Tecnología al rescate del visón europeo
Un proyecto de Telefónica y la Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad (FIEB) usa el internet de las cosas para proteger a este mamífero.
El futuro del mamífero más amenazado del viejo continente, el visón europeo, Mustela lutreola, puede mejorar gracias al internet de las cosas, la conexión a la Red de objetos dotados con sensores que recopilan datos.
La operación de rescate de este mustélido libra una de sus batallas en una finca de diez hectáreas situada en Casarrubios del Monte (Toledo). Allí trabaja la Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad (FIEB), que usa instalaciones con tecnología de vanguardia para el estudio y la conservación de quinientas aves, reptiles y mamíferos, muchos de ellos exóticos o en peligro.
La FIEB tiene un aliado en Telefónica y su iniciativa Thinking Things, que crea productos y servicios del internet de las cosas. Juntos han ideado SMARTfieb, plataforma tecnológica que controla las condiciones ambientales del centro toledano para que los animales vivan en condiciones parecidas a las de sus hábitats y que permite estudiarlos de forma no invasiva; algo crucial, ya que, como dice Silvia Villaverde, veterinaria y directora de la FIEB, “la presencia humana altera su conducta e introduce un sesgo en la investigación”.
La FIEB tiene un aliado en Telefónica y su iniciativa Thinking Things, que crea productos y servicios del internet de las cosas. Juntos han ideado SMARTfieb, plataforma tecnológica que controla las condiciones ambientales del centro toledano para que los animales vivan en condiciones parecidas a las de sus hábitats y que permite estudiarlos de forma no invasiva; algo crucial, ya que, como dice Silvia Villaverde, veterinaria y directora de la FIEB, “la presencia humana altera su conducta e introduce un sesgo en la investigación”.
Animales controlados segundo a segundo
El proyecto tiene al visón europeo como uno de sus primeros protagonistas. La fundación acoge diez ejemplares en instalaciones que recrean el ecosistema de ribera de la especie e integran dispositivos para observarlos sin cesar: cámaras HD con visión diurna y nocturna, sensores de presencia/ausencia y de peso, cámaras de huella de calor… También hay una estación meteorológica para conocer la temperatura, la humedad y la calidad del aire, la radiación ultravioleta y la pluviometría.
Estos datos se almacenan en la plataforma de internet de las cosas Thinking Things, para que los investigadores los analicen y creen a partir de ellos las visualizaciones pertinentes, y hasta aplicaciones: por ejemplo, alarmas que los avisen si la información refleja algo anormal. Este marcaje posibilita controlar el desarrollo de los animales, saber cuándo entran en la zona de cría y qué espacios evitan, detectar enfermedades... Villaverde indica que semejante alud de datos da “posibilidades infinitas; podemos incluso anticiparnos al parto con un margen de error de horas”.
La idea es liberar los visones en sus hábitats originales del norte de la península ibérica. El último censo (2005) cifró en cuatrocientos los individuos silvestres, y se cree que la cifra ha bajado, en consonancia con lo ocurrido en los últimos 150 años. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en ese periodo el visón ha perdido un 85 % de su área de distribución. Antaño se extendía del norte de España a Finlandia, y llegaba a los Urales y el Cáucaso por el este; hoy pervive en zonas aisladas de ese espacio.
Estos datos se almacenan en la plataforma de internet de las cosas Thinking Things, para que los investigadores los analicen y creen a partir de ellos las visualizaciones pertinentes, y hasta aplicaciones: por ejemplo, alarmas que los avisen si la información refleja algo anormal. Este marcaje posibilita controlar el desarrollo de los animales, saber cuándo entran en la zona de cría y qué espacios evitan, detectar enfermedades... Villaverde indica que semejante alud de datos da “posibilidades infinitas; podemos incluso anticiparnos al parto con un margen de error de horas”.
La idea es liberar los visones en sus hábitats originales del norte de la península ibérica. El último censo (2005) cifró en cuatrocientos los individuos silvestres, y se cree que la cifra ha bajado, en consonancia con lo ocurrido en los últimos 150 años. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, en ese periodo el visón ha perdido un 85 % de su área de distribución. Antaño se extendía del norte de España a Finlandia, y llegaba a los Urales y el Cáucaso por el este; hoy pervive en zonas aisladas de ese espacio.
Imagen: FIEB
Más información sobre el tema en el especial sobre el Internet de las Cosas, escrito por Telma Tesla y Francisco Jódar. Puedes leerlo en el número 417 de Muy Interesante.
Si quieres conseguir este ejemplar, solicítalo a suscripciones@gyj.es o descárgatelo a través de la aplicación de iPad en la App Store. También puedes comprarlo a través de Zinio o de Kiosko y Más.
Y si deseas recibir cada mes la revista Muy Interesante en tu buzón, entra en nuestro espacio de Suscripciones.