¿Existen las tartas de divorcio?
Por supuesto que sí, pues ¿quién ha dicho que no se puede celebrar una ruptura matrimonial?
Por supuesto que sí, pues ¿quién ha dicho que no se puede celebrar una ruptura matrimonial? Sin embargo, al contrario que los pasteles de boda, que están presididos por las figuritas de los recién casados mirándose tiernamente, en las de divorcio, hombre y mujer se presentan separados, dándose la espalda, llorando o incluso peleándose violentamente, y suelen incorporar corazones rotos entre los motivos ornamentales.
Se pusieron de moda hace unos años en Estados Unidos para festejar la separación conyugal y de paso hacer negocio en una nación donde las rupturas de pareja son muy frecuentes. Y eso que el país norteamericano no es el primero del mundo en porcentaje de divorcios, según datos del estudio Divorce Demography. Bélgica lidera este ranking, con una tasa del 71% (respecto al número de matrimonios celebrados).
Le siguen Portugal ( 68%), Hungría (67%), República Checa (66%), España (61%), Luxemburgo (60%), Cuba (56%), Francia (55%), Estados Unidos (53%), Rusia (51%), Alemania (49%), Austria (49%) y Reino Unido (47%), todos ellos por encima del 44%, que es el promedio global de la Unión Europea. Como vemos, en Europa hay un porcentaje de fracaso matrimonial superior al del resto del mundo.
Por eso no es extraño que el rito de las tartas de divorcio haya llegado a algunos países de nuestro continente, como Italia y Reino Unido, que cuentan con agencias especializadas para organizar fiestas de ruptura. Entre los servicios que ofrecen se incluyen las tartas, que llevan títulos como “Al fin libre”, “Cementerio”, “Patada”, “Decapitado”, “A la basura”, “Mendigo”, “Caída” o “Cabaña”. En esta última, el ex marido, que en casi todas las modalidades sale perjudicado, se tiene que ir a vivir a una choza.