Héroes valerosos, grandes batallas, hazañas imposibles, monstruos derrotados, doncellas rescatadas, tiranos depuestos… A todos nos gusta una buena historia de proporciones épicas y, de hecho, es un tipo de narración muy antigua que puede encontrarse en todas las épocas y todos los formatos. Las peleas del bien contra el mal y las narraciones de personas superando su condición de simples mortales para alcanzar la gloria funcionan siempre, se llame Aquiles o se llame Superman.
Por supuesto, cada país o región del mundo tiene sus propios mitos en los que se puede ver, entre otras cosas, la tradición, el pensamiento y hasta el alma de esos pueblos que creyeron en ellos. En las sociedades occidentales y más concretamente en Europa, los más conocidos son esos que salieron de la cultura grecolatina; las idas y venidas de personajes como Zeus y demás dioses del Olimpo, las heroicidades de Hércules o Perseo, los líos de faldas de las ninfas y las luchas contra criaturas malignas de otros tiempos. Con claros fines didácticos y un tono moralizante en muchas ocasiones, estos relatos no solo resultan interesantes desde un punto de vista narrativo sino que son una ventana a las creencias más profundas de una civilización fascinante que hizo mucho y de la que casi todos, de una forma u otra, somos herederos.
Nombres como los de Hércules, semidiós hijo de Zeus y de una mortal que se convirtió en el mayor héroe de la Antigüedad al derrotar a todas las criaturas malignas del mundo, o Ulises, astuto marino cuyo relato nos contó Homero en La Odisea, seguramente resulten familiares y conocidos para el público general pero la mitología griega tiene mucho más que ofrecer aparte de las historias más “mainstream” (véase la ironía del término). La mitología del mundo grecolatino está plagada de personajes interesantes que hicieron grandes cosas durante el tiempo que les concedieron los dioses para, así, lograr que sus nombres quedasen grabados en la posteridad y que tantas generaciones después sigamos hablando de ellos.
En esta galería recopilamos algunos de los mitos más importantes de la cultura grecolatina; fábulas que han sobrevivido al paso del tiempo y siguen resultando tan universales y fascinantes como la primera vez que fueron contadas.
Imagen: Santiago López Pastor (Flickr)
Los doce trabajos de Hércules
Hera, esposa de Zeus, odiaba al forzudo Hércules por ser fruto de una relación adultera entre su marido y la mortal Alcmena. La diosa ya había intentado matarlo cuando solo era un bebé, pero fracasó y juró vengarse de aquel bastardo con fuerza sobrehumana.Una noche, Hera provocó en Hércules un ataque de locura y de ira en el que el hijo de Zeus mató a su esposa Megara y a sus hijos, marcado por la sangre en las manos para siempre. Desesperado, acudió al oráculo de Delfos y este le dijo que debía cumplir las diez tareas que le encargase el rey Euristeo para expiar su culpa. El monarca encargó a Hércules toda clase de misiones imposibles que el semidiós realizó con no demasiada dificultad y, al hacerlo, liberó al mundo de los mayores males y monstruos que lo poblaban convirtiéndose en el campeón de la humanidad. La malicia del rey hizo que no contaran dos de los trabajos realizados por Hércules (matar a la hidra de Lerna y limpiar las cuadras de Augías), por lo que finalmente fueron doce tareas y no diez.
Imagen: Wikimedia Commons.
El robo del fuego
Tras derrotar a su padre y convertirse en rey del Olimpo, Zeus decidió poblar la Tierra con vida y encargó a los titanes Prometeo y Epimeteo que cumplieran su encargo. Epimeteo creó todas las plantas y los animales del mundo y Prometeo dio origen a los hombres, criaturas diseñadas a imagen de los dioses con extraordinarias habilidades que les hicieron ser vistos como una amenaza para Zeus. Para colmo, Prometeo decidió que todos los regalos que les había hecho no eran suficientes y robó una chispa del carro de Helios para dársela a sus hijos y que tuvieran la habilidad de dominar el fuego, considerado un elemento sagrado solo digno de los dioses.El titán que desafió a los dioses a favor de los hombres siempre fue admirado y adorado por los antiguos griegos, que lo veían no solo como su creador sino como un benefactor. Por desgracia, las acciones de Prometeo tuvieron sus consecuencias y acabó encadenado a una gran roca en la que un águila le devoraba las tripas eternamente.
Imagen: Wikimedia Commons.
La caja de Pandora
Pandora fue la primera mujer que existió, creada por Hefesto después de que Prometeo entregara el fuego a los hombres. Zeus y el resto de dioses le concedieron grandes dones como la belleza, la inteligencia o la curiosidad y al ser rechazada por Prometeo, se desposó con su hermano Epimeteo. Como regalo de bodas, Zeus le entregó a Pandora una vasija (que no una caja) y le dijo que jamás debería abrirla, pero la curiosidad de la joven era tal que no pudo resistirse y, al ver qué contenía, liberó sobre la Tierra todos los males que aquejarían al ser humano por la eternidad (enfermedades, muerte, envejecimiento, miedo, monstruos…).Se dice que Pandora cerró la vasija lo más rápido que pudo pero todos los males ya habían escapado y en su interior solo quedaba la esperanza. Sintiéndose culpable por sus actos, Pandora consagraría el resto de su vida a vagar por el mundo dando esperanza a los hombres y animándoles a luchar contra el mal.
Imagen: Wikimedia Commons.
Perseo contra Medusa
Perseo era hijo de Dánae y de Zeus, concebido cuando el dios se convirtió en una lluvia dorada para poder colarse en la habitación en la que la joven estaba encerrada y fecundarla. A su abuelo Acrisio le habían profetizado que su nieto lo mataría y le robaría el trono por lo que lanzó a ambos al mar metidos en un cofre, donde fueron rescatados por Dictis y Polidectes. Por su parte, Medusa era la sacerdotisa de Atenea más bella de toda Grecia, tanto que Poseidón se obsesionó con ella y la forzó sobre el altar del templo. Furiosa por la ofensa, la diosa de la sabiduría convirtió a la mujer en un monstruo de horrible aspecto y le concedió el poder de que su mirada convirtiera a aquel que la viera en piedra.Convertido en un joven atlético, valiente y apuesto, a Perseo se le encargó la misión de buscar y matar a Medusa para acabar con el mal que causaba al mundo. Encontró a la criatura con ayuda de las Grayas, se acercó a ella portando el casco de Hades que lo hacía invisible y entablo combate. Para no mirarla directamente, Perseo utilizó un escudo-espejo regalo de Atenea y las sandalias aladas de Hermes para alzarse sobre su cabeza y poder decapitarla con una espada que le había regalado el dios mensajero. Al morir, Medusa parió al caballo alado Pegaso y al gigante Crisaor (ambos hijos de Poseidón) y Perseo utilizó su cabeza como arma en muchos combates posteriores.
Imagen: Wikimedia Commons.
Jasón y los argonautas
Jasón volvió a su tierra en Yolco para reclamar el trono que era suyo y que su tío Pelias había usurpado. Este, queriendo evitar un enfrentamiento en el que claramente sería derrotado, desafió a Jasón a recuperar el vellocino de oro (la piel de un carnero creado por Zeus) a cambio de entregarle la corona de Yolco. Argos, famosos naviero y el mejor constructor de barcos de toda Grecia, hizo la nave Argo para Jasón y este envió mensajes por todas las islas reclamando la ayuda de los grandes héroes de su tiempo. Entre los cincuenta miembros de la tripulación figuraban Hércules, Cástor y Orfeo.Jasón y los argonautas, como se llamó a su tripulación, partieron hacia Cólquida para hacerse con el vellocino de oro pero por el camino tuvieron que enfrentar toda clase de peligros en los que muchos de sus compañeros perecieron o abandonaron la travesía. Finalmente, Jasón logró derrotar al dragón que vigilaba el vellocino y hacerse con él gracias a la ayuda de Medea, hija del rey Eetes. A su regreso, Pelias se negó a cumplir su parte del trato pero acabó siendo asesinado por sus propias hijas.
Imagen: Wikimedia Commons.
El castigo de Sísifo
El de Sísifo es otro de los muchos ejemplos de la mitología griega que demuestran que no es buena idea jugar con los dioses. Rey y fundador de la ciudad de Corinto, era astuto y ambicioso como pocos mortales. Un día, fue testigo del rapto de la ninfa Egina por parte de Zeus y Sísifo decidió contárselo todo a Asopo, padre de esta, a cambio de una fuente de agua dulce para Corinto. Rabioso por el chivatazo, Zeus mandó al titán Tánatos que matara a Sísifo pero el rey logró engañarlo y salvarse. Zeus entonces envió a Ares, su fiero hijo y dios de la guerra, que sí logró mandar a Sísifo al inframundo.El rey de Corinto pasó una temporada en los dominios de Hades pero también logró engañar al señor del inframundo para que le permitiera salir, lógicamente con la intención de no volver. Sísifo vivió muchos años entre los vivos hasta que, cansado, aceptó que lo llevaran de nuevo al inframundo para siempre. Hades y Zeus, dolidos por la ofensa y las burlas del mortal, le impusieron un castigo ejemplar: Sísifo tendría que empujar una enorme roca montaña arriba y, cuando estuviera a punto de llegar a la cima, esta caería y tendría que volver a empezar. Así por siempre.El mito de Sísifo fue utilizado como inspiración por el filósofo y escritor Albert Camus.
Imagen: Wikimedia Commons.
La muerte de Ícaro
El inventor Dédalo y su hijo Ícaro fueron encerrados por orden del rey de Creta al haber ayudado a Teseo a salir del laberinto que él mismo creó para contener al minotauro. Desesperado, construyó unas grandes alas que adhirió a su espalda y a la de su hijo con cera y así lograron escapar de su celda. El plan de Dédalo era alejarse de Creta y buscar un refugio seguro, pero al despegar Ícaro estaba tan encantado con la posibilidad de volar que se dedicó a surcar el cielo como si fuera un juego más, desafiando a su propia suerte al elevarse cada vez más y más. Tal fue la osadía de Ícaro que el calor del sol derritió la cera de sus alas y el joven cayó al vacío, muriendo.
Imagen: Wikimedia Commons.
La manzana de la discordia
Durante la boda de Tetis y Peleo, Eris, diosa de la discordia que no había sido invitada al evento, se personó en el banquete con una manzana de oro y dijo que era un regalo para la mujer más hermosa. Las diosas Hera, Afrodita y Atenea reclamaron la manzana y, viendo próximo un conflicto entre ellas, Zeus ordenó a Paris que ejerciera como juez. El príncipe troyano había sido criado como pastor, ajeno a cualquier placer de la vida salvo los más sencillos, por lo que creyó que su decisión sería la más imparcial.Resultó sin embargo que su vida falta de placeres hicieron a Paris más ambicioso ante aquella oportunidad y cada una de las diosas le ofreció un don a cambio de que la eligiera. Hera quiso otorgarle gran poder y estatus, Atenea sabiduría y conocimiento mayores que los de cualquier otro hombre y Afrodita el corazón de la mortal más hermosa de todas. Paris decidió que Afrodita debía ser la ganadora de la disputa y, a cambio, ella hizo que se enamorara de Helena, esposa de Menelao. La ambición y los deseos de Paris llevaron a Troya a la guerra y a la destrucción.
Imagen: Wikimedia Commons.
Dafne y Apolo
Apolo era el dios de la belleza masculina, de la luz y de las artes. Era considerado uno de los más hermosos y talentosos habitantes del Olimpo y eso le volvió arrogante e hizo que se burlara de Cupido y su habilidad con el arco. Molesto por las mofas, el pequeño dios alado decidió vengarse y, mientras Apolo cazaba por el bosque, disparó dos flechas. La primera era de oro, acertó en el corazón de Apolo y le hizo sentir un amor irracional y desmedido por Dafne, una ninfa. La segunda era de plomo e impactó en la bella muchacha, haciéndole sentir desprecio y asco por Apolo.Comenzó así una triste persecución en la que Apolo solo podía pensar en abrazar a Dafne y ella solo podía pensar en huir. No se sabe cuánto tiempo duró esta situación pero, finalmente, Dafne no pudo más y pidió ayuda a su padre (el río Ladón) y a su madre, la diosa Gea. Ambos decidieron que la única forma de salvar a su hija era convertirla en un laurel. Cuando Apolo llegó y vio el hermoso árbol en el que se había convertido, decidió que sería su signo predilecto y que con él coronaría a sus campeones ya fueran guerreros, atletas o artistas.
Imagen: Wikimedia Commons.
La espada de Damocles
Damocles era un siervo más en la corte del rey Dionisio el Viejo de Siracusa, un tirano déspota y cruel que maltrataba a su pueblo. Queriendo evitar provocar la ira del rey y deseando ganarse su favor, Damocles pasaba el día adulándole y cumpliendo todos sus designios pero en realidad sentía una profunda y venenosa envidia por los lujos de los que gozaba el rey. Estos rumores llegaron a oídos de Dionisio quien, temiendo una traición por parte de su cortesano, le tendió una trampa.El rey le dijo a Damocles que deseaba recompensarle por sus servicios y que estaba dispuesto a que cambiaran sus roles por un tiempo, asumiendo Damocles el papel de rey y pudiendo así saber qué se sentía al disponer de tanto poder y opulencia. Obviamente, Damocles aceptó y fue colmado con todo tipo de manjares y riquezas hasta que, mientras comían, alzó la vista y vio que sobre su cabeza pendía una afiladísima espada sujeta al techo únicamente por un pelo de crin de caballo. Paralizado por el meido, Damocles dijo no sentir hambre y pidió que volvieran a cambiar los roles, comprendiendo que los deseos de poder y ambición suponen exponerse a peligros inminentes.
Imagen: Wikimedia Commons.
Ulises contra Polifemo
Polifemo era un cíclope hijo del dios Poseidón y de la ninfa Toosa. Un día, mientras pastoreaba a su rebaño de ovejas, aparecieron en la costa de las islas Cíclopes Ulises y su tripulación que intentaban volver a Ítaca. Polifemo los atrapó a todos, los llevó a una cueva e hizo rodar una gran piedra contra la entrada para que no escaparan. Allí, comenzó a comerse a los marineros de Ulises uno a uno.El astuto rey, que había luchado durante diez largos años en Troya, decidió que esa no era la forma ni el lugar donde moriría e ideó un plan para librarse del cíclope. Primero emborrachó al gigante y le distrajo dándole conversación, halagándole o hablándole de sus aventuras. Entonces, cuando había bajado la guardia, Ulises cogió un palo afilado y se lo clavó a Polifemo en el ojo, cegándolo. Ulises y los suyos escaparon y se escondieron entre el rebaño, ocultándose bajo las ovejas. Cuando el cíclope abrió la entrada de la cueva, palpó a ciegas cada animal que salió de ella pero solo pudo notar la lana de su rebaño. Todo podría haber terminado ahí pero Ulises, orgulloso, se burló de Polifemo y le reveló su verdadera identidad. Este gesto de soberbia contra su hijo provocó la ira del dios Poseidón.
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