Las recetas de cocina de toda la vida pueden tener mayor o menor huella de carbono según los criterios que tengamos en cuenta a la hora de elaborarlas. Aquí te damos algunos consejos para reducir tus emisiones cuando te pongas el delantal.
En agosto de 2019, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) publicaba un informe sobre los usos del suelo que fue claro en una cuestión: la dieta es clave en la lucha contra el cambio climático. Las dietas basadas en el consumo de legumbres y vegetales producen menos emisiones de gases con efecto invernadero que aquellas en las que abunda la carne. No se trata de hacerse vegetariano o vegano (aunque ambas opciones, debidamente controladas, son perfectamente saludables y seguras), sino de limitar el consumo de alimentos con origen animal y, cuando lo hagamos, buscar aquellos producidos de forma sostenible.
Más allá del consumo de carne, en un acto tan cotidiano como es cocinar podemos ser más conscientes e incluir pequeñas prácticas menos impactantes con el medio ambiente y que reduzcan nuestras emisiones. De hecho, ya se habla de dieta climariana, una alternativa al anglicismo ‘climatarian’, que podría definirse como una persona que elige qué y cómo comer en función de lo que es menos perjudicial para el planeta.
En el año 2016, la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES), con el apoyo de la Fundación Biodiversidad, llevó a cabo un proyecto denominado ‘Alimentación Comprometida con el Clima’. Entre otras muchas acciones, se elaboró un manual, disponible para descarga gratuita en pdf, llamado ‘Libro de Recetas de Cocina Comprometida con el Clima’.
En esta publicación se pretenden dar ideas y pistas para reflexionar y disminuir nuestra huella de carbono en la cocina. Se trata de recetas sencillas, con ingredientes habituales y fáciles de conseguir, siempre y cuando sean de temporada y no hayan recorrido cientos de kilómetros hasta nuestra cocina. Para cada receta se han calculado dos huellas de carbono: una corresponde al cálculo si se realiza la receta aplicando las buenas prácticas, y otra si se cocina sin aplicar los consejos. Se trata de un ejemplo muy claro de cómo con nuestras actividades diarias, podemos contribuir, o no, al cambio climático.
En esta galería te ofrecemos algunos consejos para seguir una dieta baja en carbono o climariana, todos extraídos de este manual de buenas prácticas imprescindible para todo aquel que quiera comer de forma más respetuosa con el medio ambiente, y que te recomendamos descargar para que te acompañe siempre en la cocina.
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Así es una dieta baja en carbono
De forma general, para cocinar con menos emisiones de gases con efecto invernadero hay que seguir cuatro pautas: consumir productos de temporada y cercanos, más alimentos de origen vegetal que animal, usar la energía de forma eficiente antes, durante y después de cocinar, y reaprovechar los restos de comida para elaborar otras recetas.
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Consume alimentos de temporada
De esta forma se ayuda a respetar el ciclo natural de producción y a evitar los desplazamientos kilométricos. Piensa que, por ejemplo, las uvas que encuentras en los supermercados en verano no vienen de España, si no de Chile, y solo en su transporte se han emitido toneladas de gases con efecto invernadero.
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Consume alimentos locales
Esta práctica tiene que ver con lo que comentábamos en el apartado anterior. Un dato: en 2011 España importó más de 25 millones de toneladas de alimentos, emitiendo más de 4 millones de toneladas de CO2.
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Elige alimentos de producción ecológica
De esta forma estás apoyando un modelo productivo que usa técnicas más respetuosas con el medio ambiente. La agricultura ecológica no emplea productos químicos de síntesis, que en su fabricación y transporte producen muchas emisiones, está menos mecanizada y favorece la biodiversidad.
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Más vegetales y menos carne
Ya lo hemos comentado al inicio. Se estima que la actividad ganadera mundial es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El Libro de Cocina Comprometida con el Clima te da un ejemplo: producir un kilo de lentejas emite solo 1 kilo de dióxido de carbono, pero producir un kilo de ternera emite 27 kilos de CO2. Además, para el kilo de lentejas se necesitan 5.854 litros de agua frente a los 15.400 litros que requiere la misma cantidad de ternera.
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Sácale partido al microondas
A pesar de su mala fama, el microondas es una opción muy eficiente para cocinar ya que, aunque demanda más potencia, necesita poco tiempo y es muy recomendable para la elaboración de platos para pocos comensales.
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Usa más la olla exprés y limita el uso del horno
La olla a presión reduce los tiempos de cocción hasta un 70%, lo que genera un importante ahorro de energía. Para el resto de ollas y pucheros: pon siempre la tapa y elige las de un tamaño adecuado al volumen que ocupe lo que vayas a cocinar. Con respecto al horno convencional, úsalo con moderación e intenta usar al máximo su capacidad, por ejemplo cocinando varios platos a la vez, para no desperdiciar energía.
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Contra el desperdicio de alimentos
Los hogares españoles tiran nada menos que 1,5 millones de toneladas anuales de alimento, lo que equivale a medio kilo de comida por persona a la semana. Son productos válidos para su consumo y este derroche tiene una importante huella de carbono.
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Come más alimentos crudos
Son muy saludables y, al no tener tiempo de cocción, su huella de carbono es menor.
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Elige electrodomésticos eficientes
Los electrodomésticos suponen más del 45% del consumo eléctrico del hogar. Si optas por aparatos eficientes, además de respetar el medio ambiente, te ahorrarás mucho en la factura eléctrica.
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Decide dónde y cómo comprar
Si compras en lugares próximos a tu casa, podrás ir andando y reducir tus emisiones. En caso de necesitar ir en coche, planifica bien tu compra para aprovechar al máximo el viaje. Hacer una lista también te ayudará a saber qué necesitas realmente y evitar el desperdicio de alimentos.
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Cocina menos veces, pero más cantidad
Aprovecha la capacidad de la olla exprés para hacer un puchero grande de garbanzos. Lo que te sobre lo podrás dejar para otro día o congelarlo, además ahorrarás mucho tiempo.
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Evita los envases de plástico, y por supuesto separa y lleva a reciclar
Siempre que sea posible es recomendable comprar a granel. En el caso de los envases, intenta reutilizarlos (por ejemplo los botes de cristal se pueden usar para almacenar frutos secos, pan rallado…), y al final de su vida útil llévalos al contenedor de reciclaje que corresponda.
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