150 años de la Comuna de París: barricadas, sangre y fuego
La Comuna de París surgió como respuesta a la derrota francesa frente a Prusia y gobernó en la ciudad con un modelo independiente y comunal durante dos meses.
En 1789, París fue escenario del comienzo de uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, tan importante que se marcó el cambio de una edad a la siguiente. En 1871, en un contexto distinto pero extrañamente familiar, la capital francesa volvió a hacerlo. Entre miedos y controversias, la Comuna de París se alzó como el primer intento real de un gobierno puramente proletario, de carácter comunitario y con un fuerte elemento de horizontalidad en su funcionamiento. Las barricadas se alzaron y las banderas rojas ondeaban orgullosas por toda la ciudad, pero el de la Comuna era un sueño destinado a derrumbarse.
La segunda mitad del siglo XIX fue un momento de bastante agitación social y política en toda Europa. Mientras las naciones del Viejo Continente perfilaban sus proyectos imperialistas y el delicado equilibrio derivado del Tratado de Viena de 1815 se rompía, las clases populares empezaban a ser conscientes de que eran precisamente eso, una clase dentro de una sociedad en la que tenían menos peso del que les correspondía. Francia había visto cómo su Segunda República caía a manos de Napoleón III, un gobernante que intentaba recuperar una gloria que se había desvanecido hacía tiempo y que llevó al país a una guerra vacía contra Prusia; una guerra que perdieron. Los prusianos se habían impuesto en el campo de batalla e incluso habían apresado al emperador pero París, defendida por sus propios ciudadanos, estaba dispuesta a luchar hasta el último aliento.
Fue precisamente este descontento de los parisinos, que veían en el gobierno provisional a un atajo de traidores que se habían rendido ante Bismark, lo que les llevó a alzarse en armas y tomar el control de la ciudad. La Comuna de París nació un 18 de marzo y murió poco más de dos meses después, el 28 de mayo. En ese tiempo se tomaron grandes medidas que pretendían mejorar la calidad de vida de los parisinos y desembocar en un modelo político más justo e igualitario. También fue el escenario de persecuciones políticas contra conservadores, monárquicos y clérigos y del incendio de algunos de los monumentos más importantes de la ciudad.
Como adelantó cierto bardo de Albión, “los placeres violentos poseen finales violentos”. La Comuna se ahogó en la sangre de sus defensores, asesinados por el propio ejército francés en un desmedido intento de restaurar el orden gubernamental y acompañándolo todo con su posterior y correspondiente represión. La Comuna fue y dejó de ser, pero su eco se sigue haciendo escuchar.
Muy Historia agradece a la Editorial Capitán Swing su ayuda en la realización de este contenido.
Imagen: Wikimedia Commons
La Guerra Franco-Prusiana
Los hechos acontecidos durante la Comuna de París tuvieron lugar en el contexto inmediatamente posterior a la Guerra Franco-Prusiana. Las relaciones entre estos dos países se habían visto deterioradas desde mediados del siglo XIX debido a que tanto Napoleón III como el káiser Guillermo I querían expandir sus fronteras y aumentar su influencia en el continente. La guerra estalló el 19 de julio de 1870 y Prusia barrió a Francia en el campo de batalla, llegando incluso a capturar al emperador Napoleón III tras la Batalla de Sedán.
Imagen: Wikimedia Commons
Versalles y Fráncfort
La captura del emperador francés no puso fin a la guerra. Se proclamó la Tercera República y se organizó un fuerte movimiento de resistencia contra los prusianos concentrado principalmente en París, ciudad que estuvo bajo asedio durante meses. Las malas decisiones, tanto políticas como militares, del general Louis Jules Trochu llevaron al país a unas complicadas elecciones a la Asamblea Nacional que ganaron los sectores más conservadores del país y situaron a Alphonse Thiers a la cabeza del nuevo gobierno provisional. Los malos resultados obtenidos en el campo de batalla y la clara superioridad prusiana llevaron a Thiers a optar por la rendición como el camino correcto hacia la paz y la estabilidad del país, por lo que firmó un armisticio en Versalles en febrero de 1871.
Imagen: Wikimedia Commons
París no se rinde
A pesar de la situación, la ciudad de París se negó a rendirse. No solo había estado sometida a un asedio de cuatro meses y había visto correr la sangre en su lucha contra los prusianos, sino que las clases populares consideraban el armisticio y la postura de sus gobernantes como una ofensa a ellos mismos y a Francia. Los sectores obreros y republicanos de la sociedad parisina veían a Thiers y compañía como a unos traidores que se habían doblegado ante el enemigo prusiano y, además, temían que el fin de la guerra no fuese sino el preludio de la restauración monárquica.
Imagen: Wikimedia Commons
La Guardia Nacional
El grueso del ejército francés, las tropas mejor preparadas, habían sido enviadas a la primera línea del frente durante la guerra contra Prusia y muchos habían resultado heridos, muertos o hechos prisioneros. El número de soldados que defendían París era claramente insuficiente y por eso se formó la Guardia Nacional, una milicia popular que solía organizarse por barrios, formada en su mayor parte por obreros, anarquistas y comunistas. La ciudad contaba con 390 000 efectivos de la Guardia Nacional, la mayor fuerza tras los muros de París con diferencia.Tras la firma del armisticio, estos milicianos se organizaron como una oposición contra el gobierno de Thiers y movilizaron a la población. Las clases altas y dirigentes, incluyendo al propio líder de la Asamblea Nacional, se marcharon a Versalles para seguir gobernando desde allí y preparar un plan para sofocar las revueltas populares, pero ese vacío de poder no hizo sino animar a la Guardia Nacional a hacerse con la ciudad.
Imagen: Wikimedia Commons
Los cañones de Montmartre
Ante las dificultades que estaba encontrando para sofocar las revueltas en la capital y la creciente influencia de la Guardia Nacional, Thiers ordenó al ejército incautar los cañones y ametralladoras que se habían almacenado en Montmartre, Belleville y el parque des Buttes-Chaumont. Muchos de estos cañones habían sido pagados con el dinero de los propios parisinos, que los habían comprado para poder defender la ciudad frente a los prusianos y los consideraban suyos.En la mañana del 18 de marzo, los ciudadanos de París salieron a las calles para interponerse entre los soldados y sus cañones. Para sorpresa de los oficiales al mando, los soldados comenzaron a confraternizar con ellos y se negaron a cumplir la orden de abrir fuego. Dos generales, Clément Thomas y Claude Martin Lecomte, fueron arrestados y fusilados por sus propios hombres. Este día marca el comienzo de la Comuna de París.
Imagen: Wikimedia Commons
Nace la Comuna
El apoyo de parte del ejército dio a los comuneros el empujón final que necesitaban y la rebelión se extendió como la pólvora prendida por todo París. Thiers ordenó la evacuación inmediata de todas las fuerzas que le seguían siendo fieles (la policía de la ciudad y un gran número de funcionarios) y alrededor de 100 000 personas abandonaron la ciudad y se refugiaron en Versalles por miedo a ser señalados o perseguidos por su ideología conservadora. La Guardia Nacional tomó el control del gobierno efectivo de la ciudad pero renunció a él casi de manera inmediata y convocó elecciones.
Imagen: Wikimedia Commons
Medidas y funcionamiento
La idea de una comuna se basa en la instauración de un sistema político, social y económico participativo y local, adaptado al contexto en el que se desarrolla y con un carácter mucho más horizontal que otros modelos de gobierno. La Comuna de París es considerada como el primer ejemplo histórico de este tipo y, curiosamente, fue reclamado como propio tanto por comunistas (Marx) como por anarquistas (Bakunin).En cuanto a su organización y funcionamiento, podemos hablar de dos niveles claramente diferenciados: el del Consejo Comunal, el órgano ejecutivo y legislativo de mayor autoridad dentro de la Comuna, y el de otras organizaciones menores que habían surgido durante los meses de asedio. El Consejo Comunal prohibió el uso de la guillotina, suprimió las deudas, bajó las rentas, mejoró las condiciones laborales de hombres, mujeres y niños y desarrolló una serie de reformas que llevaron a la ciudad hacia el laicismo, aunque permitieron a los clérigos seguir celebrando misas siempre que los edificios clericales fueran considerados lugares públicos. Por otro lado, socialistas y anarquistas se organizaron de forma independiente y con una línea de pensamiento más revolucionario y anticlerical que llevó a persecuciones y ejecuciones populares.
Imagen: Wikimedia Commons
Elecciones tras las barricadas
El 28 de marzo se constituyó un gobierno en torno a los 92 miembros del llamado Consejo Comunal, organismo que dirigió la Comuna durante sus meses de existencia. El elemento común de todos los miembros era su marcado carácter republicano aunque dentro se podían encontrar anarquistas, socialistas, jacobinos, moderados… El Consejo Comunal contaba con un buen número de políticos de carrera y grandes personalidades del París de la época, pero también obreros y artesanos, profesores, médicos o periodistas. Curiosamente, el hombre elegido para presidir este organismo fue Auguste Blanqui pero nunca pudo ejercer como tal, ya que estaba prisionero en una cárcel del gobierno de Versalles.
Imagen: Wikimedia Commons
Guerra contra los versalleses
La respuesta de Thiers no se hizo esperar. El conocido como bando versallés reorganizó los restos del ejército y preparó un gran contingente con el que retomar París, incluyendo a un gran número de soldados que habían sido apresados por los prusianos y liberados para servir como refuerzo. El 2 de abril se inició el asalto, acompañado de un fuerte bombardeo de la ciudad y rechazando la posibilidad de negociar desde mediados del mismo mes. El peor armamento y la falta de entrenamiento, además de la ausencia de un mando centralizado que coordinase la defensa, hizo que la Comuna fuera cediendo terreno desde el primer ataque y que la resistencia de la Guardia Nacional y de todo parisino armado resultara inútil. Los versalleses bloquearon cualquier intento de pedir ayuda a otras ciudades francesas o a algún país extranjero y el carácter local de la Comuna hizo que la defensa se organizara barrio a barrio en lugar de cómo un único cuerpo conjunto.
Imagen: Wikimedia Commons
La ‘Semaine sanglante’
La última semana de la Comuna de París se conoce como Semaine sanglante (Semana sangrienta) en la que los versalleses completaron su asalto contra la capital francesa. Conforme el enemigo avanzaba por la ciudad, la organización de la Comuna fue desembocando en un caos cada vez mayor y en la toma de medidas desesperadas. Se creó el Comité de Salvación Pública, un organismo radical que llegó tarde y poco pudo hacer para levantar la lucha; se aprobó el Decreto de Rehenes por el que se autorizaba la detención de cualquier persona que fuera considerada antirrevolucionaria y se decretaba la ejecución de tres rehenes por cada comunero que muriera a manos de los versalleses.Como una especie de última venganza ante la inminente derrota, numerosos miembros de la Comuna se organizaron y comenzaron a prender fuego a edificios asociados con la monarquía francesa o incluso a simples inmuebles civiles. Los lugares elegidos eran rociados con petróleo y aguarrás y llenados con barriles de pólvora antes de prenderles fuego. El palacio de las Tullerías, el Palacio de Justicia, la biblioteca del Louvre, el palacio de Orsay y el Hôtel de Ville (el ayuntamiento de la ciudad, sede del gobierno de la Comuna) fueron quemados. La columna napoleónica de la Plaçe Vendôme fue derribada.
Imagen: Wikimedia Commons
Represión
La última barricada, defendida por un solo hombre, cayó el día 28 de mayo a las 16:00. Tras la desintegración del proyecto de la Comuna y sus últimos momentos de terror, llegó una segunda oleada de represión encabezada por los de Versalles. Con un claro carácter revanchista y buscando disuadir a cualquiera de futuras revueltas, los soldados del gobierno desencadenaron unas durísimas represalias en las que no hicieron distinción entre hombre, mujer o niño. Se consideraba un delito haber apoyado, de cualquier manera imaginable y en cualquier momento, a la Comuna por lo que muchos parisinos acabaron siendo arrestados. Se estima que, en esas semanas posteriores, hubo entre 20 000 y 50 000 ejecuciones y otras decenas de miles de prisioneros que fueron enviados a campos de trabajos forzados, a prisiones por todo el país o incluso al exilio en lugares remotos como Nueva Caledonia (en el Pacífico Sur). París estuvo sometido a la ley marcial durante cinco años.
Imagen: Wikimedia Commons
Testimonio de un comunero
Fueron muy pocos los comuneros que lograron escapar de París y refugiarse en algún país extranjero, a salvo de las represalias versallesas. Uno de los más conocidos fue Prosper-Olivier Lissagaray, un periodista natural de Touluse que participó en la Comuna y luchó en sus barricadas. Exiliado en Londres, comenzó una larga investigación sobre los hechos acontecidos en París entre marzo y mayo de 1871, usando tanto sus propias experiencias como las declaraciones de otros comuneros que habían huido y con los que se entrevistó. En 1876 publicó Historia de la Comuna de París de 1871, un relato apasionante y que proporciona la visión de los hechos que solo puede aportar alguien que los vivió en sus propias carnes.Con motivo del 150 aniversario de la Comuna, la editorial Capitán Swing ha publicado una reedición del libro de Lissagaray en su versión ampliada de 1896.
RECIBE CADA SEMANA LAS NEWSLETTERS DE MUY INTERESANTE