Adolf Hitler ha pasado a la historia como uno de los mayores genocidas. Pero esta acepción suele recibir muchas críticas, dado que se olvidan con frecuencia a otros líderes que igualmente causaron terror y genocidio, como su antagónico Stalin. No olvidemos que la historia la escriben los vencedores.
Su figura idealizada de malévolo criminal resulta especialmente atractiva, lo que le ha convertido en un mito de la historia del siglo XX.
En cualquier caso, su liderazgo desencadenó en una guerra mundial, la más sangrienta de la humanidad en millones de muertes; y estandarizó un método de genocidio que da escalofríos por su frialdad y metodismo: el Holocausto.
Por ello, muchos se preguntan cómo pudo una nación como Alemania dar apoyo parlamentario al partido nazi. Recordemos que la Carta de los Derechos Humanos no estaba redactada y no existía política exterior capaz de intervenir ante los crímenes cometidos.
Los ingredientes del éxito de Hitler son variados. En primer lugar, el contexto: una nación humillada y sometida por las condiciones del Tratado de Versalles, al finalizar la Gran Guerra; empobrecida, despojada de todo honor... Todo ello fue el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de un líder tan agresivo, pero que resultaba convincente.
En segundo lugar, la ideología: el antisemitismo es clave para el desarrollo del partido nazi, la búsqueda de un enemigo común. En este caso, los judíos, de quienes se había escrito ya largo y tendido sobre su supuesta maldad y sobre hipotéticas conspiraciones para dominar el mundo. Este sentimiento xenófobo era compartido por muchos ciudadanos alemanes y de territorios del por entonces imperio austro-húngaro. Por contra, la idea de la raza aria (un concepto científicamente erróneo) como única con legitimidad y capacidad de someter al resto completaba esta xenofobia.
En tercer lugar, el nacionalismo alemán. La idea de una única nación alemana, el pangermanismo, anidada ya en la cabeza de muchos ideólogos, como George von Schönerer, de quienes Hitler bebió influencias.
El fanatismo, la política del terror, y una propaganda muy bien elaborada hicieron el resto del trabajo. El escenario de la Segunda Guerra Mundial estaba montado.
Por suerte o por desgracia, Adolf Hitler es recordado a través del espacio y del tiempo. Aunque quizá no de la manera que él quiso.
Una infancia difícil
Adolf Hitler nació el 20 de abril de 1889 en Braunau am Inn, Austria. Cuarto de los seis hijos de una devota familia católica, vio morir de pequeño a tres hermanos y a una hermana. Estaba muy apegado a su madre, mientras que recibía palizas frecuentes por parte de su padre, Alois Hitler, que era alcohólico.
Adoctrinamiento en la escuela
En 1900 se traslada a Linz a estudiar, donde adquiere la ideología nacionalista alemana, y la creencia de que Alemania y Austria deberían estar unidos en un gran Reich pangermánico. Imagen: la casa de Hitler en Leonding, una localidad de la ciudada austriaca de Linz.
Pintor frustrado
En el 1907 deja a la escuela y se presenta a la Academia de Bellas Artes de Viena. Es rechazado dos veces. “Dibujos aceptables, cabezas pobremente dibujadas. No tiene mucho talento, no se recomienda la admisión”, escribieron sobre él.Este hecho, junto con el fallecimiento de su madre a causa de un cáncer, provoca que se deprima. Poco a poco se va interesando por la política.
Precariedad en Viena
Tras dos rechazos por parte de la Academia, y sin poder volver a presentarse, está en paro, vive como vagabundo y finalmente acaba en un hostal para indigentes.Es en esta ciudad donde comienza a desarrollar su ideología política. Rechaza el marxismo, el socialismo, el comunismo… y también el pacifismo; y comienza a nacer en él un profundo odio, especialmente hacia los judíos, a quienes culpa de los problemas económicos y sociales de Alemania.
Participación en la Primera Guerra Mundial
Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, huye de Viena para evitar ser reclutado por el Imperio Austro-Húngaro, por lo cual sufre persecución. Refugiado en Múnich, se enrola en el ejército alemán, con el cual verdaderamente sentía afinidad. Tiene 25 años.Como mensajero de guerra, obtuvo la cruz de hierro al valor, una insignia de la que siempre presumiría. En 1918 queda temporalmente ciego por un ataque británico con gas mostaza, pero se recuperaría sin problemas meses más tarde, para descubrir que la contienda finalizó con la rendición de Alemania y las deshonrosas condiciones del Tratado de Versalles.Su participación en la Gran Guerra le marcaría definitivamente, y el transcurso de los acontecimientos fue decisivo para marca aún más su nacionalismo; el orgullo herido de la derrota le provocó frustración y rabia, sentimientos que después alimentarían la base para edificar la segunda gran contienda mundial.
El partido nazi se gestó en las cervecerías de Múnich
En 1919, con 30 años, regresa a Múnich, donde se afilia al partido obrero alemán, que se dedica a celebrar actos entusiastas en cervecerías. Su odio hacia los judíos y la pasión de sus discursos llaman la atención y pasa a ser el líder del partido en un año.Pronto le cambia el nombre por el Partido Nacional Socialista Alemán (NSDAP).
Intento de golpe de estado y posterior detención
Adolf Hitler, Julius Streicher (primer plano, derecha), y Hermann Göring (a la izquierda de Hitler) vuelven sobre los pasos del Beer Hall Putsch (golpe de estado) de 1923. Munich, Alemania, 9 de noviembre de 1934.Maravillado por el increíble ascenso de los fascistas en Italia, (y tal vez imitando a los camisas negras de Mussolini) Hitler pone en marcha su propia revolución por el poder.El 8 noviembre del 1923, 600 camisas pardas irrumpen en la cervecería de Múnich donde el primer ministro Gustav Von Kart preside una reunión. Hitler dispara al aire y declara la revolución nacional (el golpe es conocido como el Putsch de Múnich).Los integrantes del NSDAP salen a las calles dispuestos a tomar el poder. Pero la policía sale y abre fuego. 14 nazis mueren. Hitler, herido, escapa. 3 días después es detenido y condenado a 5 años por traición.
Primer y único hijo: Mein Kampf
Aprovechó su periodo en la cárcel para asentar las bases de su pensamiento político. Rudolf Hess le ayuda, transcribiendo sus palabras, a elaborar Mein Kampf, ‘Mi Lucha’, una mezcla de manifiesto político y autobiografía. Años después, se convertiría en el libro más vendido de Alemania.Hitler afirma que Alemania es una nación racialmente superior: la raza aria, que tendría el poder y la legitimidad para someter a otros pueblos. Además, poseerían características físicas especiales: pelo rubio, ojos azules, y eran altos y varoniles. En cambio, para él, los judíos eran un cáncer que está devorando la pureza germánica; pese a todo, reconocía que eran muy inteligentes y que sabían manjar las finanzas.“La personificación del demonio como fuente de todo mal asume la forma viviente del judío”, escribe.
El apoyo popular de una Alemania herida
En parte gracias a la delicada situación de Alemania, la gran perjudicada de la I Guerra Mundial, Hitler fue catapultado al poder.Tras salir de la cárcel en 1925, con su partido nuevamente legalizado, consigue el apoyo popular. Alemania era una nación humillada y despojada de su ejército, empobrecida.En 1929, el crack de la bolsa provoca que los bancos americanos retiren sus préstamos a Alemania, y hay una enorme inflación.
El partido nazi llega al Parlamento
Mediante la propaganda, los discursos apoteósicos y el terror físico, el Partido Nacional Socialista Alemán se gana el apoyo de las masas y se convierte una de las mayores fuerzas del Reichstag, el Parlamento alemán.Hitler, como muchos otros ciudadanos, creía en una gran región pangermánica y en la superioridad racial aria y odiaba a los judíos, a quienes culpaba de los problemas de Alemania.
1933: Hitler es nombrado canciller de Alemania
El partido nacional socialista fue ganando poco a poco peso electoral, hasta que en 1933, finalmente, Adolf Hitler es nombrado canciller por el presidente del Reich, Paul von Hindenburg, que se encontraba mayor y enfermo.Hitler suspende entonces la Constitución y comienza a ilegalizar al resto de partidos.
El único y todopoderoso Führer
A la muerte de Hindenburg un año más tarde, Hitler promulga una ley que unificaba los cargos de presidente y canciller, bajo el nombre de Führer und Reichskanzler, y se instaura el Tercer Reich.La palabra alemana führer significa jefe, líder, guía o conductor. Entonces, su ego llegaría a unos límites exacerbados: Hitler se veía a sí mismo como un héroe, y como único salvador de Alemania.
El poder de la extravagancia
Al igual que al principio de su carrera política en las cervecerías de Múnich, el führer llamaba la atención por sus discuros en público, que resultaban profundamente emocionantes, y a los que ponía un énfasis desmesurado. Aquí reside gran parte de su éxito.Era un fanático del compositor alemán Wagner que, como hemos mencionado, le inspiraba y fortalecía para elaborar sus apariciones. Solía también ensayar y fotografiar extravagantes gestos.
Geli Raubal: una relación tóxica y la misteriosa muerte de la sobrina del führer
Se ha recopilado información de medios de la época sobre una extraña y tóxica relación con Geli Raubal, su sobrina; al parecer, Hitler mantenía una especie de obsesión hacia ella. Tanto es así que en 1926 colocó a su hermana Angela como encargada de su casa en los Alpes, para estar cerca de la joven, que contaba con tan solo 17 años.Llevaba a su sobrina a sus actos públicos y se enorgullecía de ella. Poco se sabe de la vida privada del führer en aquella época, además de porque el Gobierno hizo un esfuerzo por ocultarla; pero al parecer Hitler ejercía sometimiento y encierro hacia Geli, impidiéndola marchar de su lado y salir con chicos.En 1931, Geli fue hallada muerta en su habitación de Múnich, cuando contaba con 23 años de edad, mientras Hitler se encontraba de viaje, con un tiro en el corazón. Esta información permaneció oculta hasta después de la guerra y se desconocen los detalles de la muerte de la joven.
Los prolegómenos de la Guerra
El Tratado de Versalles es, para Hitler y para muchos alemanes, humillante (reparaciones de guerra y deudas desproporcionadas, desarme…) Ignorando sus prohibiciones, inicia el rearme alemán en 1935. Continuando con su desafiante política internacional, anexiona Austria y la región checa de los Sudetes en 1938.Mientras, Gran Bretaña y Francia protestan, pero no hacen nada por evitarlo.
Comienza la Segunda Guerra Mundial
Finalmente, la tensión llega a su punto máximo el 1 de septiembre de 1939, cuando Hitler invade Polonia. Su plan de invasión responde a la búsqueda del ‘espacio vital’, un concepto derivado del pangermanismo aprendido a lo largo de su vida, y compartida por muchos alemanes.Ante la invasión, Gran Bretaña y Francia responden y declaran la guerra.
Cronología del desastre
Las predicciones para Hitler son halagüeñas al comienzo de la guerra. En 1940 invade Dinamarca, Noruega, Países Bajos, Bélgica y Francia. Su estrategia rápida de guerra por tierra, conocida como blitzkrieg (guerra relámpago) da sus frutos rápidamente. Pero no duraría. La logística y la doctrina le fallan a un líder militar fanático, idealista y sin experiencia.El primer error estratégico es la invasión de la Unión Soviética, un mar de inclemencias meteorológicas para las que el ejército alemán no está preparado. Su ejército está ahora dividido en varios frentes.Aunque Francia capitula el 17 de junio de 1940 (y Gran Bretaña se mantiene fuerte utilizando su ventaja por mar y aire), a partir de entonces los nazis no consiguen ninguna victoria significativa.En 1941 la guerra se internacionaliza aún más con el ataque de Japón a Pearl Harbor.
El régimen de la raza pura
Mientras el frente trata de ganar la guerra, la administración de Hitler está llevando a cabo un genocidio progresivo, encubierto. Algunas medidas sociales contentan a los ciudadanos alemanes; eso sí, para serlo, debías cumplir el requisito de ser ‘sangre alemana’, es decir, que tus cuatro abuelos fueran alemanes. De no ser así, eras catalogado como ciudadano de segunda y, más adelante, enemigo de la nación, perseguido y eliminado.Todas las familias debían adquirir en sus hogares Mein Kampf, y tenían mucho cuidado de bautizar a sus hijos con nombres alemanes. Los niños eran adoctrinados en las escuelas para ser grandes hombres y defender la gran nación alemana; y las niñas, para ser eficaces amas de casa y madres pero, a su manera, fuertes y con carácter, para dar a luz a verdaderos hombres arios.
Campos de trabajo y exterminio
A lo largo y ancho del territorio conquistado, afloran campos de trabajo y exterminio, que se construyen a velocidades insospechadas. A partir del 42, los judíos, pero también gitanos, homosexuales, comunistas… y otros enemigos de la nación, son enviados allí para ‘trabajar’; es decir, para ser aniquilados. Hombres, mujeres, ancianos y niños llegaban a los campos en trenes en condiciones lamentables, y eran sometidos a toda clase de torturas y despersonalizaciones. Algunos lograban sobrevivir trabajando y obedeciendo; otros, murieron por diversas causas (inanición, torturas, enfermedades…) o fueron directamente enviados a las cámaras de gas.Existe variedad de documentación gráfica y objetos que da cuenta de la existencia de estos campos. El más grande e importante de todos ellos fue el de Auschwitz, situado en Polonia.
Sus seguidores
Puede que la mente de Adolf Hitler no fuera la más retorcida del Tercer Reich. Sus ministros y cargos de las SS fueron activos participantes e igualmente ideólogos del régimen del terror y posteriormente, de la solución final, como fueron Hermann Göring, mariscal del Tercer Reich; Joseph Goebbels, ministro de propaganda; Heinrich Himmler, oficial nazi de alto rango; o Adolf Eichmann, popularmente conocido como el ‘arquitecto del Holocausto’.
Eva Braun: su único romance reconocido
Eva Braun conoció a Hitler a raíz de su trabajo como modelo para Heinrich Hoffmann, fotógrafo del partido nazi. Más tarde trabajó como secretaria del führer. Ambos comenzaron una relación sentimental, que duraría hasta el final de sus vidas. Eva era una muchacha apasionada y alegre, sin demasiado interés en las pretensiones políticas de Adolf. No obstante, estuvo con él hasta el final.
El trágico desenlace
El 29 de abril de 1945, rodeados por el ejército aliado, Eva Braun y Adolf Hitler contrajeron matrimonio civil en el búnker, donde Hitler y sus allegados permanecían aislados.Al día siguiente, ambos se suicidaban. Ella escogio ingerir cianuro; él, una muerte más digna y militar: disparo en la cabeza.Luego, sus cuerpos fueron incinerados y los restos, enterrados en las inmediaciones del búnker.
La leyenda de un genocida
Se ha especulado mucho acerca de si el líder de la Alemania nazi fingió su muerte y, en realidad, logró sobrevivir. En 2018 se hizo público un estudio del profesor Philippe Charlier y otros científicos franceses, que daban cuenta de pruebas físicas del cadáver del Hitler: se trata de un pedazo de su cráneo, aportado por la inteligencia rusa, que al parecer lo mantuvo oculto durante décadas. Más detalles sobre la investigación, aquí.
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