Cosas de García Márquez
El escritor colombiano Gabriel García Márquez es un enamorado de las palabras y los diccionarios. Una de sus aficiones favoritas consiste en ir recopilando términos y expresiones caídos en desuso para incorporarlos después a sus novelas.
El escritor colombiano Gabriel García Márquez es un enamorado de las palabras y los diccionarios. Una de sus aficiones favoritas consiste en ir recopilando términos y expresiones caídos en desuso para incorporarlos después a sus novelas. Defiende que cada palabra aporta un matiz, una cualidad única a la realidad que designa, y que con cada una olvidada hay también un fragmento de la realidad que desaparece.
El periodista Winston Manrique ha buceado en el último libro del Nobel colombiano en busca de algunos de esos hallazgos, y se ha encontrado con palabras como cuelga, que además de definir el efecto de colgar frutos y otros comestibles para su conservación, es también el regalo que se da a alguien el día de su cumpleaños. Así, cuando lea: "La entendí como la cuelga del diablo", sabrá que se refiere a un regalo envenenado. Otra expresión curiosa es filipichín, que significa lechuguino, afeminado: "caminaba ansioso de que me tragara la tierra dentro de mi atuendo de filipichín", escribe García Márquez. Frémito, que viene del latín fremitus, significa bramido, grito fuerte: "casi me derribó el frémito de la muerte". Sabanear es un verbo que se refiere a recorrer los campos vigilando y reuniendo el ganado. Aguaite viene del verbo aguaitar, cuidar, guardar, acechar; así, uno está al aguaite, de aguaite o en aguaite si se encuentra vigilante: "y sin censor que aguaite lo que escribo". Otro término sorprendente es jeme, unidad de medida equivalente a la distancia que hay entre el extremo del dedo pulgar y el índice separados todo lo posible.
Y una última sorpresa es encrespar, palabra que tiene un significado conocido por todos, y que es, referido al cabello, ensortijar, rizar. Pero tiene también una segunda acepción, enfurecer, irritar, indignar. Así que uno puede decir "le contesté encrespado", eso sí, con el pelo completamente liso o ralo; o totalmente encrespado en los dos sentidos de la palabra.
El periodista Winston Manrique ha buceado en el último libro del Nobel colombiano en busca de algunos de esos hallazgos, y se ha encontrado con palabras como cuelga, que además de definir el efecto de colgar frutos y otros comestibles para su conservación, es también el regalo que se da a alguien el día de su cumpleaños. Así, cuando lea: "La entendí como la cuelga del diablo", sabrá que se refiere a un regalo envenenado. Otra expresión curiosa es filipichín, que significa lechuguino, afeminado: "caminaba ansioso de que me tragara la tierra dentro de mi atuendo de filipichín", escribe García Márquez. Frémito, que viene del latín fremitus, significa bramido, grito fuerte: "casi me derribó el frémito de la muerte". Sabanear es un verbo que se refiere a recorrer los campos vigilando y reuniendo el ganado. Aguaite viene del verbo aguaitar, cuidar, guardar, acechar; así, uno está al aguaite, de aguaite o en aguaite si se encuentra vigilante: "y sin censor que aguaite lo que escribo". Otro término sorprendente es jeme, unidad de medida equivalente a la distancia que hay entre el extremo del dedo pulgar y el índice separados todo lo posible.
Y una última sorpresa es encrespar, palabra que tiene un significado conocido por todos, y que es, referido al cabello, ensortijar, rizar. Pero tiene también una segunda acepción, enfurecer, irritar, indignar. Así que uno puede decir "le contesté encrespado", eso sí, con el pelo completamente liso o ralo; o totalmente encrespado en los dos sentidos de la palabra.