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En periodos de sequía, la superficie de muchos terrenos se rompe en porciones delimitadas por grietas que pueden alcanzar un metro de profundidad. Estos mosaicos áridos son frecuentes en tierras ricas en arcilla, cuya esponjosidad depende en parte de su contenido en agua. La grietas se producen porque la desecación hace que la tierra se comprima. A medida que las moléculas de agua se van evaporando, aumenta la tensión superficial entre el líquido que queda y las partículas sólidas, que sufren una fuerza de empuje que las acerca unas a otras. El sólido se contrae y a su alrededor se abren grietas que se propagan por todo el terreno formando un patrón irregular lleno de ángulos y bifurcaciones.


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