Algunas bacterias pueden fabricar distintas variedades de polímeros cuyas características son similares a las del plástico. Para conseguirlo, se sumergen en una solución nutritiva en la que son alimentadas con carbono. Así, las bacterias acumulan durante su crecimiento polihidroxialcanoatos, unos compuestos hidrófobos, similares al plástico ordinario, elásticos en ciertos casos y biodegradables. Hasta ahora, el gran inconveniente de este bioplástico, era su limitada producción.
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