De primero, chuleta de mono
Hace unos años, un periodista de incógnito del Sunday Times pidió mono en el restaurante congolés Cité-Mont-Fleury, de Bruselas. "Macaco", le dijo el maître.
Hace unos años, un periodista de incógnito del Sunday Times pidió mono en el restaurante congolés Cité-Mont-Fleury, de Bruselas. "Macaco", le dijo el maître. Al rato le sirvieron unas tiras de carne ahumada con arroz y vegetales, y el reportero se las ingenió para llevarse una porción a la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Gante, en Bélgica, donde tras analizarla vieron que contenía huesos del antebrazo y cuatro trozos de plomo incrustados.
El simio había sido abatido en el Congo, país desde donde enviaban partidas regularmente a una camarera del local, según contó esta con toda naturalidad al periodista. De acuerdo con el citado diario británico, por entonces se servía en los cafés de la capital belga carne de chimpancé a 50 euros la ración.
La situación no ha cambiado mucho. En 2010, aduaneros del aeropuerto parisino Charles de Gaulle, junto con investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), llevaron a cabo registros a pasajeros sospechosos en determinados vuelos durante dos semanas. En las maletas de un viajero procedente de África encontraron 51 kilos de carne de caza salvaje.
Más información sobre comida extrema en el reportaje ¡Puaj, qué rico!, escrito por Luis Miguel Ariza, en el número 380 de Muy Interesante.