Joaquín Sorolla (1863-1923) dedicó su vida desde muy pequeño a la pintura, su pasión. Tal fue su fascinación por este arte que hay más de 2.200 obras catalogadas del pintor.
Sorolla sobresalió en la pintura de retratos, paisajes y obras monumentales de temas sociales e históricos. Nacido en 1863 en Valencia (España), Sorolla quedó huérfano muy pronto, a la edad de dos años, y posteriormente fue criado por su tía y tío materno. Su familia era muy pobre y es probable que sus padres murieran de cólera. Como desde un principio el joven Sorolla mostró talento para el arte, pues sus talentos artísticos eran bastante visibles, recibió educación artística inicial a los nueve años en su ciudad natal y a los quince años se matriculó en la Academia de San Carlos. Después, continuó estudiando en Madrid, donde aprendió sobre pinturas maestras en el Museo del Prado, luego Roma y, posteriormente, París.
Sus primeras obras representaban escenas históricas, o contenían temas realistas sociales, pero a medida que fue evolucionando y aprendiendo, su estilo se centró en el género y la pintura de paisajes.
De vuelta a Valencia, su primer logro destacable como pintor profesional llegaría en 1892, cuando ganó la medalla de oro en la Exposición Nacional de Madrid gracias a la obra ¡Otra Margarita! (1892). Poco después, recibiría el primer premio en la Exposición Internacional de Chicago en 1893. Fue en este momento cuando el cuadro fue adquirido y posteriormente donado al Museo de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri (EE. UU.).
Entre otras curiosidades sobre su arte, fue el primer pintor de la historia del arte que dedicó obras a niños con polio. La herencia triste, pintado en 1899 es un lienzo que muestra niños con esta enfermedad bañándose en el mar en Valencia, bajo la supervisión de un monje. La polio había estado azotando la región de Valencia durante esos años y Sorolla hizo un alto en el camino para retratarlos. Este cuadro le otorgó al artista su mayor reconocimiento oficial, el Gran Premio y una medalla de honor en la Exposición Universal de París en 1900, y la medalla de honor en la Exposición Nacional de Madrid en 1901. Nunca volvió a pintar un tema social tan controvertido, real y cercano.
¿Quieres conocer sus obras más destacadas? ¡Las repasamos en esta galería!
Autorretrato (1909)
Comenzó su formación académica en la Escuela de Bellas Artes en 1878. Al poco tiempo sus obras empezaron a obtener reconocimiento, por lo que logró una beca de la diputación valenciana para viajar a Roma. A partir de ahí visitó varios países y se empapó de diferentes estilos que le sirvieron para convertirse en “el maestro de la luz”.
Marina (1881)
Esta pintura la realizó a principios de su carrera, en 1880, cuando aún no había acabado su formación. Sus influencias entonces eran sus maestros más cercanos, pintores valencianos como Rafael Moleón. Buscaba su estilo, que más tarde acabaría caracterizándose por su expresividad y luminosidad.
Desnudo de mujer (1902)
El artista valenciano se inspiraba mucho en su entorno familiar para realizar sus obras. En este cuadro, con una clara influencia de “La Venus del espejo” de Velázquez, (modelo de referencia para Sorolla) plasmó de forma provocativa la sensualidad de su mujer, Clotilde.
La siesta (1912)
La influencia impresionista de Francia le sirvió a Sorolla para realizar cuadros con un estilo como el de esta obra. Pinceladas onduladas que dan movimiento a la escena a la vez que juega con las luces y sombras.
Chicos en la playa (1910)
El mar fue uno de los temas recurrentes del pintor, realizando multitud de obras con la playa como protagonista. En este caso, una de sus mejores obras, juega con la vitalidad que aportan el color y la luz, dando la máxima expresividad al cuadro.
Paseo por la playa (1909)
Esta es otra de las grandes obras del autor, donde repite dos de sus inspiradoras temáticas: la familia y el mar, plasmadas en un paseo de su mujer y su hija por la playa. Se trata de la obra culmen de su madurez artística, en la que se aprecia a la perfección su dominio característico de la expresividad. El movimiento que desprende el cuadro junto con la mezcla de luz y color lo sitúa, según los expertos, en el postimpresionismo español.
Otra Margarita (1892)
Sorolla también abordó la temática social, muy presente en los autores del momento. Este fue su primer trabajo de denuncia, enfatizado con sátira en el título, que hace referencia a la Margarita de la novela “El drama del doctor Fausto” de Goethe, quien fue encarcelada por matar a su hijo. El artista muestra en el cuadro a una Margarita española, camino de la prisión en un ambiente de tristeza muy bien retratado.
Pescadora con su hijo (1908)
Las escenas cotidianas y las profesiones eran un clásico del pintor valenciano En este cuadro retrata a una madre con su hijo en brazos a la orilla del mar. Se observa el intenso color y el juego de luces y sombras que otorga una expresividad característica presente en su obra y que en España se denominó iluminismo.
La pesca del atún (1919)
Última obra de la colección ‘Visión de España’, la más importante de Sorolla, en la que el valenciano plasmó en pintura las tradiciones del país. Este cuadro en cuestión lo realizó en Ayamonte, Huelva, en la tradicional “levantá del atún”.
Una investigación (1897)
Sorolla adquirió un gran prestigio por sus trabajos, lo que le llevó a recibir numerosos encargos a lo largo de su vida. Este cuadro, en el que aparece su gran amigo el doctor Luis Simarro, retrata el proceso de una investigación llevada a cabo en su laboratorio. El cuadro capta a la perfección el ambiente, y sitúa el único foco de luz en la lámpara, de forma que resalta la actividad que están realizando los doctores.