Así inventó EE. UU. la propaganda de estado
En 1917, el presidente Wilson creó el Comité de Información Pública, un aparato de propaganda para convencer a sus ciudadanos de ir a la I Guerra Mundial.
Corría el año 1917 y Estados Unidos acababa de entrar en la Primera Guerra Mundial. El 14 de abril, unos días después de haberle declarado la guerra al imperio alemán, el presidente norteamericano Woodrow Wilson creó el Comité de Información Pública (CPI), un enorme aparato de divulgación de noticias y publicidad que, según muchos historiadores, sería a todos los efectos el origen de la moderna propaganda de Estado.
Podría alegarse que los actos propagandísticos por parte de los organismos públicos se dieron ya en tiempos antiguos –véanse los desfiles triunfales de los romanos o los discursos inflamados de los oradores griegos–, pero fue en la I Guerra Mundial cuando su uso se hizo sistemático y masivo. Ya no se trataba de acciones esporádicas vinculadas a la iniciativa personal del poderoso de turno, sino de un gran aparato publicitario organizado a nivel institucional, financiado con grandes cantidades de dinero público y dirigido por la burocracia estatal. El objetivo del comité fundado por Wilson era convencer a la opinión pública de que la participación de Estados Unidos en la guerra era necesaria y noble, pues pretendía acabar con la tiranía y preservar las instituciones democráticas. La tarea era extremadamente difícil, ya que desde el estallido del conflicto en 1914 los periódicos habían relatado las espantosas matanzas que se estaban produciendo en las trincheras europeas.
Esa información había reforzado los sentimientos pacifistas de una población que acababa de reelegir a Wilson, entre otras cosas, porque acudió a las urnas con el lema de que había mantenido al pueblo norteamericano fuera de la guerra. Así que, para convencer a sus ciudadanos de la necesidad de entrar en combate había que alimentar las pasiones patrióticas, convertir a los alemanes en enemigos odiados y temidos, difundir la necesidad de aceptar sacrificios y apretarse el cinturón, favorecer el alistamiento de voluntarios y fomentar la compra de bonos de guerra. Eso requirió organizar un bombardeo propagandístico sin precedentes en la historia de la humanidad. El encargado de liderar el CPI fue George Creel, un periodista de ideología progresista que formaba parte de los muckrakers –literalmente, 'removedores de estiércol'–, cronistas que se dedicaban a denunciar escándalos de corrupción e injusticias sociales y laborales.
Creel reunió a un equipo de artistas, escritores, reporteros, músicos y profesionales de la publicidad y del entretenimiento. Sus hombres organizaron mítines y desfiles, sacaron carteles e ilustraciones y promocionaron películas y canciones patrióticas. Entre trabajadores y voluntarios, casi 150.000 personas participaron en las actividades del CPI. Además, el comité preparaba notas para la prensa que explicaban los objetivos de la guerra, relataban las hazañas de los soldados y describían las grandes virtudes de los aliados. Los periódicos no estaban obligados a publicarlas, aunque la mayoría lo hacía, pues nadie quería ser excluido de los canales de información oficiales. El Gobierno no suprimió la libertad de expresión, pero apeló a la autocensura y publicó una lista de temas que los medios de comunicación tenían que evitar para no poner en peligro los esfuerzos bélicos. El CPI se encargaba de la difusión de un boletín oficial y de otras revistas patrióticas como Stars and Stripes (Barras y estrellas). A lo largo de la guerra, los ilustradores contratados por Creel crearon unos 1.500 diseños que sirvieron para hacer cien millones de copias de carteles que inundaron las calles y las oficinas públicas del país. El dibujante Montgomery Flagg fue el autor del póster más célebre. Aparecía el Tío Sam, símbolo de Estados Unidos, apelando al ciudadano con el reclamo: I Want You For U.S. Army (Te requiero para el Ejército de los Estados Unidos). Flagg se inspiró en un cartel de 1914 del artista inglés Alfred Leete. En este caso, era el secretario de Estado para la Guerra del Reino Unido, lord Kitchener, quien invitaba a los británicos a alistarse en el ejército de su majestad.
Más información en el artículo La patria te llama, escrito por Dario Migliucci. Puedes leerlo en el número 427 de Muy Interesante.
Si quieres conseguir este ejemplar, solicítalo a suscripciones@gyj.es. También puedes comprarlo a través de Zinio o de Kiosko y Más.
Y si deseas recibir cada mes la revista Muy Interesante en tu buzón, entra en nuestro espacio de Suscripciones.