Molly Shoichet: inventando nuevos materiales para curar lo incurable
Solo el 30% de los investigadores del mundo son mujeres, según los datos de la UNESCO.
En Europa Occidental, el porcentaje asciende al 32 %, y en España, al 39 %. Como el citado organismo internacional señala: “hay muchas mujeres que se matriculan en la universidad –ahora suman más de la mitad de los alumnos–, pero relativamente pocas escogen finalmente una carrera laboral científica”.
Para ayudar a suturar esta brecha, la propia UNESCO otorga desde 1998, junto con la Fundación L’Oréal, cinco premios anuales a las investigadoras más destacadas del momento, así como quince becas a jóvenes prometedoras. Una de las galardonadas en 2015 ha sido Molly Shoichet, catedrática de Ingeniería Química y biomédica de la Universidad de Toronto, en Canadá. Aunque sus avances en la creación de biomateriales para tratar graves problemas de salud han sido los que a la postre le han hecho merecedora del premio, el jurado también valoró su compromiso con los derechos humanos y la ciencia aplicada. No en balde, el lema de su laboratorio, The Shoichet Lab, reza: Resolviendo problemas importantes juntos.
¿Y en qué consiste exactamente su trabajo? Por una parte, Shoichet intenta restaurar las conexiones de las células nerviosas, perdidas a causa de accidentes o lesiones, mediante el trasplante de células madre. La científica canadiense explica que están investigando con varias modalidades: “utilizamos células madre humanas pluripotentes inducidas –o sea, células adultas reprogramadas con el fin de que se conviertan prácticamente en cualquier tejido del organismo– para las lesiones de la médula espinal; células embrionarias neuroectodérmicas –procedentes de un tejido que después dará lugar al sistema nervioso central– para los accidentes cerebrovasculares; células madre neurales, procedentes de cerebros de ratones o ratas, que pueden resultar útiles en el tratamiento de accidentes cerebrovasculares y lesiones medulares; y células madre adultas procedentes de la retina de ratones o humanos para casos de ceguera”.
El siguiente gran desafío es mantener con vida a las células insertadas el tiempo suficiente para que se integren en el sistema nervioso. La investigadora responde con la invención de un nuevo material. “Se trata de un hidrogel compuesto de ácido hialurónico y metilcelulosa –un derivado de la celulosa– que favorece la supervivencia y la distribución de las células después del implante”, nos cuenta Shoichet. Varios estudios recogidos por la revista Biomaterials demuestran que esta sustancia gelatinosa funciona con animales.
Otra técnica que Shoichet y su equipo tiene que ver con el transporte y la administración de fármacos anticancerígenos. Su objetivo es liberar las sustancias terapeúticas directamente en las células malignas. Científicos de todo el mundo están enrolados en esta misión, fundamentalmente mediante el uso de nanopartículas. “Nosotros hemos inventado polímeros biodegradables con moléculas anfifílicas, es decir, que son hidrófilas e hidrófobas a la vez”, responde Shoichet. Esto significa que poseen la cualidad de atraer y repeler el agua.
“Las moléculas se autoorganizan así como las que forman una pastilla de jabón”, compara. Mientras que la parte hidrofóbica protege el fármaco en el interior de la nanocápsula, el exterior es hidrofílico, para fluir sin trabas por los vasos sanguíneos tumorales. Como estos son más defectuosos que los normales, las nanopartículas pueden atravesarlos y dejar la carga terapéutica en la célula cancerígena.
Puedes leer el perfil completo a la biomédica Molly Shoichet, escrito por Esther Paniagua, en el número 410 de MUY INTERESANTE.
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