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Lo “natural” puede matarte

Porque los avances “artificiales” de la química o la medicina (como las vacunas) te salvan a menudo la vida. Lo cuenta Pablo Linde.

Es de sentido común: lo natural es bueno. De lo contrario sería impensable que las marcas hicieran semejantes esfuerzos por insertar la palabra en sus etiquetas, ya sea la de un pan de molde, una crema o una prenda de vestir. Ocurre que el sentido común no siempre es lo que mejor explica la realidad. La ciencia no es democrática: que muchas personas crean algo no lo hace verdadero. Si no fuera por invenciones absolutamente artificiales del ser humano, tú no estarías leyendo estas líneas. Más allá de que no existirían ordenadores ni internet, lo que sucede es que quizá estarías muerto o acaso no hubieras venido al mundo. La mayoría de los adultos de un país desarrollado han burlado a lo largo de su vida varias muertes completamente naturales gracias a avances del todo artificiales.
El nacimiento es la primera oportunidad que alguien tiene de morirse. Hoy, en España, tres de cada mil niños pierden la vida en sus primeros veintiocho días. Durante el año que sigue fallece uno más por cada millar, lo que es algo muy parecido a lo que sucede en cualquier país rico. Hace medio siglo, la tasa de mortalidad era quince veces superior, y antes de la Revolución Industrial se calcula que alrededor del 30% de los nacidos vivos no era capaz de superar el primer año.
Piensa en un grupo de diez individuos, tú y tus nueve personas más cercanas: amigos, familiares, compañeros de trabajo. Ahora tacha a tres de esa lista: habrían perecido durante el parto o en meses posteriores por causas tan naturales como una infección, una asfixia o una neumonía. Si siguen vivos es, entre otras cosas, gracias a industriales jabones antisépticos, artificiales cesáreas, sintéticos guantes o esterilizadas tijeras y gasas, quizá tejidas con algodón transgénico.
Tú y tus seis allegados estáis de enhorabuena: habéis superado el primer año de vida, el más complicado. Pero en los siguientes cuatro moriréis uno o dos más por distintos motivos, como los virus, evitables gracias a uno de los artificios más revolucionarios en la historia de la medicina: las vacunas. La OMS calcula que las inmunizaciones salvan al año a tres millones de personas, y que dos más siguen muriendo por no estar cubiertas. A pesar de estos hechos, existen personas que abominan de las "artificiales" vacunas. Son grupos en expansión en algunos países ricos que han olvidado las terribles secuelas de estas enfermedades y están consiguiendo que rebroten males que estaban completamente arrinconados.
Más información sobre el tema en el reportaje Lo natural puede matarte..., escrito por Roger Corcho. Puedes leerlo en el Muy Interesante número 417.
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