Ian Morris: “La Revolución Industrial pudo producirse en Oriente”
Doctor en Historia por la Universidad de Cambridge y profesor de la Universidad de Stanford, Ian Morris ha necesitado más de ochocientas páginas para contestarse esta pregunta: ¿Por qué manda Occidente… por ahora?
Doctor en Historia por la Universidad de Cambridge y profesor de la Universidad de Stanford, Ian Morris ha necesitado más de ochocientas páginas para contestarse esta pregunta: ¿Por qué manda Occidente… por ahora?
Ese es el título de un volumen tan exhaustivo como ameno (publicado por Ático de los Libros) donde Morris se remonta hasta hace 15.000 años en busca de pautas que expliquen la hegemonía moderna de Europa y Estados Unidos frente al este de Asia, su tradicional adversario. La geografía o el clima, y no una superioridad innata, son los principales acicates de una carrera que el crecimiento económico chino y la crisis de la zona euro han puesto emocionante.
–Usted define las latitudes con suerte, y dentro de esta franja, los Flancos Montañosos, en lo que hoy llamamos Oriente Medio. ¿Es verdad que le tocó la lotería a esa región? ¿Eso habría marcado una ventaja inicial de Occidente con respecto a Oriente?
–Sí. Gracias a la geografía, había más animales o plantas que podían ser domesticados en el suroeste asiático que en cualquier otro lugar sobre la Tierra. Debido a ello –y también porque la gente es muy parecida en todas partes, como ya he dicho–, la agricultura y la ganadería nacieron primero allí, entre los años 9500 y 7500 antes de Cristo, y algo más tarde en el Extremo Oriente, entre 7500 y 5500 a. C. Occidente dio el pistoletazo de salida.
–Ahora que hay una justificada preocupación con el calentamiento global, ¿qué importancia tienen los cambios bruscos del clima, como los que tuvieron lugar en 17000 a. C., 2200 a. C. o el siglo XVII, en los avances y retrocesos de las civilizaciones?
–El cambio climático ha jugado un importantísimo papel en la historia. A veces, el efecto ha sido positivo, como en el llamado Periodo Cálido Romano (250 a. C.-400 d. C.), que impulsó la agricultura y el comercio. En otras ocasiones, como durante la Edad de Hielo, acarreó consecuencias negativas. Sin embargo, un elemento se repite: estos cambios demandan una reacción de los seres humanos. Lo que está ocurriendo ahora, un calentamiento global como no se ha visto en miles de años, nos obliga a emprender transformaciones más rápidas.
–Usted no concede tanta importancia al nacimiento de la democracia y el pensamiento racional en la Grecia clásica, a la que habitualmente se llama cuna de la civilización. ¿Por qué?
-Creo que la antigua Grecia es un lugar muy importante. De hecho, hice mi tesis de doctorado y he realizado muchas investigaciones sobre esta civilización. Sin embargo, quienes explican el auge de Occidente a partir de los logros de los helenos se equivocan. Lo que ocurrió allí entre los años 700 y 300 antes de Cristo fue muy especial, pero existen paralelos en las antiguas civilizaciones de China, la India y Oriente Medio.
También es un error pensar que hay una continuidad desde la Grecia clásica al moderno Occidente: entre los siglos VI y XVI, la sociedad europea no tuvo nada que ver con la cultura helena. Solo se redescubrió su legado desde 1500, y especialmente a partir de 1750.
–Un factor clave –o el factor clave– del despegue moderno de Occidente fue la Revolución Industrial. ¿Hubo alguna posibilidad de que se hubiera producido antes en Oriente?
-Así lo creo. El gran salto se produjo en el noroeste de Europa en torno al año 1800 porque la economía atlántica había creado incentivos que premiaron la inversión en máquinas movidas por combustibles fósiles. Si estímulos similares hubieran surgido en China, Corea o Japón, habrían tenido su propia revolución. De hecho, pienso que de no haber surgido en Europa, probablemente lo habría hecho en el este asiático entre 2000 y 2100.
Puedes leer la entrevista completa a Ian Morris, realizada por Pablo Colado, en el número 407 de MUY INTERESANTE.
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