Arqueología del trabajo
El mundo de nuestros abuelos, los íberos, nos es todavía ajeno y desconocido. Quizás porque nos cuesta pensar que eran como nosotros. Que trabajaban, se divertían, enfermaban, se encomendaban al poder divino, comían, se abrigaban en invierno o se refrescaban en verano y disfrutaban con el cariño de los suyos, igual que nosotros. Los investigadores Teresa Chapa y Victorino Mayoral nos acercan en su libro "Arqueología del trabajo. El ciclo de la vida en un poblado ibérico" (Akal, 2007) a un pueblo al que tendríamos que conocer mucho mejor, porque forma parte de nuestro pasado.
El mundo de nuestros abuelos, los íberos, nos es todavía ajeno y desconocido. Quizás porque nos cuesta pensar que eran como nosotros. Que trabajaban, se divertían, enfermaban, se encomendaban al poder divino, comían, se abrigaban en invierno o se refrescaban en verano y disfrutaban con el cariño de los suyos, igual que nosotros. Los investigadores Teresa Chapa y Victorino Mayoral nos acercan en su libro Arqueología del trabajo. El ciclo de la vida en un poblado ibérico (Akal, 2007) a un pueblo al que tendríamos que conocer mucho mejor, porque forma parte de nuestro pasado.
Los íberos gozaban de un sistema de vida estable y especializado, basado en la agricultura y la ganadería. Los autores nos proponen una aproximación a su mundo desde la óptica de la vida cotidiana en un poblado imaginario. Analizando sus actividades económicas y los procesos de trabajo, podemos reconstruir los modos de vida del pasado, que suscitan cada vez mayor interés entre la gente. Y así, Chapa y Mayoral nos ilustran sobre sus actividades cotidianas: cómo hilaban y tejían, cultivaban lentejas, guisantes o higos, producían el vino y el aceite, adiestraban a sus perros para el pastoreo, fundían el hierro para fabricar sus herramientas y armas, dedicaban sacrificios a los dioses, usaban el trillo, modelaban figuras y recipientes, construían casas y caminos, curtían pieles, horneaban sus cacharros o contaban cuentos a la luz de la lumbre para que, de generación en generación, nos llegara su hálito de vida, que es el nuestro.
Palma Lagunilla
Los íberos gozaban de un sistema de vida estable y especializado, basado en la agricultura y la ganadería. Los autores nos proponen una aproximación a su mundo desde la óptica de la vida cotidiana en un poblado imaginario. Analizando sus actividades económicas y los procesos de trabajo, podemos reconstruir los modos de vida del pasado, que suscitan cada vez mayor interés entre la gente. Y así, Chapa y Mayoral nos ilustran sobre sus actividades cotidianas: cómo hilaban y tejían, cultivaban lentejas, guisantes o higos, producían el vino y el aceite, adiestraban a sus perros para el pastoreo, fundían el hierro para fabricar sus herramientas y armas, dedicaban sacrificios a los dioses, usaban el trillo, modelaban figuras y recipientes, construían casas y caminos, curtían pieles, horneaban sus cacharros o contaban cuentos a la luz de la lumbre para que, de generación en generación, nos llegara su hálito de vida, que es el nuestro.
Palma Lagunilla