11 razones por las que nos encanta Samurái Jack
Samurái Jack, creada en 2001 por Genndy Tartakovsky, fue una exitosa serie de animación que concluyó, tras años de parón, en 2017 con una quinta temporada.
Tiene que volver, volver al pasado. Su victoria le fue arrebatada sin honor y ahora está perdido en un futuro siniestro y hostil que solo él puede evitar que ocurra. Armado con su espada mágica y cargando con la promesa que le hizo a su padre, este guerrero fuera del tiempo se cruzará con letales enemigos e inesperados aliados en su camino hacia el único objetivo que le empuja a seguir adelante: acabar con el mal que juró destruir.
Este es el argumento principal de Samurái Jack, serie de animación creada en 2001 por Genndy Tartakovsky que se convirtió en una de las cabeceras más populares de Cartoon Network y ha persistido en el corazón de sus fans a pesar de los años. Samurái Jack ofrecía una historia de aventuras y combates trepidantes en un mundo lleno de criaturas extrañas, lugares sacados de la ciencia ficción y mucho humor; todo ello envuelto en un tono narrativo y un acabado artístico únicos. Un servidor, al igual que muchos de los que vivieron su infancia a principios de los 2000, disfrutó con Samurái Jack siendo niño y lo redescubrió muchos años después como una serie más compleja de lo que era capaz de recordar.
Para quienes deseen revisitar los buenos momentos vividos con Samurái Jack o para aquellos que se estén planteando verla por primera vez, estas son nuestras 11 razones por las que Samurái Jack es una GRAN serie y nos encanta.
1 Su reinterpretación de la figura del samurái
Como el propio nombre de la serie indica, el protagonista es un samurái. Un guerrero del Japón feudal que se rige por un estricto código de conducta y entrega su vida a una lucha en nombre del honor y la bondad. Hasta ahí podríamos decir que no hay nada nuevo que diferencie al bueno de Jack de tantos otros samuráis de leyendas, películas o libros. Pero Tartakovsky quería hacer su propia versión y por ello introduce al personaje en un mundo completamente bizarro en el que debería desentonar pero (sorpresa, sorpresa) consigue encajar a la perfección.
La serie toma la disciplina del samurái, su filosofía de vida, la relación con la naturaleza que le rodea y con su legado histórico y lo saca el molde, relajando las normas para que funcione en su historia sin que pierda por ello fuerza. Además, determinados capítulos ofrecen una mirada a aspectos más íntimos de la personalidad de Jack como sus miedos e inseguridades.

Samurái Jack
2 Su equilibrio humor-epicidad
En el tercer episodio de la serie, Jack debe ayudar a unos simpáticos perros arqueólogos (sí, habéis leído bien) cuyas excavaciones están siendo acosadas por un ejército de gigantescos roboinsectos. Bien, a la inherente comedia de ver a Jack recién llegado al futuro adaptarse a las maravillas de la tecnología mientras habla con perros que llevan sombrero y monóculo le sigue una colosal batalla en la que el samurái improvisa una armadura y carga contra cientos de enemigos con la espada desnuda, mostrando su dominio y habilidad y superando, no sin esfuerzo, el desafío impuesto por sus enemigos. La batalla convencería al mismísimo Akira Kurosawa y, aun cuando uno queda boquiabierto al contemplarla por primera vez, la situación no deja de ser cómica.
Este es un ejemplo perfecto de cómo la serie juega con sus dos registros predilectos, el humor y la epicidad, intercalándolos de manera equilibrada, fluida y que resulta muy natural.
3 El freestyle de su mundo distópico
Los viajes en el tiempo y los futuros distópicos ofrecen grandes oportunidades creativas y narrativas ya que permiten crear versiones alteradas (o completamente distintas) de nuestra realidad. Al comienzo de la serie, se nos muestra a Jack en una inmensa ciudad con toda clase de máquinas imposibles tipo Blade Runner pero pronto descubrimos que en el futuro creado por Tartakovsky hay muchas más cosas además de ciencia ficción. Cada capítulo toma los elementos que necesita para contar su propia historia y esto hace que haya una amalgama de personajes, tecnologías y estilos, como poco, curiosa.
Samurái Jack presenta criaturas mitológicas, robots de última generación, poblados medievales y seres de otros mundos en un mismo lugar y consigue que funcione.

Samurái Jack
4 Aku
Aku es el villano de esta historia: encarnación de todos los males del mundo, responsable de que el samurái haya viajado en el tiempo y de la destrucción con que se encuentra en el futuro y contraparte del noble Jack. Además es mentiroso, divertido, sarcástico, amargado, un poco cuñao, triste y hasta patético en algunos momentos. Aku tiene más de trilero fracasado que de tirano todopoderoso y eso nos encanta, ya que es un personaje que conquista desde su primera aparición y que regala a la serie algunas de sus mejores escenas sin por ello dejar de ser un enemigo a la altura cuando le toca.
En una entrevista a Genndy Tartakovsky con motivo del lanzamiento del videojuego Samurái Jack: Battle through time, el creado decía que su personaje favorito (sin ninguna duda) era Aku y desde aquí no podemos estar más de acuerdo.
5 La mezcla de géneros
Las viejas películas de samuráis y artes marciales son una influencia obvia de esta serie, al igual que la ciencia ficción (por lo de los viajes en el tiempo y tal) y la fantasía más clásica con su adaptación del viaje del héroe en la persona de Jack. Sin embargo, en las cinco temporadas con las que cuenta Samurái Jack encontramos una mezcla de géneros que va más allá de lo que uno podría esperar. Después de un capítulo en el que Jack debe liberar una aldea de los secuaces de Aku, podemos seguir con una historia de corte noir en la que un robot mafioso persigue al samurái como si estuvieran en El halcón maltés y al siguiente estaremos en medio de una cantina del Salvaje Oeste esperando a que llegue el tren que vamos a atracar. Uno nunca sabe lo que se va a encontrar y eso hace que la serie mantenga su frescura.
6 Los personajes secundarios
Y si con el dúo estrella no fuera suficiente, la serie está plagada de personajes secundarios que se cruzan una o varias veces en el camino de Jack, ya sea para ayudarlo o para combatirlo. Entre la amplísima variedad de personajes secundarios se encuentran un fornido escocés con una pierna ametralladora y muchas hijas, un hombre mono que enseña a Jack a “saltar bien”, un samurái afroamericano con mucho flow, un demonio que se alimenta de las almas de los guerreros caídos, incontables robots cazarrecompensas de todas las formas y tamaños, una versión alternativa de los 300 espartanos con lanzas-cohete y algún que otro dios de las mitologías clásicas.
7 Su violencia encubierta
Samurái Jack es una serie en la que los combates y la acción son muy comunes, pero también es una serie que estaba dirigida a un público infantil cuyos padres podrían molestarse si veían al protagonista decapitando y cortando miembros a diestro y siniestro. ¿Cómo solucionarlo? Los responsables de la serie convirtieron a casi todos los enemigos de Jack en robots, máquinas a las que podías cortar por la mitad y en las que solo se verían sus circuitos internos y un buen chorro de aceite o combustible de vez en cuando. Hasta la quinta temporada, que tiene un tono totalmente distinto, no se ve ni una sola gota de sangre pero la violencia es lo bastante explícita como para hacer los combates interesantes.
8 La originalidad en la forma
Si antes señalábamos lo sorprendente que resultaba la serie en cuanto a mezcla de géneros o ambientes, no se quedaba atrás en la forma que tenía de contar las historias de cada episodio. Samurái Jack es una de las series de animación más creativas tanto en la forma como en el fondo y el riesgo y la originalidad siempre merecen un reconocimiento. Desde el uso que hace de los silencios y la composición en cámara con planos simultáneos hasta momentos en los que la imagen pierde importancia y lo que se destaca es el ruido del entorno, la serie de Genndy Tartakovsky nos ha ofrecido auténticas joyas.
Para que no queden dudas, aquí va uno de los mejores ejemplos de cómo la serie le daba la vuelta a las fórmulas tradicionales y crecía a partir de sus propios rasgos diferenciadores: durante un combate contra un shinobi, un ninja especializado en el manejo de las sombras, Jack se viste de blanco de pies a cabeza para ocultarse en la luz. La lucha entonces pasa a ser en blanco y negro, los contornos desaparecen y solo vemos el contraste entre los objetos del entorno y los propios personajes.
9 Su estilo visual inconfundible
Cualquiera que fuera aficionado a Cartoon Network en los primeros 2000 sabrá de qué estamos hablando y, si ahora se reemitieran sus series para las nuevas generaciones, no tardarían ni un mes en identificarlo. La estética de Samurái Jack era sencilla pero con muchísimas posibilidades, de trazo fino y colores planos que jugaba con las proporciones y las formas poligonales para construir el mundo y a sus personajes. Este estilo fue adoptado como una marca de la casa en Cartoon Network y era visible en otras series como Las Supernenas, El laboratorio de Dexter, The Clone Wars (las tres contaron con la participación de Tartakovsky) o Johnny Bravo.

Samurái Jack
10 Supo crecer junto a su público
La serie comenzó en 2001 y dejó de producirse en 2004, ofreciendo cuatro temporadas llenas de acción y comedia que, sin embargo, no ofrecían un final a la historia del samurái atemporal. En 2017, la plataforma Adult Swim estrenó una quinta y última temporada en la que volvió a contar con los creadores y parte del equipo original. Habían pasado trece años desde la cuarta temporada y los que habían visto Samurái Jack ya no eran niños sino jóvenes adultos cuyo mundo había crecido con ellos.
Genndy Tartakovsky y su equipo supieron responder a las necesidades de su púbico y crearon una quinta temporada que mantenía la esencia de la serie original y la homenajeaba en varios momentos, pero también ofrecía una experiencia más adulta con combates más violentos (aquí sí que vimos sangre), tramas más complejas y profundas y un tono más oscuro.
11 Tuvo un final a la altura
Pues sí, la quinta temporada supo dar la talla y las críticas y comentarios de los medios y los fans fueron ampliamente positivos. Es cierto que la propia temporada sufría un cambio de registro cuando ya estaba por la mitad pero seguía una causalidad relacionada con el arco argumental de Jack. ¿Y cómo era el cierre? Pues sencillo, clásico y satisfactorio. Los últimos capítulos de Samurái Jack nos ofrecían la gran batalla final contra Aku que se nos debía desde hacía tanto tiempo y el descanso de Jack (con revés sentimental incluido) tras haber cumplido su misión después de tanto tiempo.
El final de la serie apelaba al niño interior del espectador, ese que se había quedado con las ganas de ver qué pasaba con los personajes que tanto le gustaban. No era un final inesperado ni rompedor, pero era el final que Samurái Jack se merecía.

Samurái Jack