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Ernest Hemingway, una vida de novela

Sus novelas y relatos convirtieron al escritor estadounidense en una de las figuras más importantes de la literatura del siglo XX.

Con frondosa barba blanca, jersey de cuello alto y mirada profunda y sincera es como muchos recuerdan a Ernest Hemingway. El periodista estadounidense hizo de la palabra escrita su forma de vida, su seña de identidad y su mejor arma para un mundo trepidante en el que él, como buen boxeador que era, nunca rechazó un combate. Autor de obras que ya forman parte de la literatura universal como Adiós a las armas (1929) o El viejo y el mar (1951), Hemingway vivió una vida plagada de riesgos y aventuras que buenamente podría haberse convertido en uno de sus libros.
Nacido en 1899 en el extrarradio de Chicago, comenzó su idilio con la prensa en el instituto y pronto se profesionalizó como periodista, especializándose en crónicas y reportajes que realizaba con un estilo tan propio y novedoso que siguen siendo estudiados en las facultades de periodismo. Su mente inquieta y corazón aventurero le llevarían a convertirse en corresponsal para todo tipo de medios, pudiendo así viajar por todo el mundo y ser testigo de momentos clave del convulso siglo XX como la Guerra Civil Española o la Segunda Guerra Mundial.
Aunque su pasión por la literatura ya le venía de antes, fue a partir de su primera estancia en París cuando brotaría el Hemingway escritor. Eran los felices años 20 y París acogía a celebridades como Pablo Picasso o Scott Fitzgerald, con quienes Hemingway trabaría amistad y debatiría sobre el panorama cultural, la política y la decadente situación a la que debía hacer frente la Lost Generation tras la Primera Guerra Mundial. Su creación literaria incluye novelas, relatos cortos y ensayos en los que el autor lograba un estilo tan personal y único como atrayente. Casi desde un principio cosechó enormes éxitos con su obra.
El otro Hemingway que se hizo famoso era el Hemingway aventurero. Ese que había recorrido medio mundo y en una misma noche podía desmontar tus argumentos ideológicos, beber más whisky que nadie, ganar un combate de boxeo y llevarse el corazón de todos los presentes con sus anécdotas e ingenio. Todo eso antes de colocarse ante su máquina Corona Nº 3 para, como él mismo sugería, escribir ebrio y corregir sobrio. El carisma y la fascinante vida que el escritor llevó le convirtieron en un fenómeno de masas y un  personaje mediático como pocos en la época. Y su fama no hizo más que acentuarse cuando, en 1961, Hemingway se suicidó con su propia escopeta de caza.
Ernest Hemingway era uno de esos casos poco comunes en los que se juntaba todo: gracia, ingenio y talento. Sus novelas y relatos han pasado a la historia como ejemplos de buena literatura y su vida personal se ha convertido en el añadido perfecto para su leyenda, una historia tan plagada de luces como de sombras.
Para escribir como Hemingway había que ser Ernest Hemingway, pero por suerte tenemos sus obras como legado.

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