La primera guía turística de la historia
El Códice Calixtino daba consejos prácticos a los peregrinos del Camino de Santiago. Está considerada la primera guía de viajes de la historia.
Una de las partes del Códice Calixtino, obra escrita en 1160 por el monje benedictino francés Aymeric Picaud en torno a la figura del apóstol Santiago, se considera la primera guía de viajes de la historia. El Libro V de dicho códice está concebido como un manual práctico para los peregrinos europeos que en el siglo XII se aventuraban a seguir la ruta jacobea. En sus páginas describe el camino y los lugares y poblaciones por donde pasa, da consejos y advierte de los posibles peligros del recorrido.
Abundan las descripciones prolijas y muy informativas, sobre todo de la ciudad de Compostela. Los apuntes geográficos son muy precisos, como los que contienen los capítulos titulados De los buenos y malos ríos que se hallan en el camino de Santiago y De los nombres de las tierras y de las particularidades de las gentes que se encuentran en el Camino.
No faltan las quejas, como las relativas a los portazgos o peajes cobrados por el paso de ciertos tramos, ni los comentarios exacerbados sobre los vascos y los navarros, de los que ofrece una visión muy primitiva. También recomienda a los vecinos compostelanos sobre cómo deben acoger a los peregrinos de Santiago.
En el mundo moderno, cuando el turismo empezó a prosperar y los europeos del norte, sobre todo británicos y alemanes, se lanzaron a viajar por el centro y sur de Europa, fueron apareciendo más y más guías de viajes. En algunas ocasiones, jugaron un papel a veces distinto para el que fueron concebidas. En 1828 apareció el primer librito de viajes publicado por el alemán Karl Baedeker, con una disposición concisa y detallista que acercó la colección completa que vino después al concepto actual. Tan prácticas eran las conocidas desde entonces como guías Baedeker que se dice que fueron utilizadas en la Segunda Guerra Mundial por los pilotos alemanes para precisar los lugares donde debían arrojar sus bombas. Justamente sería el bombardeo sobre Leipzig de 1943 la causa del destrozo de la editorial y del final de estas guías pioneras.
En Londres, ya antes de terminar el siglo XIX, se publicaba una revista denominada Steamboat Excursion Guide (Guía de las excursiones en barco de vapor), que informaba de los recorridos organizados a lo largo del Támesis y otras vías fluviales. Otras publicaciones europeas daban cuenta a su vez de los mejores balnearios y playas, cuyo efecto saludable era recomendado por los doctores a las damas de alta alcurnia, que empezaron a acudir a Spa, en Bélgica, o a Vichy, en Francia. Otras veces, los aires aconsejados eran los de alta montaña, y entonces la estancia vacacional transcurría en los Alpes suizos o austriacos. En Lucerna (Suiza), César Ritz, descendiente de una familia de ganaderos pero con mucha sensibilidad hacia lo elegante y ceremonioso, innovó a finales del siglo XIX el funcionamiento de los hoteles de lujo, y dio lugar al concepto que hoy prevalece. En su fulgurante ascensión profesional hasta crear su propia cadena hotelera, Ritz definió el servicio completo y personalizado, con ideas actualmente tan indispensables como el servicio de habitaciones o el baño privado en cada una de ellas.
Más información en el reportaje El turismo, ¿qué gran invento!, escrito por Miguel Mañueco.
Puedes leerlo en el número 422 de Muy Interesante.
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