Los personajes históricos reunidos en esta galería tuvieron que ver cómo sus parejas los engañaban de forma constante y, en muchos casos, nada discreta
¿Es mejor romper el corazón o que te lo rompan a ti? Antes de esa versión hollywoodiense en la que todo es perfecto y esa versión rosa en la que todo es polémica y gritos, el amor y las relaciones personales eran algo propio del ámbito privado que, si se manejaba de manera indebida, podía acabar teniendo repercusiones en el ámbito público.
Desde la Guerra de Troya sobre la que escribió Homero hasta la abdicación de Eduardo VIII en Inglaterra para poder casarse con Wallis Simpson, son muchos los casos a lo largo de la historia en los que una infidelidad o lo que se dice de ella pueden tener consecuencias inesperadas. De hecho, la propia comprensión de los límites del amor o de una pareja ha ido variando con los siglos; momentos en los que la poligamia y la monogamia estaban mejor o peor vistas y en los que las relaciones extramatrimoniales (si las cometía el hombre, generalmente) estaban bien vistas e incluso entendidas como algo natural. Albert Einstein (que aparece en esta galería) dejó clara su opinión sobre la monogamia en numerosas cartas y textos personales en los que argumentaba que se trataba de una imposición que contradecía la propia naturaleza humana (especialmente la del hombre, again) y que él mismo no lograba entenderla, por eso tuvo numerosas amantes durante sus dos matrimonios.
El tema del adulterio y las infidelidades puede resultar todavía más complicado cuando los afectados son personajes públicos que pueden ver afectada su imagen u ocupan puestos importantes que, en los peores escenarios, acarrearían disputas sucesorias o manipulaciones. También hay que tener muy presente que, como se ha dicho, la percepción de las sociedades sobre las parejas y la fidelidad ha ido cambiando, por lo que aquello que unos consideraban lo más normal del mundo para otros podría ser un escándalo.
En esta galería encontramos a las ‘parejas estables’ de líderes políticos y militares, reyes y reinas, artistas y genios. Nombres que están irremediablemente ligados a los de sus cónyuges y que sobrellevaron durante años (de muchas maneras distintas, según el caso), las infidelidades y engaños.
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Pompeya y Calpurnia
La segunda y tercera esposa de Cayo Julio César (la primera había sido Cornelia, de quien parece que el romano sí estaba profundamente enamorado) tuvieron que aguantar las constantes infidelidades del divino calvo. Estos dos matrimonios perseguían antes la obtención de poder y de riqueza que el amor, por lo que César no tardó demasiado en buscar a otras mujeres con las que compartir su lecho y, ya de paso, utilizarlas como arma política (véase el caso de Servilia, hermana de su rival Catón el Joven)Julio César tuvo decenas de amantes a lo largo de su vida, tanto en Roma como durante sus campañas en el extranjero. Sus conquistas sexuales eran la comidilla de la Ciudad Eterna y le granjeaban tanta fama como sus conquistas militares. Es probable que su amante más famosa fuese Cleopatra, reina de Egipto que acudió a César para buscar aliados contra su hermano y llegó a estar alojada en un palacio en isla Tiberina.
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Tiberio Claudio
Tiberio Claudio fue nombrado emperador en el año 41, después de que un complot senatorial acabara con la vida de su sobrino Calígula. Si bien es cierto que (para sorpresa de todos) resultó ser un buen gobernante, no tuvo tanta suerte en tema de amoríos. Su primera esposa era Mesalina, una mujer ambiciosa que lo despreciaba y que lo engañó infinidad de veces de forma bastante pública. Sus infidelidades y sus intentos de interferir en la política romana llevaron a Claudio a encarcelarla y condenarla a muerte. La cosa no mejoró mucho con su segunda esposa, Agripina la Menor, quien no solo le fue infiel sino que acabó envenenándolo a él y a su heredero (Británico) para asegurar que el trono pasaría a su hijo Nerón.
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Isabel de Castilla
El de los Reyes Católicos fue un matrimonio complejo y un tanto tormentoso. Nacido como fruto de una unión política más que por el amor de los cónyuges, los cronistas y expertos contemporáneos coinciden en señalar que Isabel y Fernando profesaban un gran respeto y cariño el uno por el otro. Esto no fue motivo suficiente para que el de Aragón abandonara los escarceos amorosos que llevaba protagonizando desde antes de su boda con Isabel. Se le conocen un mínimo de cinco amantes (siendo la más conocida Aldonza Ivorra) pero es probable que tuviera más.Como curiosidad, Juana de Castilla, hija de Isabel y Fernando, viviría una situación parecida a la de su madre. Su marido Felipe, llamado ‘el Hermoso’, también era un joven fogoso que se cansó muy pronto de su esposa y la engañó con otras mujeres.
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Deborah Read
Inventor, político y filósofo. Benjamin Franklin fue uno de los hombres más respetados de Norteamérica en el siglo XVIII pero, bajo ese aspecto afable y pulcro, se escondía un verdadero casanova. Benjamin Franlin estuvo casado durante 44 años con su esposa Deborah Read, a la que conoció al poco tiempo de instalarse en Filadelfia y con quien parece ser que tenía una gran conexión. El buen funcionamiento de su matrimonio no impidió a Benjamin Franklin engañarla con decenas de mujeres mientras estaba destinado en Inglaterra o Francia como embajador ni a tener un hijo ilegítimo, que Deborah ayudó a criar, con una mujer de identidad todavía desconocida.Incluso se conserva una carta que Franklin envió a un conocido en el que le explicaba cómo debía elegir a sus amantes, recomendándole a mujeres más mayores que él ya que ‘hay menor riesgo de que se queden embarazadas’, ‘ofrecen una conversación más estimulante’ y ‘son más discretas a la hora de hablar sobre la relación’.
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Isabel de Francia
La segunda esposa de Felipe IV tuvo que aguantar con sobriedad y designación los continuos líos de faldas de su marido. El llamado Rey Planeta se había entregado a los placeres de la carne en su juventud y desde entonces no había parado, manteniendo innumerables relaciones de muy corta duración con mujeres de toda clase (solteras, casadas, viudas, nobles, sirvientas, artistas…). Tampoco es que se esforzara mucho por disimularlo, pues sus correrías por las calles de Madrid eran muy conocidas en la ciudad y le llevaban, como si del mismísimo Tenorio se tratase, a ‘subir los palacios y escalar los claustros’. Dos de sus amantes más conocidas fueron la actriz María Inés Calderón y la monja Sor Margarita de la Cruz.No se conoce el número exacto de amantes que tuvo Felipe IV pero, para hacernos una idea, el número de hijos ilegítimos varía entre los 25 y los 46 según el autor.
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Napoleón Bonaparte
El ‘pequeño cabo’, uno de los hombres más poderosos de su tiempo, fue engañado de forma constante por su primera mujer. Napoleón conoció a Josefina durante sus primeros pasos en el mundo aristocrático de París, cuando todavía se estaba granjeando un nombre, y ya en ese momento ella era la amante predilecta de Paul Barras, político de la época y benefactor de Bonaparte. El corso y Josefina se casaron en 1796 y unos meses después Napoleón fue enviado a Italia como comandante. Los rumores de las aventuras amorosas de su mujer eran tantos, tan frecuentes y tan variados que Napoleón reclamó su presencia allí para tenerla vigilada y en 1809 llegó a encerrarla en el castillo de Malmaison rodeada solo de sus sirvientas.En 1810, y para alegría de su madre, Napoleón se casó por segunda vez con María Luisa de Austria.
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Francisco de Asís de Borbón
Paco Natillas, como lo llamaba el pueblo, o Paquita, como lo llamaba la reina, fue rey consorte de España y el marido de Isabel II de Borbón. Se trataba de un primo lejano que no parecía mostrar demasiado interés por su esposa (ni por las mujeres, en general) y para quien los rumores sobre su homosexualidad fueron una constante. Por otro lado, Isabel II era una mujer de gran apetito sexual que no dudó en llevar una vida llena de amantes, entre los que se encontraban algunos de los políticos y militares más destacados de España. De hecho, se solía decir que en la cama de Isabel había tantos militares como en sus consejos de guerra y, en la cama de Francisco de Asís, tantos hombres como en la de su esposa.
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Pedro III de Rusia
La vida sexual de Catalina la Grande, emperatriz de Rusia, lleva muchos años siendo un tema de conversación recurrente debido en parte a la leyenda que existe en torno al desarrollo de una máquina que le permitiera tener relaciones con un caballo. Aunque se trata de un rumor, sí es cierto que la esposa de Pedro III tuvo una agitada vida sexual y una lista de amantes más que considerable. Parece que la pareja no se entendía bien en la cama, por lo que Catalina acabó en los brazos de Sergei Saltykov (su chamberlán y primer amante), el rey polaco Estanislao II o el militar Grigori Orlov.
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Olga Khokhlova
La bailarina rusa Olga Chochlova conoció al malagueño Pablo Picasso en 1917 y al año siguiente se casaron. Se había sentido atraída por el carácter revolucionario y el carisma del pintor, pero parece ser que no fue la única. A las amantes que había tenido hasta ese momento habría que sumar muchas otras (destacándose entre ellas Marie-Therèse Walter o Genevieve Laporte), que solían empezar como musas y de fuente de inspiración para su arte y acababan compartiendo su cama. Picasso y Khokhlova se separaron debido a estas infidelidades aunque nunca llegaron a divorciarse.
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Mileva Marić
Albert Einstein, tal vez uno de los personajes históricos más reconocidos de todos los tiempos, fue infiel a su esposa Mileva de forma continuada. Estuvieron casados entre 1903 y 1919 y, en ese periodo de tiempo, las amantes de Einstein se contaron por decenas. Unos meses después de su divorcio se casó con Elsa Einstein, su prima, con quien llevaba manteniendo una relación amorosa desde 1912. Este segundo matrimonio no sosegó los deseos sexuales del genio del bigote.
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Frida Kahlo / Diego Rivera
No es el único caso que encontramos en esta galería en el que las infidelidades de la pareja ocurren en ambas direcciones, pero puede que sí sea uno de los más significativos. La relación de los artistas Frida Kahlo y Diego Rivera era tan pasional como convulsa, hasta el punto de que las discusiones y los celas eran un elemento común. Diego Rivera era un mujeriego empedernido que no ocultaba a sus amantes y Frida, por su parte, también disfrutó de la compañía de otros hombres. Con todo, parece ser que estas infidelidades hacían más daño a Frida que a Diego.
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Las cuatro esposas de Hemingway
Hadley Richardson, Marta Gelhorn, Pauline Pfeiffer y Mary Welsh. Estos son los nombres de las cuatro esposas que el escritor estadounidense tuvo y en cuyos matrimonios, en todos ellos, vivió emocionantes aventuras amorosas. Ernest Hemingway poseía una personalidad magnética y una particular visión de su papel en el mundo y de lo que significa ‘ser un hombre’ que le llevaron a ligar (o al menos intentarlo) con gran parte de las mujeres a las que conoció. Antes de casarse, Hemingway había mantenido relaciones con estas mujeres e incluso habían sido sus amantes mientras estaba con otra de ellas. Resulta curioso saber que en 2019 se descubrió otra relación extramatrimonial que el escritor había tenido con una cubana llamada Leopoldina.
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Jackie Kennedy
El matrimonio de John Fitzgerald Kennedy y Jaqueline Bouvier parecía la unión perfecta (al menos de puertas para fuera): jóvenes, elegantes, glamurosos, atractivos, enamorados… Eran la pareja perfecta y lo más parecido que Estados Unidos tuvo a una ‘familia real’ en el siglo XX. Sin embargo, dentro de la Casa Blanca, la situación era muy distinta. JFK era un mujeriego incorregible y entre sus amantes (se cree que superaban la decena) había jóvenes casaderas de la clase alta, personal de la Casa Blanca, dos secretarias, una actriz que también había sido amante de su padre y, cómo no, Marilyn Monroe. Parece ser que la postura de Jackie Kennedy e se basaba en la aceptación de estas infidelidades siempre que fuesen discretas y que tuviera claro que John no pensaba abandonarla.
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