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Lenguaje atómico

El 16 de julio de 1945, un intenso resplandor blanco iluminó las montañas Jemez cerca de Alamogordo, en Nuevo México, EE UU. Una enorme nube anaranjada se elevó en el cielo y acabó convirtiéndose en un hongo de once kilómetros de altura.

Autor: Elena Sanz

El 16 de julio de 1945, un intenso resplandor blanco iluminó las montañas Jemez cerca de Alamogordo, en Nuevo México, EE UU. Una enorme nube anaranjada se elevó en el cielo y acabó convirtiéndose en un hongo de once kilómetros de altura.Era la culminación del conocido proyecto Manhattan: el desarrollo de la bomba atómica. A partir de ese momento y durante décadas, la palabra atómico dio nombre a todos los fenómenos relacionados con la fisión del átomo de uranio, de modo que se decía explosión, energía o planta atómica a lo que en realidad tenía que ver no con el átomo sino con su núcleo. Por eso hoy se considera más correcto el término nuclear.

Átomo es una palabra que viene del griego tomos, que significa cortar o seccionar, de donde derivan palabras como anatomía, la ciencia que estudia la composición del cuerpo humano y que durante años se basó casi exclusivamente en la disección. De hecho, el sufijo tomía es uno de los que con más frecuencia se utiliza en medicina para significar corte o incisión: lobotomía, traqueotomía, episiotomía... También del griego tomos nos llegó la palabra tomo, que se aplica a las distintas partes que forman una obra completa, igual que dicotomía, que designa la división en dos partes, o la posibilidad de elección entre dos posibilidades.
La palabra átomo, compuesta por el prefijo negativo a y tomos, fue la elegida por Leucipo y Demócrito para dar nombre a las partes más pequeñas, invisibles e indivisibles que suponían formaban la materia. Con los posteriores avances en física, dicha palabra ha terminado por quedarse pequeña, ya que se ha demostrado que los átomos se componen de electrones, neutrones y protones, y estos últimos de partículas todavía más pequeñas: los quarks.

Por cierto que de átomo deriva también atomizar, dividir en partes sumamente pequeñas, pulverizar, y todos sus derivados: atomización y atomizador, muy parecidos en su función a los nebulizadores, de nebulizar, que convierten los líquidos en finas partículas, como nubecillas o niebla, de donde procede su nombre.

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