Esta festividad dedicada a los difuntos que se suele celebrar a principios del otoño tiene muchas versiones distintas según el país en que uno se encuentre.
Disfraces, calabazas, caramelos, adornos, monstruos, calaveras, fuego, muerte, oscuridad, recuerdos... ¿Cómo la noche de Halloween puede significar tantas cosas diferentes? Al igual que las personas que las crearon, las costumbres humanas siempre cuentan con múltiples caras y significados que van cambiando dependiendo del punto de vista o de la relación de cada uno con ella. Mientras unos ven en la Navidad una fiesta de profundas tradiciones religiosas, otros la interpretarán como una excusa para el desenfreno consumista. Lo mismo pasa con Halloween, que no significa lo mismo para todos ni se celebra igual en todas partes (aunque Hollywood intente convencernos de que es así).
Si nos centramos en la versión occidental de la fiesta, que tiene origen en Europa y cuya difusión y popularización se produjo en los países anglosajones de una forma y en los de tradición católica de otra, Halloween comenzó siendo una noche en la que la conexión con el plano astral, el mundo de los espíritus, era más fuerte y por lo tanto existía la posibilidad de encontrarse con el fantasma de algún fallecido paseando por ahí. El paso del tiempo y el crecimiento de la industria del marketing y la cultura de consumo han hecho que una festividad basada en la espiritualidad haya derivado en una ocasión especial para divertirse y alejarse de la monotonía del día a día. Si en algo sigue pareciéndose el Halloween actual al original es en que ir vestidos de muerto nos hace sentirnos más vivos.
Precisamente por esa raíz espiritual que tiene la fiesta, basada en el reencuentro y la conexión con los difuntos, es por lo que ha resultado ser global en la función aunque distinto en la ejecución. Todas las culturas, pueblos y países conmemoran a sus muertos en un intento de mantener cierta conexión con ellos para que no se olvide de dónde vienen y quiénes les acompañaron en algún tramo del camino. Esta festividad, que no tiene por qué llamarse Halloween ni celebrarse a finales de octubre o principios de noviembre, contará con tantas variantes distintas como culturas existan; unidas inconscientemente por el saber de que, antes o después, todos seremos calaveras.
Irlanda, un regreso a las tradiciones pasadas
Originalmente, la fiesta que hoy conocemos como Halloween procede de una tradición celta que se desarrolló en Irlanda durante siglos. Este festival, llamado originalmente Samhain se celebraba en el solsticio de otoño y marcaba el comienzo del año nuevo. La creencia popular era que la puerta entre el mundo de los vivos y los muertos se abría y eso hacía que la magia de los druidas fuese más poderosa. Aun habiendo dejado de lado los sacrificios humanos que solían realizarse, Irlanda ha retomado algunos de los aspectos más característicos de esta antigua tradición.
Las hogueras de Samhain
En el antiguo Samhain, se solía utilizar un nabo ahuecado y lleno de carbón al rojo (sí, la ahora mítica calabaza) para alumbrar el camino de los familiares fallecidos y se hacían enormes hogueras alrededor de las que se hacían rituales y ceremonias para espantar a los espíritus malignos. La noche del 31 de octubre en Irlanda, el fuego es el gran protagonista y es muy común encontrar hogueras en las que la gente se reúne para recordar a sus difuntos y reafirmar su legado y costumbres.
Estados Unidos y sus tradiciones derivadas
Actualmente, muchos consideran que Halloween es una tradición 100% estadounidense que ha sabido extenderse a otros países. Sin embargo, como suele pasar en los Estados Unidos, una fiesta que han hecho tan suya tiene su origen en las tradiciones de los inmigrantes que iban llegando al Nuevo Mundo. Los inmigrantes irlandeses del siglo XIX conservaron algunos aspectos de su antiguo Samhain y acabaron por convertirlo en las bases del actual Halloween.
Jack O'Lantern, 'trick or treat' y disfraces
Las calabazas talladas, los niños pidiendo dulces o intentando coger manzanas con la boca y los disfraces que cada vez se separan más del género terrorífico son partes fundamentales de la celebración de Halloween en los Estados Unidos. Poco a poco, se ha ido convirtiendo en una ocasión para dejarse llevar y divertirse, perdiendo casi cualquier espiritualidad y centrándose en sus posibilidades lúdicas. La sociedad entera se esfuerza para, durante esa noche, crear un ambiente con temática de terror en el que las fiestas, los desfiles masivos y las casas bien decoradas abundan más que los zombies en un cementerio maldito.
El product placement norteamericano
Aunque, como hemos dicho, la cultura estadounidense deriva de las tradiciones de los inmigrantes, pocos países tienen tanta capacidad para extender al resto del mundo su estilo de vida. Ya sea a través del cine, la televisión o el hecho de que muchos países le han considerado un modelo a seguir durante años, Estados Unidos ha sido el influencer por excelencia. Países anglosajones como Canadá, Gran Bretaña o Australia han adoptado el modelo estadounidense de Halloween como propio y las celebraciones que se realizan son muy similares en todos ellos.
Imagen: Flickr. Kawasaki Halloween, Dani Choo.
Japón y el terror otaku
Desde mediados del siglo XX, las islas niponas viven una asimilación paulatina de algunos aspectos de la cultura occidental que tanto adoran pero que no calcan, sino que adaptan a sus propias costumbres y particularidades. Así ocurre con Halloween, que ha ido convirtiéndose en una fiesta imprescindible para los japoneses que imitan el estilo estadounidense. Es cierto que los disfraces buscan más el acabado impecable y la originalidad que el respeto a la temática de terror y que sus calabazas suelen mostrar diseños muy diferentes al típico Jack O’Lantern (basados en personajes de anime y manga), pero eventos como el Kawasaki Halloween Parade, un macro-desfile, han sido importados directamente de los Estados Unidos.
Más allá del mundo anglosajón
Incluso si no se tiene una conexión directa con la cultura estadounidense, es muy difícil vivir al margen de los modelos sociales que proporciona. Actualmente, en la mayoría de países europeos y asiáticos han surgido dos vertientes que corren de manera simultánea. Estos lugares han adoptado el Halloween estadounidense como festividad de ocio pero siguen conservando otras tradiciones asociadas con el recuerdo a los difuntos y que cuentan con un elemento religioso-espiritual y tradicionalista muy significativo.
La influencia católica
Para facilitar la conversión de los pueblos paganos al cristianismo, la Iglesia católica solía aprovechar las fiestas y tradiciones existentes y darles otro significado según sus intereses. En el caso del Samhain celta, el papa Gregorio IV usó la importancia que se daba al recuerdo de los fallecidos para convertirlo en el 'Día de Todos los Santos' (All Hallow’s Eve en inglés, de donde deriva la palabra ‘Halloween’). La tradición católica arraigó fuertemente en países europeos como España, Italia o Portugal donde la religión tenía una relevancia significativamente alta para la sociedad.
España, un día para recordar
España es uno de los países con la tradición católica más arraigada de Europa. Esto hace que, aunque el modelo estadounidense de Halloween haya ganado terreno, se siga dando muchísima importancia al Día de Todos los Santos. Es costumbre que las familias visiten el cementerio para ver a sus seres queridos, dejándoles flores y coronas que adornen sus lugares de sepultura y reuniéndose después para comer y charlar, como una celebración de la vida.
Castañas y donjuanes
En la Península Ibérica, la llegada del otoño es casi un sinónimo de la recogida de castañas. Este fruto seco suele hacerse asado y es costumbre comerlo en el Día de Todos los Santos. Esta tradición recibe nombres como Magosto, Castanyada o Gaztainerra según la región en la que se celebre. Otra comida típica para la fecha son los buñuelos de viento, de los que cada buñuelo de viento que se come salva un alma del Purgatorio, o unas gachas dulces conocidas como 'puches'. Por último, representar Don Juan Tenorio de José de Zorrilla en la noche del 31 de octubre ha acabado por convertirse en algo muy común debido a que el acto final de la obra tiene lugar precisamente en la Noche de Todos los Santos.
Galicia defiende sus orígenes celtas
Desde hace unos años algunos sectores de la sociedad gallega decidieron investigar y reavivar el recuerdo de los pueblos históricos que la habitaron hace tanto tiempo. Esta región del norte de España estuvo habitada principalmente por tribus celtas y, desde 1990, es muy común encontrar referencias e incluso celebraciones que imitan al Samhain antiguo (rebautizado como 'Samaín'). Las escuelas, instituciones y numerosas asociaciones intentan fomentar una tradición olvidada tan propia de este pueblo como lo es de los irlandeses.
México y su Día de Muertos
Todo el mundo ha oído hablar del Día de Muertos mexicano, una de las celebraciones más peculiares y características que se celebra a finales de octubre para recordar a los seres queridos fallecidos. En la provincia de Yucatán, el Hanal Pixán es una antigua ceremonia maya que significa ‘comida de las ánimas’ y en la que se creía que los muertos podían volver desde el más allá para pasar dos días con sus familiares. Probablemente por influencia católica, el Día de Muertos también cuenta con su visita al cementerio, la decoración de las tumbas y las ofrendas, pero lo hace desde un punto de vista y un planteamiento de la vida completamente distinto.
Altares y flores de cempasúchil
Durante el Día de Muertos, las familias se reúnen en una especie de fiesta en la que colocan altares a los que sus difuntos acudirán a pasar un día con ellos. Estos altares se decoran y llenan de cosas que les gustaban a los fallecidos (dulces, licores, tabaco…) para que, siguiendo un camino de flores de cempasúchil, se reúnan con sus familiares. Aun con un claro elemento nostálgico y solemne, el Día de Muertos suele desembocar en una celebración con música, risas y mucha alegría en la que las calaveras de azúcar pintadas, el pan de muertos o las figuras de Catrina (una representación de la muerte con elegante vestido y sombrero que fue popularizada por el artista Diego Rivera) abundan y llenan de color las ciudades mexicanas.
Hay que reírse de la muerte
Además de por la estética tan propia que se asocia con esta festividad, si algo llama la atención del Día de Muertos mexicano es, aun con el elemento profundamente espiritual y de recuerdo a los difuntos, la alegría con la que lo celebra. El planteamiento mexicano es sencillo una vez se asume: no podemos vencer a la muerte, por lo que cada día que sigamos vivos debe ser un motivo para reírnos de ella. Los que han muerto vuelven por un día para disfrutar con sus seres queridos y los que ahora recuerdan se convertirán en los recordados, pero siempre celebrando la vida y afrontándola con rancheras y tequila.
'Coco' o la importancia de los recuerdos
Las películas de Disney han ido, con los años, convirtiéndose en pequeños homenajes o ventanas a las culturas que representan sus historias con una mezcla de cariño y respeto que suele atrapar al espectador, desde el más joven hasta el más viejo. Con Coco (2017), ganadora del Oscar a Mejor película de anmiación, se realizó una aproximación al Día de Muertos que solo se puede calificar de deslumbrante. El estilo visual respeta la estética mexicana y crea un mundo mágico en el que se desarrolla una historia que, indirectamente, explica el significado que los mexicanos dan a esta fiesta y la importancia del legado familiar.Imagen: Filmaffinity.
Y en el resto de Latinoamérica...
En el resto de Latinoamérica también existen sus propias tradiciones y fiestas para celebrar este día. Países como Chile, Nicaragua o Perú cuentan con festividades que muchos considerarían intermedias entre la regia visión católica de España y la alegría mexicana. Hay que tener en cuenta que casi todos estos países fueron, en su origen, colonias españolas y es por eso que las tradiciones con las que cuentan hoy en día son una mezcla de sus costumbres precolombinas y la influencia católica que llegó al continente de manos de los españoles.
Todas las culturas recuerdan a los fallecidos
Aunque el egocentrismo de Occidente hace que se considere como referencia la fecha del actual Halloween como festividad relacionada con los muertos, todas las culturas y sociedades cuentan con algún rito o día en el que se pretende conmemorar a aquellas personas que han fallecido para mantenerlas en el recuerdo, mostrarles respeto o ayudarlas en su reposo. El mundo es muy grande y hay tantos Halloweens como pueblos y culturas.
Los fantasmas hambrientos chinos
Esta celebración típica china, llamada 'Teng Chieh' y conocida como el equivalente más próximo a Halloween, se trata de una festividad llevada a cabo por taoístas y budistas en el mes de julio. Se cree que, durante este mes, las puertas del más allá se abren y los espíritus campan a sus anchas por la Tierra. Para aplacar los rencores, se suelen dejar ofrendas de agua y comida junto a las fotos de los difuntos y se les hacen regalos de papel que posteriormente se queman. Al igual que en el Samhain irlandés, las hogueras y farolillos tienen una gran importancia ya que sirven para protegerse de los malos espíritus y para confortar y dar descanso a los buenos.
El festival de las máscaras de Costa de Marfil
El 'Fetes des Masques' es una celebración típica de Costa de Marfil que se celebra en noviembre para honrar a los difuntos. Los habitantes se reúnen portando disfraces e impresionantes máscaras que representan a los espíritus del bosque y realizan una especie de ritual que muchos podrían confundir con un concurso de baile. Durante horas, y con estilos muy distintos que siempre cuentan con un elemento de tradición tribal africana, distintos bailarines compiten por ser elegidos como el mejor bailarín de ese año, considerándose un honor para el elegido.
Famadihana en Madagascar
La tribu Malagasi, de Madagascar, tiene la creencia de que el alma no puede marchar al más allá hasta que el cuerpo se ha descompuesto completamente. Para asegurarse del correcto viaje de sus difuntos, existe la costumbre de que los familiares desentierren a sus seres queridos cada siete años. El Famadihana o ‘regreso de la muerte’ consiste en el cuidado de los restos mortales, perfumándolos y envolviéndolos con tela nueva. Para estar más cerca de sus familiares y celebrar que falta menos para que partan hacia el más allá, los parientes cercanos levantan en brazos el cuerpo envuelto y bailan con él en una ceremonia que puede llegar a durar horas.
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