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Los pólipos madreporarios del género Fungia, que tienen forma de disco, aparte de ser los corales de mayor tamaño, pues alcanzan los 25 cm de diámetro, tienen la facultad de desplazarse. Para hacerlo, utilizan las corrientes marinas.

Cuando quieren moverse, estos corales estiran sus tentáculos a modo de vela de un barco y, en caso de estar bocabajo, se contorsionan hasta enderezarse, expandiendo el disco una y otra vez para ponerlo vertical y darle la vuelta. Hecho esto, el animal abre la boca y expulsa con fuerza un chorro de agua a la vez que expande los tentáculos, para finalmente cerrarla y retraer sobre ella los apéndices. Así logra cortos desplazamientos, aunque algunas especies hacen movimientos más eficaces, arrastrándose con lentitud sobre el lecho marino, e incluso cabalgan sobre gusanos que viven en su base.


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