No es necesario irse muy lejos para encontrar paraísos naturales en los que disfrutar de unas largas vacaciones, o de un breve fin de semana. La propia península aporta un gran valor ecológico y cultural, y es fácil perderse en variedad de rincones, algunos más conocidos que otros. Todos ellos invitan a coger el coche disfrutar, conectando con la naturaleza y conociendo una riqueza natural y cultural insospechadas.
Cala de los alemanes, en Zahara de los Atunes, Cádiz
Ideal para quienes prefieren las playas salvajes que no están muy masificadas. Esta tranquila playa tiene unos 1500 metros de arena fina y dorada, y su belleza salvaje y tranquilidad características se deben a que no tiene paseo marítimo. No obstante, está muy cercana a la urbanización Atlanterra, y varias casas salpican la ladera de la montaña, que llega hasta el mar.
Para los más curiosos, hay muchas hipótesis en torno al origen de su nombre. Se dice que algunos soldados nazis huyeron del avance de los Aliados y se refugiaron en la tranquilidad de esta playa, buscando el anonimato.
Playa de Calblanque, en Cartagena, Murcia
La encontramos en la Manga del Mar Menor, en Cartagena. Son 300 metros de arena fina y dorada acariciada por el Mediterráneo. Una de las playas naturales de mayor valor paisajístico, dado que es un espacio protegido dentro del Situada en el Parque Regional de Calblanque. La bella playa se conserva casi virgen, en la que disfrutar de luz y el calor del mediterráneo.
Sierra de Bernia, en Alicante
Para los que no se deciden entre playa o montaña, la Sierra de Bernia es el destino ideal. El conjunto montañoso se extiende 11 kilómetros paralelamente a la costa meditarránea, entre diferentes municipios alicantinos con mucho encanto. En la vertiente sur se localiza en Fuente de Bernia, construido por orden de Felipe II como vía de escape de la revuelta de los moriscos en 1526.
Piscinas naturales de Madrigal de la Vera
No es necesario marcharse a la costa para disfrutar de un baño en la naturaleza, y es que siempre puedes acudir a una de las piscinas naturales más caudalosas de la península. La garganta de Alardos es una bella frontera natural entre las comunidades de Extremadura y Castilla y León. Dispone de varios charcos de agua profunda, el mayor de ellos, bajo el Puente de Alardos, construido en el siglo XVIII.
Arma plaza, en Hondarribia, Guipúzcoa
En la localidad guipuzcoana de Hondarribia, junto a la desembocadura del Bidasoa, se encuentra uno de los núcleos municipales con mayor patrimonio cultural y que, además, dedica grandes esfuerzos a divulgar sus recursos culturales: las riquezas de Plaza Fuerte, los distintos usos que ha tenido Portu Auzoa y el barrio de pescadores también conocido como el barrio de La Marina.
Benasque, en Huesca
En el corazón de los Pirineos, a 1.40 metros de altitud, está Benasque, que forma parte de la comarca que de Ribagorza, en Aragón. En el Valle de Benasque, también llamado Valle Escondido, se encuentra en majestuoso Pico Aneto, de más de 3000 metros de altitud. Un rincón cargado de Historia y de bellezas naturales. Uno de los atractivos naturales más singulares de este rincón es el Forau de Aigualluts, un gran pozo que se forma por la filtración de las aguas procedentes del glaciar del Aneto.
El Palacio de Cristal, en Oporto
Está situado en un parque-jardín botánico dentro del centro de Oporto, y fue llamado así en referencia a un antiguo palacio que existió dentro del parque, y que acogió la Exposición Internacional de Oporto en 1865. El palacio de Cristal es un rincón poco conocido que cuenta con varios ambientes: cada jardín posee un nombre y un tema. El agua tiene especial protagonismo en el Palacio de Cristal, con fuentes, lagos y vistas preciosas sobre el río.Los bellos jardines del Palacio de Cristal son un rincón idílico para disfrutar tanto en familia como en pareja.
Playa Gulpiyuri, en Asturias
Si te gusta la intimidad y prefieres las calas apartadas, no puedes dejar de acercarte a este rincón. Entre la costa de Llanes y Ribadesella se esconde la playa Gulpiyuri, que no llega a los 50 metros de longitud. Es de un valor natural incomparable, dado que el agua de mar entra a ella a través de un túnel entre las rocas. Bajo ellas, es posible caminar y escuchar lo que en Asturias se conoce como ‘bufones’, el bramar del mar que emite al pasar a presión por los túneles de la orilla.El pueblo más cercano a este mágico rincón asturiano es el pueblo de Naves, desde el cual se puede acceder andando a la cala. Una oportunidad de conectar con la fuerza de la naturaleza.
Tajo de Ronda, Málaga
Se trata de uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad malagueña, situado en un marco natural incomparable. Fue construido entre 1751 y 1793 y une las zonas histórica y moderna de la ciudad. Este puente parece surgir de manera natural entre las rocas, sosteniendo la estructura del Tajo de Ronda, una garganta de más de 100 metros de profundidad. El río Gualevín surca esta garganta, y pasa por uno de sus arcos.
Cadaqués, en Girona
Este precioso pueblo costero llama la atención no sólo por sus playas, sino especialmente por el casco antiguo municipal. La estructura laberíntica de sus calles, los colores de sus casas y las buganvillas que decoran sus balcones le dan un aspecto pintoresco. En el pasado era uno de los puertos más importantes de la costa Mediterránea, por lo que cuenta con magníficos restos de su antiguo recinto amurallado, que data del año 1200, y que terminan en el Castillo de Cadaqués.
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