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Bibliotecas destruidas a lo largo de la historia

La destrucción de bibliotecas ha sido una práctica habitual, a causa de las guerras o por fanatismo ideológico y religioso. Esta es una lista cronológica de algunas destrucciones famosas.

La historia está llena de lamentables episodios en los que la guerra, el fanatismo, los prejuicios, la censura o a veces la simple ignorancia han causado estragos en el patrimonio artístico y cultural de la humanidad. Desde la infame "quema de libros y sepultura de intelectuales" que el emperador chino Qin Shi Huang llevó a cabo en el siglo III a.C. hasta la actual destrucción sistemática de monumentos milenarios de incalculable valor perpetrada en Siria e Irak por el Estado Islámico, por poner solo dos ejemplos distantes en el espacio y en el tiempo, la cultura ha sido a menudo víctima y rehén de los peores vaivenes históricos.
Entre las numerosas catástrofes culturales, una de las prácticas más habituales ha sido sin duda el saqueo, destrucción o quema de bibliotecas, generalmente promovido por exaltados líderes políticos o religiosos. Unas veces el fanatismo se ha llevado por delante no solo el contenido de la biblioteca, sino también el lugar que la albergaba: es el caso de la Biblioteca Real de Asurbanipal, en la Nínive asiria, borrada del mapa en el siglo VII a.C., o del Serapeo de Alejandría, arrasado en el siglo IV. En otras ocasiones, la tropelía se ha limitado a la biblioclastia o destrucción de libros. Por ejemplo, la quema de códices mayas llevada a cabo en el siglo XVI por Diego de Landa, obispo de Yucatán, o las tristemente célebres piras de libros "subversivos" en el Tercer Reich.
Algunas de estas destrucciones fueron accidentales o meros "daños colaterales" de acciones bélicas, como cuando Julio César quiso rendir Alejandría mediante el fuego sin calcular –o sin importarle– que con ello se vería afectada la Gran Biblioteca de la ciudad, depositaria de lo mejor de la cultura helénica. Pero en general el terrorismo bibliográfico ha tenido una justificación ideológica previa. Basta recordar al respecto la famosa sentencia del califa Úmar ibn al-Jattab sobre la mencionada Biblioteca de Alejandría, a la que los musulmanes dieron la puntilla en el siglo VII: "Si no contiene más que lo que hay en el Corán, es inútil, y es preciso quemarla; si contiene algo más, es mala, y también es preciso quemarla".

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