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Durante 200 años, fue una profesión que realizaban los hombres del pequeño poblado chino de Xitan, a orillas del Wujiang, uno de los grandes tributarios del río Yangtsé. Antiguamente, este caudal de agua era el vehículo perfecto para el comercio naval: los barcos transportaban sal, vestimenta y azúcar, entre otros productos, a la provincia de Sichuan, y esta a su vez enviaba a Shangái madera y aceite a través de la red fluvial. Para este intercambio comercial se utilizaban embarcaciones de madera muy sencillas que eran incapaces de proseguir la ruta cuando penetraban en las impresionantes Tres Gargantas del río Yangtsé. Sus bravías aguas hacían que los barcos perdieran el control y encallaran.

Para conducir las embarcaciones por esta barrera topográfica nació el oficio de boat tracker, hombres que, ayudados de cuerdas, cargaban todo el peso del barco sobre sus hombros desnudos. El terreno montañoso por el que debían andar era tan abrupto que se desnudaban completamente para evitar así que la ropa les molestara. Sólo portaban unas sandalias para moverse por las rocas y no resbalar.

Tras casi dos siglos realizando el mismo recorrido, las cuerdas han dejado una marca visible en la propia roca. En la actualidad, los ciudadanos de Xitan celebran una vez al año la Ceremonia del Adiós, en la que realizan una demostración de aquel trabajo.




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