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Sacar los colores

La historia de los colores, desde los primeros pigmentos minerales hasta los modernos tintes artificiales, aparece indisociablemente ligada a la de la pintura.

La historia de los colores, desde los primeros pigmentos minerales hasta los modernos tintes artificiales, aparece indisociablemente ligada a la de la pintura. En su libro La invención del color, el químico y divulgador científico británico Philip Ball cuenta multitud de historias sobre el descubrimiento, la fabricación y los nombres de los diferentes colores. Así, el insecto kermes vermilio, del que se extraía un compuesto rojo intenso, dio nombre al carmín y al carmesí, también llamado grana, de grano, por la engañosa apariencia vegetal de estos insectos.

El azul debe su nombre a la azurita, un mineral que se convirtió en lazurium en la antigua Roma, y en azur en la Edad Media. Y del rojo minium, el popular minio, utilizado con profusión por los copistas medievales, derivó, entre otras, la palabra miniatura.

Hay otros colores cuyos nombres están asociados a su lugar de procedencia: el siena, un ocre oscuro, se llama así por la ciudad italiana de la que provenía. Y el azul ultramar recibió su nombre del lejano Afganistán, de donde llegaba el lapislázuli que, macerado y fijado con temple, daba un azul perdurable, intenso y sumamente costoso.

También en la antigüedad era especialmente preciado el púrpura, un tinte que se obtenía de un molusco de las costas mediterráneas al que se conocía en griego como porphyra y en latín como purpura. Era tan caro porque para conseguir treinta gramos de tinte era necesario sacrificar 250.000 moluscos, de modo que se reservaba para los generales victoriosos, que eran investidos de púrpura tras la batalla, y más tarde sólo para el emperador. De ahí lo del peso de la púrpura. Otros nombres curiosos de colores son glasto, índigo, cardenillo, esmaltín, gutagamba, oropimente, rejalgar... Casi todos derivan de las plantas o minerales de los que se extraían. Y no podemos dejar de mencionar el azul klein, patentado en 1960 por Yves Klein, un artista que pintó casi toda su obra -cuadros monocromos- con esta tonalidad.

Jesús Marchamalo

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