión a muchos sudafricanos para "curarlos" de esta enfermedad. El experimento consistió principalmente en drogar a lesbianas y hombres gays, ser sometidos a terapia conductual electroconvulsiva con la intención de “curar” su homosexualidad. Obviamente, la técnica no funcionó y las víctimas fueron sometidas a terapia hormonal que a veces incluía la castración química. Todo sin su consentimiento. El líder de este experimento desarrollado desde 1971 fue el psiquiatra Aubrey Levín.
Proyecto QKHILLTOP
El Proyecto QKHILLTOP fue un experimento humano realizado con prisioneros de la Guerra de Corea en 1954. La idea era estudiar las técnicas chinas de lavado de cerebro, que luego utilizaron para desarrollar nuevos métodos de interrogatorio. El líder de la investigación fue el doctor Harold Wolff de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cornell, un neurólogo de cierto renombre cuya especialidad eran las migrañas y el dolor. Después de solicitar que la CIA le proporcionara información sobre encarcelamiento, privación, humillación, tortura, lavado de cerebro, hipnosis y más, el equipo de investigación de Wolff comenzó a formular un plan a través del que desarrollarían drogas secretas y varios procedimientos de daño cerebral. Continuaron probando "medicamentos secretos y varios procedimientos que dañan el cerebro" en pacientes no voluntarios.
Experimentos quirúrgicos en esclavas
El considerado padre de la ginecología moderna, J. Marion Sims, ganó gran parte de su fama realizando cirugías experimentales -a veces incluso varias operaciones a la vez- en mujeres esclavas. Sims sigue siendo una figura controvertida hasta el día de hoy, porque desarrolló la primera operación exitosa de la fístula vesico-vaginal, una terrible complicación médica directamente relacionada con el parto que resulta en una constante e incontrolable incontinencia urinaria. Sims realizó las cirugías sin anestesia, en parte porque la anestesia se había descubierto recientemente, y porque creía que las operaciones "no eran lo suficientemente dolorosas como para justificar su administración", como dijo en una conferencia de 1857. ¿Habían dado su consentimiento las pacientes? Se desconoce, pero la profesora de trabajo social de la Universidad de Alabama Durrenda Ojanuga publicó en 1993 que Sims "manipuló la institución social de la esclavitud para realizar experimentos humanos, lo cual es inaceptable desde cualquier punto de vista".
Un Frankenstein de carne y hueso
El científico Robert E. Cornish es conocido por sus experimentos de reanimación con perros de la década de 1930, durante los que afirmó que los perros regresaban de la muerte clínica. Como quería probar un procedimiento similar en humanos, solicitó al estado de California que le permitiera realizar este procedimiento de “resurrección” con el preso Thomas McMonigle que se encontraba en el corredor de la muerte por el secuestro y asesinato de Thora Chamberlain, de 14 años. El experimento se basaba en mantener la circulación de la sangre con una especie de balancín, inyectar una mezcla de solución salina, oxígeno, adrenalina, sangre, anticoagulantes y coagulantes e introducir oxígeno en la boca a través de un tubo de goma. La solicitud fue denegada y el 20 de febrero de 1948 el preso murió en la cámara de gas.
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