En la Historia Moderna de Europa abundan monarcas y nobles poco agraciados. Nuestro ‘top 10’ de la Fealdad se abre con el menos horrible... y termina con el ‘Campeón de los Feos’.
Durante los siglos de la época que académicamente llamamos Historia Moderna (entre los siglos XV y el XVIII; partiendo de la conquista de América o la caída de Constantinopla, y finalizando en la Revolución Francesa o la Independencia de los Estados Unidos) se produjo un esplendor de las monarquías absolutistas en Europa. Estas monarquías estaban regentadas por herencia genética. Sangre que, en ocasiones, era fruto de la propia endogamia (costumbre por la que determinado individuo se ve obligado a casarse con alguien de su mismo grupo) de una determinada familia.
La endogamia ha sido común en las aristocracias, los grupos religiosos, los grupos étnicos y las clases sociales a lo largo de toda la historia, una práctica hoy ilegal en buena parte del mundo. Las penas por transgredir las restricciones endogámicas han variado mucho entre las culturas, y van desde la muerte hasta una leve desaprobación.
La consanguinidad tuvo mucho que ver en la deformidad de algunas caras reales. Si bien la belleza es una percepción que puede resultar absolutamente subjetiva, hay determinados parámetros objetivamente asociados a lo bello; no solo en la naturaleza o en el arte, sino también en las personas. Y los reyes y nobles que se recogen en esta galería no se ajustaron precisamente a un ideal de belleza.
Sin duda, la endogamia tuvo la culpa de bastantes taras físicas que afearon el rostro de unos cuantos reyes, príncipes y nobles de la historia, como se puede ver en esta galería de retratos. Pero no fue la única causa que echó a perder la salud –y con ella la belleza– real: accidentes de caza o heridas en la guerra o en los torneos, excesos con la comida y la bebida y enfermedades venéreas también influyeron.
Aquí recogemos el ‘top 10’ de los más feos, desde el menos horrible hasta el coronado como el ‘Campeón de los Feos’.
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10º Felipe IV, el Hermoso
Este soberano de Francia y de Navarra pasó a la historia por su personalidad severa, por enfrentarse al papa Bonifacio VIII con motivo de los privilegios fiscales de la Iglesia y por su supuesta belleza. A juzgar por este retrato, o el pintor no le hizo justicia o los criterios estéticos de entonces eran muy diferentes a los de hoy.
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9º Enrique VIII (1491-1547)
El monarca inglés tuvo seis esposas y muchas amantes. De joven era atractivo, pero la sífilis, así́ como la obesidad producida por la vida sedentaria que llevó tras un accidente de caza, le echaron a perder.
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8º Felipe IV (1605-1665)
La cara de este rey español de la casa de Habsburgo estaba marcada por el prognatismo: su mandíbula saliente, que dificulta la masticación y el habla, era la herencia de una familia endogámica.
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7º Carlos III de Borbón (1716-1788)
El monarca ilustrado español, aquí pintado por Rafael Mengs, fue un buen gobernante, pero según el historiador Roberto Fernández Díaz, físicamente “no era nada agraciado. Bajo, delgado y enjuto, de cara alargada, labio inferior prominente y ojos pequeños achinados, su enorme nariz resultaba su rasgo más distintivo”.
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6º Federico de Montefeltro (1422-1482)
Por más que posara por su lado bueno –había perdido el ojo derecho en un torneo–, el duque de Urbino no lucía mucho. La nariz ganchuda, la mirada tuerta y una cicatriz afeaban el rostro de este gran condotiero del Renacimiento.
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5º Leopoldo I (1640-1705)
Bajito y enfermizo, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico heredó el mentón y el labio caído de su dinastía Habsburgo: era sobrino de Felipe IV de España, con cuya hija se casó y tuvo cuatro hijos. Le llamaban ‘boca de camello’.
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4º Luis XI (1423-1483)
Apodado el Prudente y también la Araña, por su habilidad para tejer intrigas, este rey de Francia no destacó por su belleza. Sin embargo, tuvo quince hijos de distintas esposas y amantes.
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3º Borso d’Este (1413-1471)
El duque de Módena, Reggio y Ferrara nunca se casó́. Su pasión eran los libros y la pintura. Fue un gran mecenas y patrocinó la edición de una Biblia en miniatura, considerada una obra maestra del Renacimiento.
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2º Juan de Médici (1360-1429)
Compensó su escaso atractivo físico con una inmensa fortuna. Fue banquero y fundador de la poderosa familia Médici de Florencia.
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1º Carlos II, el Hechizado
El Hechizado heredó en su persona todos los males de la familia Habsburgo. Raquítico, enfermizo, con retraso mental, epiléptico y estéril, tenía una lengua tan gruesa que apenas podía hablar.
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