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Videojuegos en las páginas de los libros (y viceversa)

Aunque muchos videojuegos están basados en historias y personajes de la literatura, hay casos en los que ocurre en sentido contrario.

El mundo es un constante fluir de estímulos que pasan ante nuestros ojos y dejan impresiones en nuestra mente que pueden desarrollarse y convertirse en quién sabe qué. El ser humano lleva creando productos culturales de todo tipo y contando historias desde hace siglos y eso hace que se cumpla ese dicho de “ya está todo inventado”. Sin embargo, además de plagado de estímulos externos, también vivimos en un mundo interconectado.

Los videojuegos empezaron a tomar renombre a finales de los 70, convirtiéndose en el patito feo de la industria del entretenimiento que se convertiría en cisne conforme su fama se extendía más y más. Muchos de los primeros títulos no contaban una gran historia, sino que se centraban en ser divertidos y suponer un desafío para el jugador. Algunos arcos argumentales eran tan planos como “eres un fontanero que debe salvar a una princesa de un gorila gigante” y aunque nos hicieron pasar horas y horas ante la pantalla, no se puede decir que nos conmovieran con su historia.

Pero el tiempo pasó y la construcción de los juegos se hizo más y más compleja. No hablamos de mejores gráficos o más opciones en la jugabilidad, sino de una sucesión de hechos entrelazados que hacían que el jugador avanzase y se sumergiera e implicase en lo que estaba viviendo. La trama empezó a ganar peso dentro del juego y consiguió proporcionar un nivel de complejidad a los títulos que no hubiese sido posible si estos no hubieran tenido historia.

En muchos casos, tanto hace años como en la actualidad, los desarrolladores y guionistas encontraban la inspiración en libros. Infinidad de historias contadas hacía años que proporcionaban una narración estructurada, la ambientación perfecta para historias originales o los elementos de los que surgiría un nuevo mundo. Libros, cómics o manga japonés; las páginas son el hogar de personajes y hazañas que, si se adaptan bien, pueden proporcionar una experiencia tan buena en el soporte de un videojuego como lo hacen en su formato de texto original. E incluso, a veces, también ocurre al revés.

Os ponemos algunos ejemplos significativos y reseñables en los que los videojuegos se han nutrido de la literatura y viceversa.

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