El producto interior bruto: todo lo que necesitas saber
El PIB es una medida económica que muchas veces se usa como indicador de la calidad de vida de un país, pero realmente no fue creado para eso. Te contamos qué es exactamente y qué otros índices lo complementan con información sobre el medio ambiente, la salud o la educación.
El producto interior bruto (PIB) es una de las medidas más famosas en economía y se utiliza para valorar la riqueza de un país. Su cálculo resulta bastante complejo, ya que incluye la producción total de bienes y servicios del mismo.
Generalmente el PIB se calcula cada trimestre, y su aumento o disminución con respecto al último valor nos estaría indicando si la economía de un país crece. En ese sentido, hay que diferenciar el PIB real (en el que se descuenta la inflación o aumento de precios), del PIB nominal, que no la tiene en cuenta.
Según los últimos datos del Fondo Monetario Internacional, los países con mayor PIB del mundo son Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Reino Unido.
Variables incluidas en el PIB
El PIB mide la renta y el gasto total de un país. "En una economía, la renta y el gasto son iguales", indica Edmund Conway en su libro 50 cosas que hay que saber sobre economía. "Si pagamos un euro por un periódico, ese dinero, nuestro gasto, automáticamente se convierte en la ganancia de otra persona. El PIB mide tanto bienes (como por ejemplo los alimentos), como servicios (por ejemplo un corte de pelo) incluyendo los elementos invisibles, como por ejemplo los servicios de vivienda: la cantidad que la gente paga por vivir en sus hogares, ya sea comprados o alquilados", explica este especialista en economía mundial. "El PIB está dividido en varios segmentos, cada uno de los cuales representa una contribución importante al crecimiento económico de un país. En qué gasta un país el dinero puede describirse como la suma del consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones netas".
Además, el PIB incluye solo la economía que tiene lugar dentro de un país. Es decir, si por ejemplo un español vive y trabaja en París, su producción entra en el producto interior bruto de Francia. Por el contrario, el producto nacional bruto (PNB) incluye los ingresos obtenidos por los ciudadanos tanto dentro como fuera del país, pero excluye lo que han ganado las empresas y ciudadanos extranjeros. Por lo general, el PIB y el PNB son muy similares.
Otro de los indicadores que se emplean con frecuencia es el PIB per cápita, que se obtiene de dividir el PIB entre la población total. Se suele asumir que los habitantes de un país con un PIB per cápita mayor se encuentran en una situación mejor que los de otro cuyo PIB per cápita sea menor y, aunque muchas veces van de la mano, lo cierto es que el PIB no es una herramienta desarrollada para medir la calidad de vida y existen otros indicadores más apropiados para ello.
Variables no incluidas en el PIB
El PIB no incluye el movimiento generado por la economía sumergida. Aunque pueda parecer banal, lo cierto es que en algunos países el mercado ilegal (tráfico de drogas, contrabando, trabajos sin contrato) puede suponer hasta el 10% de la economía.
Indicadores del desarrollo y del bienestar
Como ya hemos visto, el PIB es el indicador más empleado para medir y comparar el estado económico de cada país, pero no es reflejo de la calidad de vida de sus habitantes. "El PIB tiene la enorme ventaja de ser robusto como indicador y relativamente fácil de cuantificar", explica a Muy Interesante Josep María Batalla, profesor agregado de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya. "Esto tiene mucha importancia, ya que nos permite cuantificar de una forma fiable qué es lo que produce un país o una región, pero el problema es que muchas veces se hacen extrapolaciones del uso del PIB que son erróneas. El PIB como medida de producción de un área económica puede ser correcto, pero no tiene en cuenta otros factores que afectan a la calidad de vida". Hablamos de variables que son más difíciles de medir en términos de económicos: desigualdades sociales, acceso a servicios sanitarios, tasas de alfabetización o respeto al medio ambiente, entre otros.

valor económico de un bosque
Por ejemplo, si yo talo un árbol para hacer un armario de madera, estaré generando un producto con valor económico, pero el coste de reducir la superficie de bosque no se está teniendo en cuenta en el balance. O, en un determinado momento, el PIB de país un en vías de desarrollo puede aumentar debido, por ejemplo, a la extracción de petróleo o a la actividad minera, pero esta riqueza a nivel macroeconómico no tiene por qué traducirse en un mayor nivel adquisitivo de todos sus habitantes.
"La manera de calcular el PIB ha evolucionado desde 1932, y actualmente se pueden encontrar algunos costes ambientales en el cálculo del mismo, como por ejemplo los gastos efectivos por recogida de basuras, subvenciones para reducir la contaminación, gastos en educación ambiental, salud pública o la cobertura de accidentes y catástrofes naturales", nos explica Concepción Rey Mejías, jefa de Proyectos Marinos en Tragsatec (Grupo Tragsa) y autora de una tesis de doctorado sobre economía ambiental. "Existen impuestos sobre la contaminación resultante del principio quien contamina paga, multas y sanciones impuestas por tribunales de justicia o pagos compensatorios. Pero, sin embargo, sigue sin considerarse la depreciación del capital natural (por ejemplo, la pérdida de biodiversidad), así como los efectos ambientales de la contaminación sobre la salud (por ejemplo, los plásticos en el mar) o los efectos ambientales negativos (como la deforestación o la ganadería intensiva)".
"Otro de los casos más clásicos", indica Batalla, "lo puso el economista Paul Samuelson, que decía que si un hombre tiene un ama de llaves y le paga un sueldo por su trabajo, este sueldo se reflejará en el PIB. Pero si este hombre se enamora de su ama de llaves y se casa con ella, probablemente ella seguirá haciendo las tareas del hogar –no olvidemos que este ejemplo lo puso un economista del siglo XIX- , pero sin cobrar, y por tanto su trabajo dejará de reflejarse en el PIB. Yo creo que esto es interesante porque nos da idea de que hay muchos aspectos, como por ejemplo el trabajo de cuidados, que es tan necesario para la tasa de reproducción y reemplazo de la mano de obra, que no se tienen en cuenta".
Debido a todos estos inconvenientes, muchos expertos han desarrollado otros indicadores alternativos o, más bien, complementarios a esta medida que nos sirven para hacernos una idea más realista del estado de cada país. No hay que perder de vista que el PIB es una herramienta desarrollada para valorar la magnitud total de una economía, y aunque es un error interpretarla como indicador del bienestar, lo cierto es que muchas veces se utiliza como tal.
Índice de desarrollo humano (IDH)
Se trata de una de las mediciones más populares acuñadas para complementar la información que aporta el producto interior bruto y fue elaborada por la Organización de las Naciones Unidas en la década de los 90 para poner de manifiesto que el desarrollo nacional no debe medirse solo por el ingreso per cápita, sino también por los logros en materia de salud y educación.
Por esto, las tres principales variables que incorpora el IDH son la esperanza de vida al nacer, el nivel de alfabetización y de estudios alcanzado, y el PIB per cápita. Además, en los últimos años se han ido añadiendo otros índices que completan el informe anual de desarrollo humano: el índice de pobreza multidimensional, el índice de desarrollo humano ajustado por la desigualdad, y el índice de desarrollo de género.
Según el último informe, correspondiente al año 2018, los cinco países que encabezan la clasificación mundial según el IDH son Noruega, Suiza, Australia, Irlanda y Alemania. A la cola se encuentran Burundi, Chad, Sudán del Sur, República Centroafricana y Níger.
A mediados del año 2018, además, un equipo de científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona lanzó una ampliación del IDH: el índice de desarrollo humano subnacional, que refleja las desigualdades existentes dentro de las regiones de un mismo país y muestra la evolución del desarrollo humano para más de 1.600 regiones de 160 países.
El índice de riqueza inclusiva
Promovido también por Naciones Unidas en el año 2012, el indicador pretende incluir el coste ecológico de las actividades económicas. De esta forma se puede analizar si los países crecen de forma sostenible y estimular políticas respetuosas con el medio ambiente. "El índice de riqueza inclusiva considera variaciones en el bienestar de la población, entendido este como la suma ponderada de consumos de las personas y otros componentes como el capital construido, el capital humano, los activos ambientales y otros", explica Pablo Campos Palacín, responsable del Grupo de Investigación en Economía Ambiental del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC.
Y es que muchos países están experimentando aumentos en su PIB a la vez que pierden capital natural, algo que en el futuro también podrá acabar afectando a sus economías. "Por ejemplo, la riqueza de los mares obviamente no se cuantifica en el PIB, a no ser que los peces se pesquen. Si se agotan los recursos marinos el PIB aumenta, pero ambientalmente esta región se habrá empobrecido", expone Batalla. "Otro aspecto que, desde mi punto de vista, pervierte el PIB es la obsolescencia programada, que nos obliga a reemplazar con frecuencia nuestros electrodomésticos o el coche. El producto interior bruto aumenta, pero realmente nos estamos empobreciendo porque estamos generando una cantidad de residuos y una sobreexplotación de los recursos naturales que no es sostenible", sentencia el economista.
El índice de progreso real (IPR)
El índice de progreso real o genuino también pretende ampliar las miras del PIB tomando en cuenta factores que no son exclusivamente monetarios: el voluntariado y los trabajos de cuidados, la contaminación, la delincuencia o la pérdida de recursos ambientales son algunas de las variables que incluye.
El problema de este indicador es, precisamente, que cuantificar algunas de sus variables puede resultar bastante subjetivo. "¿Cómo cuantificas el efecto de la industrialización humana sobre el cambio climático?", se pregunta Batalla. "Está estipulado en 93 euros por tonelada de CO2 emitida, pero obviamente se trata de una medición arbitraria. En todo caso, lo bueno es que está teniendo en cuenta aspectos importantes como el agotamiento de los recursos o la contaminación del agua y del aire", concluye el investigador.
"La integración de sistemas de información económica y ambiental a través de indicadores de sostenibilidad ambiental constituye un paso importante en tanto persiguen alcanzar el desarrollo de instrumentos que ayuden en la toma de decisiones. Son aún imperfectos debido a la dificultad de valorarlos, pero en todo caso resultan más útiles que no tenerlos en cuenta", coincide Rey Mejías.