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Desarrolladas en los años 70, las granadas flash-bang o de aturdimiento crean un fortísimo impacto de luz y sonido para neutralizar al enemigo. Estas armas no letales contienen una mezcla de mercurio y magnesio que, al detonarse, desencadena un resplandor cegador y un estruendo de unos 160 decibelios -el despegue de un avión a reacción genera 120-. Se emplean principalmente cuando los soldados o policías deben irrumpir súbitamente en edificios tomados por fuerzas hostiles.

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