Algo huele a podrido
Durante siglos han causado temor ciertas facetas del universo olfativo. En algunas sociedades se pensaba que inhalar el último suspiro de un moribundo podía resultar fatal, dada la cercanía de la nariz al cerebro.
Durante siglos han causado temor ciertas facetas del universo olfativo. En algunas sociedades se pensaba que inhalar el último suspiro de un moribundo podía resultar fatal, dada la cercanía de la nariz al cerebro. También que muchas enfermedades eran transmitidas a través de sustancias pestíferas. Precisamente, la palabra malaria proviene de "mal aire".
En el libro La seducción secreta, el psicólogo holandés Piet Vroon hablaba de lo difícil que es definir un olor, si no es por analogía: huele a café o a chocolate. En 1752, el botánico sueco Carl Linneo dividió los campos olfativos en aromáticos -lavanda, por ejemplo-; olorosos -vainilla o jazmín-; olor a ambrosía o almizcle; fuertes -ajo o huevos podridos-; pestilentes -a cabra-; sofocantes -la belladona o el tabaco-; y nauseabundos -algo putrefacto-.
En el libro La seducción secreta, el psicólogo holandés Piet Vroon hablaba de lo difícil que es definir un olor, si no es por analogía: huele a café o a chocolate. En 1752, el botánico sueco Carl Linneo dividió los campos olfativos en aromáticos -lavanda, por ejemplo-; olorosos -vainilla o jazmín-; olor a ambrosía o almizcle; fuertes -ajo o huevos podridos-; pestilentes -a cabra-; sofocantes -la belladona o el tabaco-; y nauseabundos -algo putrefacto-.